Fabrica grifería, un viaje le cambió la vida y ahora todos hablan de él en Tandil: “Los estadounidenses se sienten en su casa”
Escondido entre las sierras, se encuentra un restaurante que recuerda lo mejor de la Ruta 66 y que combina la pasión por los autos antiguos y la comida rápida de Estados Unidos
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Aseguran que la Ruta 66 es mítica, que tiene magia y un cierto misterio; que solo quienes tienen la fortuna de recorrerla, al menos los tramos que aún existen y son adecuados para la circulación, experimentan algo fuera de serie. Tal vez por las películas que se filmaron allí y la referencia internacional que se construyó en base a un camino que en muchos lados es desértico, pero que presume una historia particular. Al referirnos a ella, es casi imposible no vincularla a Pappo Napolitano y la emblemática canción en su honor. Tan imponente resultó ser que Carlos Giosa, un empresario argentino, dueño de una fábrica de grifería, se inspiró para llevar adelante un proyecto gastronómico sin igual en la provincia de Buenos Aires, que se destaca en todo el país.
A solo 355 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, en Tandil, se encuentra un lugar poco conocido por el turismo nacional y que guarda un gran valor histórico para quienes son amantes de los autos antiguos y de la mítica Ruta 66, que atraviesa parte de los Estados Unidos. En un galpón rojo, de arquitectura poco usual en nuestro país, se encuentra Granero 66. Un emprendimiento que combina comida y autos. Algo que Carlos jamás pensó en llevar a cabo, pero que gracias a la insistencia de su hijo, lo cumplió como un sueño que siempre anheló desde la niñez.
Rodeado de sierras y en la base de una colina, con un entorno verde y en uno de los barrios que limitan con el fin de la ciudad y el inicio de las primeras plantaciones de girasol, soja y trigo, se erige este edificio llamativo y que atrae a diario a decenas de visitantes de todas partes. Porque sí, no solo los locales se maravillaron con su especial impronta, sino que a poco de su inauguración, allá por el 2021 y luego de la pandemia, también logró cautivar a extranjeros.
Único en su tipo, Granero 66 es un sitio que nos adentra en la historia del automotor, ya que cuenta con vehículos de finales de la Segunda Guerra Mundial -con algunas excepciones- y que en cada detalle se plasmó el sueño de Carlos. No solo por los autos, sino por su amor hacia la Ruta 66.
Desde muy chico, Carlos se consideró como un apasionado por los vehículos. Ya en su adolescencia jugaba a arreglarlos y alimentaba poco a poco esa proyección que más tarde se convertiría en este peculiar emprendimiento gastronómico y cultural.
Oriundo de Burzaco, a los diez años se mudó con su familia a Tandil. Actualmente, con 53 años, es propietario de una fábrica de grifería plástica en Adrogué y jamás imaginó encontrarse en este punto. Todo inició gracias a que, en 2020, realizó un viaje a Estados Unidos con su esposa en el marco de la celebración de su cumpleaños número 50. Allí, conoció el famoso camino de la Ruta 66 y algo se encendió en él.
A la par, Giosa coleccionaba autos y motos y los restauraba, hasta que llegó a tener 40 rodados, por lo que se vio obligado construir un galpón para ubicarlos. Tras el regreso de su viaje y luego de una intensa charla con su hijo Martín, Carlos se convenció de crear un museo y un restaurante temático sobre la Ruta 66, con el objetivo de enseñarle al mundo su reserva de vehículos históricos.
“Mi hijo me decía que solo un museo no tenía gracia, que había que poner un restaurante. Y bueno. Ahí surgió la idea de comidas rápidas con un menú estilo americano”, contó Carlos. Quienes visitan Granero 66 son recibidos por una réplica de un avión de la Segunda Guerra Mundial. En el interior, sus asientos grandes, su piso blanco y negro, sus carteles y fotografías con referencia a los años 50 y 60, el nombre de las hamburguesas como Oklahoma o Misuri y las meriendas alusivas al país del norte, permiten por un momento imaginar un viaje relámpago a los Estados Unidos.
“Tomé varias cosas que me gustaron de allá y las metí todas juntas en un solo lado. Eso marca también la diferencia. Han venido turistas norteamericanos y quedaron sorprendidos. Primero porque ellos se sentían en su casa y después por meter un museo en un lugar de comidas”, reveló Carlos orgulloso, a la vez que calificó su emprendimiento como algo positivo para la ciudad. Además, remarcó: “Es entrar y sentirte en un Dinner de Estados Unidos. Hay mucha gente que fue y te felicita, y también está el que no conoce y el que no va a poder viajar, por diferentes circunstancias de la vida y bueno, le estoy dando un lugarcito para que viva lo que yo viví allá”.
Lejos del mundo gastronómico, Carlos logró instalar un predio con una propuesta diferente en Tandil y que el propio Concejo Deliberante lo declaró “Sitio de interés municipal” el 9 de diciembre del 2021. “Más allá de que sea mi negocio, yo apuesto por Tandil. Todo lo que uno invierta para la ciudad, para la gente y para que el turista venga y se lleve un recuerdo, de lo que para mí es la ciudad más linda de la República Argentina”.
Actualmente, Carlos continúa bajo el control de sus fábricas, tanto en Tandil como en el conurbano bonaerense. Según definió, Granero 66 es su “cable a tierra” y lo toma como “un hobby”, ya que su hijo y su nuera son quienes administran el predio. No obstante, de tanto en tanto recibe a los visitantes, les cuenta la historia de los vehículos y, en su tiempo libre, se dedica a restaurar y combinar la rotación de cada uno, ya que del total en el museo solo se muestra una fracción.
Entre un camión de bomberos, un auto de policía, un colectivo que imita al que recorrió la ciudad serrana allá por el 1930, bicicletas colgadas en las paredes, un taxi, un mural de Diego Armando Maradona sobre una recreación de La Boca, una pulpería, un cargador de nafta antiguo, una serie de motos que dan la impresión de haber pertenecido a algún film, rock and roll de fondo y alguna que otra referencia más que hacen revivir la nostalgia de personas mayores que se emocionan al viajar al pasado, o que más bien inyectan fascinación en los más jóvenes por una pizca del siglo pasado en la cual el diseño de vehículos era todo un arte.
“Con la plata hacés muchas cosas. Pero con la pasión hacés muchas otras cosas, por más de que tengas diez veces más de lo que hay acá. Podrás tener autos más caros, más lindos, pero bueno, estar en el detalle de cómo disfrutás las cosas, cómo las vestís… El ver el rostro de los mayores, su emoción. La emoción de los más chicos… Es impagable. Eso es impagable”, reflexionó Carlos.
En tanto, Granero 66 se encuentra en el cruce de la Avenida Don Bosco y Spegazzini, a pocos metros del Lago del Fuerte. El local, en su horario de invierno, abre de viernes a domingos -los feriados inclusive- desde las 12.00 hasta las 00.00.
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