Experimentos de chicos argentinos viajan al espacio

Un contenedor con experimentos científicos, diseñados por estudiantes argentinos, viajó ayer al espacio en el transbordador Atlantis, que despegó desde Cabo Cañaveral, en los Estados Unidos, para realizar reparaciones y preparativos en la Estación Espacial Internacional (EEI).

Trece instituciones educativas de Buenos Aires, Santa Fe y Chubut se integraron en un proyecto educativo elaborado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), de común acuerdo con la NASA.

El plan permitió a profesores y estudiantes de los distintos niveles poner en órbita diversos materiales para ser expuestos a las condiciones del ambiente espacial. Una vez que la nave regrese a la Tierra, las pruebas serán analizadas.

Entre los elementos enviados por los alumnos argentinos hay agua, aceites esenciales, diskettes, película fotográfica, semillas y toda una serie de materiales inorgánicos y orgánicos, estos últimos, en estado de vida latente.

Comida para peces

Uno de los experimentos más comentados en los Estados Unidos fue el producido por alumnos del Colegio Brigadier General Estanislao López, de Rosario. "Los chicos enviaron una cantidad de microorganismos, básicamente, comida para peces", dijo Rubén Piacentini, coordinador de la Conae en Rosario y su zona de influencia.

"Estos organismos viven en el agua; fuera de ella están en estado latente", aseguró Piacentini. Y agregó: "El objetivo es estudiar los cambios que se producen en esos organismos, por acción de la microgravedad (cuando la fuerza de gravedad es casi igual a cero) y la radiación cósmica" es decir, la radiación emitida por el sol y otros cuerpos celestes.

Sabrina Alvarado, estudiante de tercer año, explicó los efectos que las condiciones del ambiente espacial podrían provocar sobre los microorganismos. "Podrían tener alguna modificación en su forma, cambios genéticos o sufrir otras mutaciones", comentó.

Ignacio Llorens, ex alumno del Nacional Buenos Aires, trabaja desde hace tiempo con otros compañeros en un plan de medición de radiaciones cósmicas. "Nosotros queremos detectar el nivel de radiación, solar y galáctica", afirmó, al explicar los dos tipos de censores que enviaron al espacio.

"Los termoluminiscentes almacenan información de acuerdo con la cantidad de radiación que reciben. En cambio, los detectores de trazas son impactados por partículas cósmicas que dejan una marca en el material", afirmó el estudiante.

La nave permanecerá diez días en el espacio, con la misión principal de conducir la EEI a una órbita más segura que la que ocupa hoy. Además, el transbordador transporta 1000 kilogramos de suministros para abastecer a la estación y sus tripulantes deberán realizar los preparativos para la llegada del módulo ruso Zvezda, uno de los cien que integrarán la EEI cuando sea completada.

La Atlantis pudo ser lanzada luego de cuatro intentos fallidos, como consecuencia de las malas condiciones meteorológicas imperantes en la base espacial Kennedy, situada en Cabo Cañaveral, al sudeste de la Florida estadounidense.

El acuerdo de la Conae con la NASA, que permite el envío de los materiales experimentales al espacio, es parte de un convenio general, el Acuerdo Marco de Cooperación Para el Uso Pacífico del Espacio Ultraterrestre, firmado en 1992 y renovado tres años más tarde. En el mismo se especifican una serie de actividades educativas, para ser llevadas a cabo en el ámbito de la astronomía.

Rubén Piacentini destacó el objetivo del proyecto: "Esperamos tener una cantidad importante de información, derivado del análisis de las muestras". Y aseguró que el acuerdo da a los estudiantes y docentes argentinos "la posibilidad de trascender".

"Trabajamos con chicos que viven la era de la explosión espacial -dijo Marcos Machado-. Van a vivir la época en que el hombre salga de la Tierra para vivir en otras partes". Y justificó la importancia del acuerdo logrado con la NASA: "Hay que darle a los más jóvenes la posibilidad de integrarse seriamente a las actividades espaciales".

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