Extraño escape en una cárcel brasileña
Es un argentino que iban a extraditar
SAN PABLO.- Antes de Francisco Trusso, el banquero argentino que se fugó o compró su fuga de una cárcel brasileña, a Brasil se le había escabullido otro preso argentino a punto de ser extraditado.
Se trata de Leonardo Abel Sinópoli Azcoaga, solicitado a la Justicia brasileña por dos jueces de la Capital Federal, por los cargos de estafa, fraude y falsificación de documento público.
Por confidencialidad, la justicia brasileña no revela muchos más datos del caso ni a quiénes Sinópoli Azcoaga había estafado en la Argentina.
Pero se sabe que el pedido de extradición se había iniciado el 16 de diciembre de 1999, cuando el argentino estaba aún fugitivo.
Sinópoli Azcoaga fue detenido posteriormente y alojado en la Superintendencia Regional del Departamento de la Policía Federal del Estado de Alagoas -nordeste brasileño-, el Estado del ex presidente Fernando Collor de Mello, donde el analfabetismo de la población alcanza el 40 por ciento.
El 25 de septiembre de 2000, nueve meses después de iniciado el trámite, el Supremo Tribunal Federal brasileño aún analizaba cuándo y si concedería la extradición solicitada por los jueces argentinos. La decisión probablemente ya no importe tanto, porque ese día Sinópoli Azcoaga se escapó de la cárcel y nunca más fue visto.
Un preso en proceso de extradición tiene la característica de exigir un cuidado mayor, ya que está siendo requerido por la Justicia de otro país. La pérdida de un preso que, en rigor, está siendo custodiado por otra nación hasta puede generar problemas diplomáticos.
La fuga de Trusso
Algunos meses después de Sinópoli Azcoaga, también de una Superintendencia de la Policía Federal -pero de San Pablo-, se fugaría Francisco Trusso, de quien hoy no se saben ni el paradero ni si, al menos, permanece en Brasil.
Algunos apuestan a que tomó un avión privado y se fugó a algún país cercano, y desde allí a destinos más lejanos. Dos semanas después de fugarse, Trusso se desvinculó de los abogados que tenía en Brasil y ya no tiene más defensores, lo que hace pensar más aún en que ya habrá pasado las fronteras.
"En los dos casos, la única comunicación que hubo del Estado brasileño fue una carta avisando que los presos se habían fugado", comentó a La Nación una fuente diplomática argentina.
Del lado de la Cancillería argentina no hubo pedidos de explicaciones sobre cómo es posible que se fugue un preso que aguarda un proceso de extradición y que teóricamente debería estar doblemente custodiado.
Actualmente, las cárceles brasileñas alojan más de 20 presos argentinos con pedidos de extradición en trámite.
Si se encaja en la realidad carcelaria brasileña, los casos de fugas no sorprenden tanto. La semana pasada fue descubierto un túnel que pasaba por debajo de una de las cárceles con presos de la más alta peligrosidad: Carandirú.
El túnel tenía iluminación y ventilación eléctrica, y conducía a una favela cercana. Las fugas o los rescates de presos -el fin de semana dos hombres liberaron a 48 detenidos de un presidio paulista- son una constante en Brasil, y los extraditables argentinos gozan de esa ventaja.
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