Amarlos como si fueran hijos propios, pero sabiendo que es por un período de tiempo determinado. Ése el objetivo de las familias de acogimiento o de tránsito, que reciben a chicos que están atravesando su primera infancia, cuyos derechos fueron vulnerados y que, por ende, debieron ser separados de sus familias de origen tras determinarse una medida de abrigo.
Lo que se busca, es que no tengan que ser institucionalizados mientras se resuelve su situación: es decir, hasta que puedan volver con su familia biológica o sean dados en adopción. Se prioriza la primera infancia por tratarse de una etapa fundamental para su evolución y desarrollo y "se busca que tengan una atención mucho más personalizada, porque nada se compara con el entorno de una familia", explica Marcela Bernardini a Destino, por LN+, quien, junto a su marido e hija, son familia de tránsito.
Hay distintas organizaciones y programas del gobierno de la ciudad de Buenos Aires que reúnen a familias de acogida. Una de estas organizaciones sociales es Familias Abiertas, que realiza esta misión solidaria desde hace 24 años y ya recibió a unos 250 chicos.
"Siempre se intenta que ese tránsito sea durante el menor tiempo posible: la legislación establece un plazo máximo de 180 días para las medidas de abrigo, que poquísimas veces se efectiviza. Muchas veces, los chicos permanecen años con sus familias de tránsito", cuenta Nancy Duran, integrante de Familias Abiertas.
Las familias de tránsito no están solas. Cuentan con el acompañamiento de profesionales que trabajan durante el proceso del acogimiento y con el de un colectivo de familias que se contienen mutuamente. También están las llamadas familias de apoyo: son personas que colaboran de una u otra forma con las que tienen a resguardo oficialmente a algún bebe.
La ciudad de Buenos Aires tiene un programa de acogimiento. Para participar hay que ser mayor de edad, vivir en Capital y no estar inscripto en el registro de adoptantes. Este último punto es clave teniendo en cuenta que los postulantes deben tener claro que no pueden adoptar a esos chiquitos que reciben en sus hogares.
Las familias que integran Familias Abiertas no reciben ningún tipo de dinero a cambio porque se trata de una tarea voluntaria, pero sí están cubiertos todos los gastos de los bebés, como los pañales, la leche, la ropa o la cuna. Sólo hace falta darles amor, tiempo, una mirada personal y un hogar. Además del esfuerzo y dedicación que requiere esta tarea, el mayor miedo surge con la ida de los bebes. Eso es lo que más tienen que trabajar las familias.
"Cuando llega la familia adoptiva y viene a buscar a su bebé es el momento sublime para nosotros, es ahí donde uno se siente realizado. Los sentimientos son encontrados, porque lo cuidamos como a un hijo más", dice Esteban Davis, marido de Nancy. Ella, suma: "Cuando esa mamá se encontró con ese bebé, mi bebé (porque yo lo siento como propio) y vemos cómo se conectaron, se vieron, se amaron, se estuvieron esperando, es impagable. Yo creo que lo hago por eso."
Más información: Familias Abiertas
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