Experiencia argentina: qué son los bonos de plástico y por qué pueden ser una opción para reducir la contaminación
Pueden comprarlos las empresas que apuestan por la sustentabilidad; con esos fondos se financian iniciativas de reciclado de este material
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La Fundación Banco de Plásticos es una organización multisectorial que nace con el propósito de promover el reciclado de estos productos. Su misión es generar un ecosistema neutro de este material, en donde se recicle todo plástico que se usa y fue gracias a su trabajo que Cabelma, una empresa recicladora, se convirtió en la primera en emitir bonos de plástico en América del Sur.
“Estos son una herramienta medioambiental que nace para resolver el principal desafío que tienen los plásticos: la mala disposición. Inspirados en el concepto de compensación con el que trabajan los bonos de carbono, buscan incentivar el recuperado y el reciclado de los plásticos, y, de esa manera, minimizar la huella de este material en el medio ambiente”, dijo en diálogo con LA NACIÓN, Carlos Briones, presidente de la Fundación Banco de Plásticos.
En este sentido, explicó: “Un bono de plástico es un documento que certifica que el titular ha sido responsable de la recolección y el reciclado de una tonelada de plástico. De esa manera, una empresa que introduce una determinada cantidad de toneladas de plástico virgen al mercado puede compensar la huella de este material mediante la adquisición de estos títulos. Esos fondos están destinados a proyectos de reciclado que son auditados por un tercero independiente de acuerdo a estándares internacionales”.
Así, por ejemplo, una compañía que lanza al mercado una tonelada de plástico, ya sea en productos o en desechos, puede adquirir estos bonos a un precio establecido. Ese dinero será usado por una empresa recicladora para financiar algún proyecto sustentable. Así la tenedora de los bonos compensará la tonelada usada en su proceso de producción reciclando la misma cantidad, pero de otra compañía o sector.
En distintas partes del mundo existen los bonos de plástico, como por ejemplo, Filipinas, Australia, España, Camboya, India, Indonesia y Tailandia, por lo que hay un mercado de compra y venta de estos, que son adquiridos por distintas empresas multinacionales de renombre. Según Briones, esta herramienta es “totalmente novedosa” y la Argentina está a la vanguardia con el primer caso de emisión de bonos de plástico de América del Sur.
Cómo funciona el sistema de bonos
Las empresas que recolectan y reciclan plástico emiten los bonos. Para lograr esto, deben aprobar una auditoría que la realiza una empresa independiente, que verifica que se cumplan con ciertos estándares internacionales de acuerdo a un protocolo. Una vez aprobada esta fase, el reciclador emite los bonos de plástico de acuerdo a la cantidad de toneladas que certifica. Estos bonos son ofrecidos en un mercado abierto y su precio será de acuerdo a la demanda del mercado.
Según explicó Briones, los bonos pueden ser adquiridos por cualquier persona o empresa, pero afirmó que son las compañías, con objetivos de sustentabilidad, las principales interesadas. Esto es así porque mediante la adquisición de los bonos, pueden hacerse responsables por la recolección y el reciclado de los plásticos, y de esta manera compensar la huella de este material, parcial o totalmente.
Las empresas que compensan en su totalidad logran obtener un certificado de Plástico Neutro. Esto se traduce en un logo que las compañías pueden incorporar en la presentación de sus productos, indicando así que son una entidad que verdaderamente se compromete con el reciclado de los plásticos que introducen al mercado.
Tras ser consultado por el motivo por el cual las empresas compran estos bonos y por sus beneficios, Francis Van Lierde, director de Cabelma, reflexionó: “Cada vez más, el consumidor final es una persona inteligente y con información. Quiere saber cómo están fabricados los alimentos que consumen, cómo están fabricados los envases que los contienen, entre otras cosas”. Y consideró: “Los bonos de plástico son una excelente alternativa para que las empresas puedan hacerse responsables por el plástico virgen que introducen en el mercado, de una manera sencilla, transparente y escalable. De esta forma, pueden cumplir con sus objetivos de sustentabilidad y mostrar acciones comprometidas con el medio ambiente para aquellos consumidores que lo valoran”.
Con el primer proyecto en el cual Cabelma fue protagonista, se lograron recuperar y reciclar aproximadamente 100.000 kg de plástico y, según expresaron, esperan llegar a los 200.000 kg para finales de 2023. La gran cantidad de plástico recolectado son redes y distintos objetos de la industria de la pesca, todos provenientes de los puertos de la costa.
