“Experiencia consciente”: baños de bosque y otras prácticas que recomiendan los especialistas para reconectarnos con la naturaleza
La crisis climática y la vida urbana provocan que cada vez estemos más alejados de los espacios verdes
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SAN PABLO.— Ir hacia la naturaleza. Estar más en contacto con ella. Adentrarse de tal manera que hasta puede ser una buena idea darse un “baño de bosque”. Esas son algunas prácticas saludables que propuso un grupo de especialistas en un contexto cada vez más creciente de contaminación en el planeta y de “injusticia ambiental” que vulnera derechos básicos.
“El enemigo somos nosotros”, dijo Nelzair Vianna, investigadora brasileña en Salud Pública de la reconocida Fundación Oswaldo Cruz en el Estado de Bahía, para referirse a las consecuencias del calentamiento global. De hecho, ya en abril pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) advertía: “…el 99 por ciento de la personas respiran aire insalubre, procedente de la quema de combustibles fósiles. Debido al calentamiento del planeta, los mosquitos propagan enfermedades más lejos y más rápido que antes. Los fenómenos meteorológicos extremos, la pérdida de biodiversidad, la degradación del suelo y la escasez de agua provocan desplazamientos de personas y tienen efectos negativos sobre su salud… Esta crisis sanitaria y social compromete la capacidad de las personas para tomar el control de su salud y su vida”.
Frente a este diagnóstico, Vianna expuso: “La salud humana no es posible en un planeta que está enfermo”. A continuación, se preguntó: “¿Qué podemos hacer si el paciente que necesita cuidados intensivos es el planeta?”. Y contestó, categórica: “Hay que hacer un cambio de paradigmas”. Así, propuso que se integren políticas sociales, económicas y ambientales en dirección a fortalecer la salud planetaria. “Promover patrones sustentables y equitativos y usar la tecnología que trajo progreso para orientarla hacia este gran cambio que necesitamos promover”, concluyó su ponencia en el panel “Clima y Salud” en la séptima edición del Foro Latinoamericano de Calidad y Seguridad en Salud, que se realizó el mes pasado en esta ciudad. Este encuentro fue organizado por la Sociedad de Beneficencia Israelita Brasileña Albert Einstein, que invitó a LA NACION, junto con el Institute for Healthcare Improvement.
Justicia ambiental
Esa sería una solución macro. Es decir, una resolución que se vincula con el diseño e implementación de políticas públicas. Pero también hay otro tipo de cambios que se relacionan con los efectos de las propias conductas de los individuos, tal como planteó Angela Barbarulo, coordinadora de Justicia Climática y Socioambiental del programa Infancia y Naturaleza del Instituto Alana, una organización que aboga por los derechos de los chicos.
Para ella, promover un mayor contacto con la naturaleza es una manera de lograr cierta justicia ambiental. Sobre todo, si los beneficiarios son los chicos. “Un informe de UNICEF clasifica la crisis climática como una crisis de los derechos de los niños”, señaló para plantear que millones de chicos están expuestos a niveles altos de contaminación del aire, a la falta de agua potable, a inundaciones, y a olas de calor extremas, entre otros efectos del cambio climático. De esta manera, según esta abogada especializada en derecho ambiental, los derechos de los niños que se vulneran, además del de la vida, son los vinculados a la salud, a la seguridad alimentaria, y al acceso al agua potable, entre otros.
Así, como una forma de garantizar los derechos de los chicos, Barbarulo, junto con el Instituto Aldana, busca fortalecer el vínculo de los niños con la naturaleza. “Para eso necesitamos encontrar soluciones. Y una parte depende de los individuos, es decir de la voluntad de que los chicos estén en espacios verdes en detrimento de los cerrados, pero también hay cambios que dependen de políticas públicas y de planificación de las ciudades”, indicó en una de las salas de exposiciones del imponente Centro de Enseñanza e Investigación Albert Einstein, en la zona de Morumbi.
Para eso, propuso que los chicos deberían disponer de un espacio verde cercano a sus hogares, como una plaza o un parque, que puedan usar diariamente. Pero también que se incorporen más de estos lugares en las escuelas. De hecho, ella fue más allá en cuanto a lo educativo: “Habría que diseñar un sistema de aprendizaje en la naturaleza. Es decir que se puede enseñar sobre ella en la misma naturaleza”. Y por último, planteó sumar espacios verdes en los hospitales: “Muchas investigaciones muestran que los niveles de recuperación son mejores cuando las personas tienen contacto con la naturaleza”.
Consecuencias positivas
“¿Cuáles son los beneficios de que los chicos están más tiempos al aire libre?”, se preguntó. Y respondió: “Contribuye a reducir la obesidad, a que los niños tengan más noción de su cuerpo y más coordinación física, tomar sol e incorporar vitamina D, enfermarse menos, sobre todo de influenza y otras afecciones respiratorias, y reducción de miopía (al estar en menor contacto con las pantallas)”.
Alex Gesse, director ejecutivo de la organización Forest Therapy Hub, coincidió con Barbarulo: “Estar en contacto con la naturaleza mejora la percepción de salud y bienestar, tiene un efecto coterapéutico, contribuye a la salud mental, promueve la interacción y la cohesión social, fortalece el sistema inmunológico y ayuda a mantener la salud cardiovascular”.
De ahí que su propuesta son los baños de bosques, que, según describió, es algo más que un mero paseo por este espacio verde: “En esta práctica, hay un guía que busca generar un entorno seguro para que los participantes puedan conectar con la naturaleza de forma consciente. En una primera fase, incentiva a los participantes para mantener sus sentidos abiertos, luego ofrece un espacio en que los participantes se dejan sorprender por la naturaleza: el olor de una flor, el canto de un pájaro, el tacto con el musgo… De esta manera, quizás puedan experimentar momentos conscientes e integrarlos de forma que puedan apoyar su percepción de salud y bienestar. Aunque parece sencillo requiere de una extensa preparación y la integración de un conjunto de técnicas”, explicó Gesse, que trabaja con un equipo integrado por médicos, psicólogos, psiquiatras, ingenieros forestales, biólogos, y paisajistas, entre otros profesionales que buscan que volvamos a conectarnos con eso que los citadinos parecemos haber perdido hace un tiempo, la naturaleza.
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