Éxodo por las restricciones. Demoras de más de 45 minutos para salir de la Ciudad
Las principales avenidas y autopistas hacia distintas zonas del conurbano se comenzaron a cargar de tránsito a partir de las 15.30; mucha gente decide pasar estos nueve días de cuarentena estricta en ambientes más despejados
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Bajo una llovizna intermitente y en medio de un tráfico que fue creciendo a medida que anochecía, muchos porteños aprovecharon las últimas horas restantes para la entrada en vigencia del nuevo decreto presidencial, que prohíbe la circulación entre distritos por nueve días, para migrar de la Capital hacia quintas y casas de fin de semana en la provincia de Buenos Aires.
Aquellos que pudieron, eligieron salir después del mediodía, para evitar la congestión de las rutas y autopistas que se vaticinaba desde temprano. A las 15.30, la aplicación Google Maps ya marcaba una demora de 45 minutos en dirección a la zona norte del conurbano. El mayor embotellamiento se daba en el tramo que une la avenida Lugones con la autopista Panamericana.
Aproximadamente a esa hora partieron Cintia Blanco, su marido y sus tres hijos, de 11, 13 y 16, hacia su casa de fin de semana en Open Door. “Queremos salir cuanto antes, hay rumores de que van a empezar a cortar la circulación a eso de las seis -contó Blanco de 46 años, a LA NACION, minutos antes de dejar su departamento, en el barrio de Belgrano-. El año pasado, no quise irme antes de que empezara el primer aislamiento por miedo. Temía que nos enfermáramos allá, donde el sistema de salud no es tan bueno como en la Capital. Por esa decisión, terminamos pasando seis meses encerrados en nuestro departamento, que es chico, y la pasamos muy mal”
Ella y su familia planean pasar los próximos nueve días en Open Door, en una casa que Blanco describe como “muy sencilla”, pero donde el aislamiento se vuelve más ameno, hasta que el gobierno porteño decida volver a abrir las aulas, que, según anunció el Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, permanecerán cerradas hasta el 30 de mayo.
“No creo que las clases vuelvan a la presencialidad en nueve días. Si las clases vuelven, pero de manera virtual, sé lo que les espera a mis hijos: horas y horas frente a una pantalla. Allá van a poder tener otra vida después de las clases: pueden salir a andar en bici, a jugar”, anticipa.
Para las 17.30, el tránsito ya se encontraba más frenado en la mayoría de los accesos que conectan la Capital con la provincia, especialmente en dirección a zona oeste y zona norte. El GPS de Silvana Ramírez marcaba más de una hora y cuarto de demora desde su casa, en Belgrano, hasta Luján. Desde Acceso Oeste, con el celular en altavoz, la mujer, de 52 años, contó a LA NACION que el tráfico estaba “terrible”.
A diferencia de Blanco, Ramírez, sus tres hijos y su hermana pasaron gran parte del confinamiento del año pasado en su casa del distrito bonaerense. “Estuvimos hasta julio. La cuarentena fue bastante soportable. Si nos quedamos en el departamento, en Capital, la realidad hubiese sido otra. En provincia estamos igual de encerrados que en la Ciudad de Buenos Aires, pero al menos con jardín”, destaca.
“Lo decidimos ayer por una cuestión de espacio; era pasar la cuarentena en un monoambiente o en una casa con jardín”, explica Martina O’Conor, de 24 años, que hoy viajó a Hurlingham, a la casa de su novio, donde pasará los próximos nueve días. Ella salió de Núñez a las 14, y de todas formas tardó dos horas en llegar a destino. Generalmente, dice, tarda entre 30 o 40 minutos en hacer ese mismo trayecto.
Las nuevas restricciones también desincentivaron el viaje a la costa que muchas personas tenían planeado para este fin de semana, que en un principio iba a ser extralargo, después se decidió que no lo fuera y al final volvió a serlo. Esta mañana, en una reunión en Casa Rosada, el gobierno nacional, el de la Ciudad y el de la provincia bonaerense acordaron reforzar el control de los permisos y desplegar las fuerzas federales en todo el país.
La noticia frustró los viajes de muchos porteños, como el de Miguel Carranza, de 28, que planeaba viajar hoy a Miramar, a la casa de un amigo, y quedarse allí hasta el martes. “Después de un año de mucho estrés y desgaste psicológico por el encierro y el teletrabajo, quería irme de vacaciones unos días a la playa, pero ahora, con las nuevas restricciones, no me animo, porque no se si voy a poder volver”. cuenta. El joven decidió cancelar sus planes de viaje y quedarse en su casa.
A las 18.50, poco más de una hora antes de que empezara a regir la prohibición de la circulación a partir de las 20, impuesta por decreto desde hace semanas, las salidas de la autopista Panamericana y la colectora de Acceso Norte estaban colapsadas. Entre bocinazos, los autos que circulaban por la vía principal mantenían un ritmo de entre 20 y 30 kilómetros por hora, según pudo saber LA NACION. En buenas rachas, la velocidad subía a unos 40 kilómetros por hora.
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