“Elegimos este primer proyecto porque es un piloto perfecto para demostrar la utilidad que tienen los bonos para aumentar la cantidad de plásticos que se recolectan y reciclan. En este caso, los elementos de la industria pesquera son perfectamente reciclables”, dijo el director de Cabelma.
“¿Por qué motivo no se reciclan normalmente? Porque no es rentable. Para reciclarlas, hay que recolectarlas en puntos sumamente remotos, ponerlas arriba de un camión como se pueda, luego se clasifican de manera manual, se cortan para hacer parches más manipulables, se clasifican por materiales separando los materiales que no son plásticos y recién luego se recicla”, describió sobre el proceso. Y expresó: “Todo eso se traduce en costos que lo hace inviable. Al hacer todo esto dentro de un marco auditado de los bonos de plástico, permite que los recicladores puedan obtener un ingreso adicional que permite la sustentabilidad económica del proyecto. Es un excelente caso piloto de lo que se puede hacer en otro casos semejantes”.
La primera compra de bonos de plástico de la Argentina
“Nos enteramos de los bonos gracias a Cabelma. Nos comentaron en qué consistía y detectamos en la propuesta una excelente oportunidad para conseguir uno de nuestros objetivos internos como compañía: ser sustentables y asegurarnos de cuidar el maravilloso hogar en el que todos vivimos: el planeta”, contó a LA NACIÓN, Iván Shemi, gerente general de la empresa de diseño de anteojos, Borneo Readers, la primera en comprar bonos de plástico en la Argentina.
Tras ser consultado por la decisión de avanzar en la empresa con la compensación de la huella de plástico, Shemi explicó: “Como empresa nos pareció muy importante poder ser consistentes con lo que pensamos. Poder operar de una manera que asegure que por lo menos, vamos a dejar el mundo igual o mejor de lo que lo encontramos”. Y agregó: “Teniendo una estructura chica, esto puede ser a veces un desafío. De esta manera, podemos aportar confiando en expertos que se ocupan de la parte práctica del reciclaje y nos dan la posibilidad de ser socios en este proyecto tan lindo”.
Cuando comenzaron a trabajar en conjunto con la fundación, se logró calcular cuánto era en términos reales la huella de plástico de la empresa. Luego de un relevamiento llegaron a la conclusión de que cuatro bonos de plástico eran lo necesario para poder compensar el impacto en 2022 y convertirse así en una empresa “Plástico Neutro”.
“Los bonos adquiridos equivalen a cuatro toneladas de plástico recolectado y reciclado. En este caso, los bonos corresponden a un proyecto de recolección y reciclado de residuos pesqueros en las Islas Tova y Tovita, en la Patagonia, con un valor de aproximadamente 700 dólares cada uno. Los valores varían dependiendo del proyecto”, explicó el gerente general de la empresa.
Y reflexionó: “En Borneo Readers creemos que todo lo que hacemos tiene un impacto en lo que nos rodea y que todo lo bueno que uno hace vuelve multiplicado. El día a día nos muestra que el impacto climático no es algo del futuro y proyectos de este tipo nos permiten una barrera de entrada posible para poder ayudar desde nuestro lado”.
Por su parte Briones aclaró: “Hoy en día, el mercado de bonos de plástico es voluntario. Las empresas no están obligadas a hacerse responsables de aquellos materiales que introducen en el mercado (no solo en el caso de los plásticos). Respecto a la legislación, se encuentra en tratativas el proyecto de ley de la Responsabilidad Extendida del Productor (REP), la que considera que los productores paguen una tasa, llamada TAREP (Tasa Ambiental de Responsabilidad Extendida del Productor), que destina los fondos recaudados a incentivar el reciclado de materiales. Esta tasa está calculada por el Estado y está publicada en una tabla, según el material del packaging”.
“Los fondos son recaudados por la AFIP y transferidos al Ministerio de Ambiente para su aplicación discrecional entre distintos actores. El Banco de Plásticos propone una alternativa al pago de la tasa al Estado que no entendemos como una solución. Nuestra propuesta es que las empresas puedan compensar su huella con un sistema de gestión integral entre privados. Que un productor pueda presentar un certificado que determine que se ha hecho responsable por la recolección y el reciclado de los materiales que introdujo en el mercado. De esta manera, cada productor se hace responsable de sus propios materiales a través de un sistema transparente, trazable y escalable”, concluyó.
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