Durante décadas, los expertos no se pusieron de acuerdo sobre cuándo llegaron los primeros humanos al continente; un nuevo estudio echa luz sobre la polémica
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Los seres humanos llegaron a América al menos 7.000 años antes de lo que se pensaba, según los hallazgos de una nueva investigación.
El tema de la llegada de los primeros humanos al continente americano generó controversia durante décadas. Muchos investigadores se muestran escépticos ante la evidencia de que en América del Norte había seres humanos hace más de 16.000 años. Ahora, un equipo que trabaja en Nuevo México, Estados Unidos, encontró decenas de huellas humanas que datan de entre 23.000 y 21.000 años atrás. Este descubrimiento podría cambiar la forma en la que se explica cuándo se colonizó el continente.
El hallazgo sugiere que pudo haber grandes migraciones de las que no sabemos nada. Además, plantea la posibilidad de que estas primeras poblaciones se hayan extinguido. Las huellas se formaron en un lodo blando en las orillas de un lago poco profundo que ahora forma parte del Parque Nacional White Sands, en Nuevo México. En las capas de sedimento encima y debajo de las huellas, un equipo del Servicio Geológico de EE.UU. encontró semillas a las cuales le hicieron datación por radiocarbono. Esto les dio a los investigadores fechas notablemente precisas para las huellas.
Con base en los tamaños de las huellas, los científicos creen que pertenecían principalmente a adolescentes y niños que viajaban de un lado a otro, acompañados ocasionalmente de un adulto.
El salto del búfalo
El hallazgo de las huellas ofrece una fascinante ventana a cómo era la vida de estos primeros habitantes de lo que ahora es el suroeste de Estados Unidos. Los científicos no saben con certeza qué estaban haciendo los adolescentes, pero es posible que estuvieran ayudando a los adultos con un tipo de cacería que luego también se observó en algunas culturas indígenas americanas.
A esta práctica se le conocía como “el salto del búfalo”, e implicaba conducir animales por el borde de un acantilado poco profundo. Todos los animales “tenían que ser procesados en un corto período de tiempo”, explicó la doctora Sally Reynolds, investigadora de la Universidad de Bournemouth y coautora del estudio.
“Tenías que prender fuego, tenías que empezar a quemar la grasa”. Los adolescentes podrían haber estado ayudando recolectando leña, agua u otros recursos esenciales.
Debate
La era a la que pertenece el descubrimiento es clave, porque hubo innumerables afirmaciones de asentamientos humanos tempranos en América, pero prácticamente todos son motivo de polémica. A menudo se reduce a un debate sobre si las herramientas de piedra encontradas en un sitio antiguo son de hecho lo que parecen ser, o simplemente son rocas que se rompen debido a algún proceso natural, como caer de un acantilado.
Los supuestos artefactos hallados en lugares más antiguos a veces tienen cortes menos precisos que las puntas de lanza exquisitamente elaboradas que se encuentran en América del Norte desde hace 13.000 años en adelante. Esto genera dudas sobre si en realidad fueron objetos manipulados por humanos.
“Una de las razones por las que hay tanto debate es que hay una verdadera falta de datos firmes e inequívocos. Eso es lo que pensamos que probablemente tenemos”, dijo a la BBC el profesor Matthew Bennett, autor principal del artículo e investigador de la Universidad de Bournemouth. “Las huellas no son herramientas de piedra. Una huella es una huella, y no puede moverse hacia arriba y hacia abajo [en las capas del suelo]”.
Descartar fallos
En todo caso, los investigadores se aseguraron de que su evidencia no tuviera fallos. En su estudio, los científicos tuvieron que descartar un posible “efecto reservorio”. Esto se refiere a la forma en que el carbono a veces puede reciclarse en entornos acuosos, lo que interfiere con los resultados de datación por radiocarbono, haciendo que un sitio parezca más antiguo de lo que es.
Sin embargo, los miembros del equipo aseguran que han tenido en cuenta este efecto y creen que en este caso no jugó un papel significativo.
“Realizaron algunas verificaciones de las fechas del material cercano a las huellas, y encontraron que las muestras completamente terrestres (carbón vegetal) tenían edades similares a las especies acuáticas más cercanas a las huellas”, le dijo a la BBC Tom Higham, experto en datación por radiocarbono de la Universidad de Viena.
“También han argumentado, creo que con razón, que el lago debe haber sido poco profundo en el momento en que la gente caminaba por allí, mitigando el efecto reservorio generado por antiguas fuentes de carbono”.
La consistencia de los resultados y el apoyo de una técnica de datación distinta aplicada en el enclave respaldan la validez de los resultados, agregó. “Creo que, en conjunto, esta es una secuencia de 21.000 a 23.000 años de antigüedad”, dijo el profesor Higham a la BBC.
Desafiando la ortodoxia
Las controversias en la arqueología estadounidense tienen mucho que ver con el desarrollo histórico de este campo de estudio. Durante la segunda mitad del siglo XX, surgió un consenso entre los arqueólogos norteamericanos de que las personas pertenecientes a la cultura Clovis habían sido las primeras en llegar a América.
Se pensaba que estos cazadores habían cruzado un puente terrestre a través del estrecho de Bering, que conectaba Siberia con Alaska durante la última Edad de Hielo, cuando los niveles del mar eran mucho más bajos. A medida que se afianzaba la idea de “primero fueron los clovis”, los informes de asentamientos más antiguos fueron descartados por no ser fiables, y algunos arqueólogos dejaron de buscar señales de colonos más antiguos.
Pero en la década de 1970, esta ortodoxia fue desafiada. En la década de 1980, se encontraron pruebas sólidas de una presencia humana de 14.500 años en Monte Verde, en Chile. Y desde la década de 2000, otros sitios anteriores a Clovis se volvieron ampliamente aceptados, como el complejo Buttermilk Creek, de 15.500 años, en el centro de Texas; y el sitio de Cooper’s Ferry, de 16.000 años, en Idaho.
Ahora, las huellas de Nuevo México sugieren que los humanos habían llegado al interior de América del Norte en el apogeo de la última Edad de Hielo. “No puedo encontrar fallas en el trabajo que se hizo o en las interpretaciones”, manifestó Gary Haynes, profesor emérito de la Universidad de Nevada, Reno.
“Las vías están tan al sur de la conexión terrestre de Bering, que ahora tenemos que preguntarnos si la gente o sus antepasados (u otras personas) habían hecho el cruce de Asia a las Américas mucho antes; si la gente se movió rápidamente a través de los continentes después de cada cruce; y si dejaron descendientes”.
La doctora Andrea Manica, genetista de la Universidad de Cambridge, dijo que el hallazgo tiene importantes implicaciones para la historia de la población de las Américas. “No puedo comentar cuán confiable es la datación (está fuera de mi área de especialización), pero la evidencia firme de humanos en América del Norte hace 23.000 años no concuerda con la genética, que muestra claramente una separación entre los nativos americanos y los asiáticos aproximadamente 15.000 o 16.000 años atrás”, dijo a la BBC.
“Esto sugeriría que los colonos iniciales de las Américas fueron reemplazados cuando se formó el corredor de hielo y entró otra ola de colonos. No tenemos idea de cómo sucedió eso”.
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