Fauna, la perra que dejó la calle para rehabilitar a chicos discapacitados
Acosada por una jauría de machos, cada vez que entraba en celo, Fauna sobrevivía en las calles de la localidad de Boulogne, en San Isidro, provincia de Buenos Aires, cuando los ojos compasivos de un hombre que trabajaba en un taller mecánico la rescataron de la indiferencia y le dieron la oportunidad de una nueva vida. Tenía 4 años en ese entonces, fue castrada y puesta en adopción en una veterinaria de la zona. "Siempre tuve debilidad por los Barbinchos; yo me estaba mudando y decidida a adoptar un perro. Fui a conocerla y la adopté. Desde ahí que tenemos un gran vínculo. Fauna no me pierde de vista un segundo y está siempre al lado mío", cuenta la Lic. en Psicología Carolina Marcó del Pont que en ese momento se estaba formando en terapias asistidas por perros y llevó a Fauna a vivir con ella con la intención de convertirla en su perra de terapia. "Si bien llegó con algunos miedos propios de la vida en la calle, con mucho trabajo y paciencia logramos rehabilitarla para que pudiera trabajar en terapia y disfrutar del trabajo de asistir a chicos con diferentes problemáticas", relata Carolina.
Paciencia y sobre todo mucho amor fueron las claves para lograr que Fauna dejara atrás sus miedos y los recuerdos del maltrato en la calle y se animara a confiar en la mano humana que sólo quería lo mejor para ella. Fue un proceso lento pero con resultados que nadie esperaba. "Empecé a llevarla conmigo a todos lados para que fuera experimentando estar en diferentes ambientes y pudiera estar en contacto con diferentes personas. Ella ama pasear y disfruta mucho de pasar tiempo conmigo, entonces ese era su refuerzo. A cualquier persona que se le acercara yo le explicaba de qué manera hacerlo para que esto fuera una experiencia positiva para ella. Algunas veces les daba golosinas a los desconocidos para que la premiaran y comenzara a asociar ese contacto con otras personas con cosas buenas. La llevaba a cumpleaños, a la casa de mis amigas, a lugares donde pudiera haber mucha gente o música. Siempre monitoreando que ella pudiera tolerarlo. Al principio lo hacíamos de a ratitos y de a poco fuimos aumentando el tiempo de esas eperiencias", explica Carolina.
Mansa, obediente y tranquila. Esas fueron las tres características que vio Carolina en Fauna y que la animaron a incorporarla al equipo de Terapia Asistida con Perros en Zona Norte (T.A.P. Norte), un grupo interdisciplinario formado por profesionales de la salud y la educación humana y canina que trabaja con personas con diferentes necesidades. Los perros funcionan en las intervenciones como un puente, facilitando el vínculo y favoreciendo la motivación y el interés. Fauna forma parte de un equipo donde comparte tareas con otros perros con diferentes características que trabajan con ella. Según el objetivo a trabajar con una persona o población determinada, se elige trabajar con el perro qué este mejor preparado para el tipo de trabajo que se necesita hacer. Los compañeros de trabajo de Fauna son Brigo, Fiona, Tulpi, Lola (todos ellos golden retrievers); Bruma (terranova), Lola Mora (labrador retriever), Rufus y Vladimir (mestizos). En este grupo Fauna es una de las tres mestizas que conforman el equipo y ellos rompen con el prejuicio de que solamente algunas razas son aptas para terapias con humanos. "Tanto Fauna como sus compañeros conservan siempre su cualidad de ser perros porque, más allá de las consignas de obediencia básica que trabajan junto con la adiestradora del equipo, lo importante es que se respete su esencia de perros, ya que ese es uno de los factores más importantes a la hora de ayudar", aclara Carolina.
Fauna trabaja en consultorio con chicos con autismo, con problemas de conducta o miedo a los perros y además hace actividades recreativas en un centro educativo terapéutico. "Es muy tranquila, tiene una mirada muy especial, es muy calma. Entonces eso nos sirve para trabajar cuando hay que estar en el piso y se necesita que el perro se mantenga quieto mucho tiempo, a ella eso no le cuesta nada como tampoco hacer un paseo y caminar despacio. Ella es especial para los chicos que le tienen miedo a los perros porque no invade el espacio y se queda hasta que el chico se acerca", cuenta Carolina. Y Fauna sabe que su tarea es valorada. Cada vez que Carolina le pone el chaleco de perra de terapia va corriendo hasta la puerta moviendo la cola y se pone muy contenta porque sabe que llega el momento de ir a trabajar. "Tenemos un vínculo muy especial. Fauna me sigue a todos lados. La gente se ríe a veces porque dice que tiene una correa invisible que la une a mí. Cada vez que me muevo, me sigue. Hasta me espera afuera del baño", asegura Carolina entre risas. Y concluye: "con estos pequeños pero enormes gestos ella me enseña que uno tiene que agradecer las cosas que tiene, a perdonar y querer incondicionalmente. Obviamente ella hace todo eso mucho mejor que yo, que todavía estoy aprendiendo".
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