¿Existe la depresión post-destete?
Las mujeres atravesamos muchísimos cambios físicos durante el embarazo, el post-parto y la lactancia. Nuestros cuerpos se transforman y mutan de varias maneras y en el medio de todos esos cambios están las hormonas alterando nuestro estado de ánimo. Sabemos que existe la depresión post-parto y poco a poco se va conociendo más del tema. Pero de lo que no se habla tanto es de un momento también complicado para las madres que es el de dejar de amamantar, es decir el del destete. Para muchas mujeres, incluso algunas que no han sufrido nada similar a la depresión post-parto, este es un momento muy angustiante y complicado a nivel físico y emocional.
El tema empezó a estar en boca de todos (al menos en el mundo virtual) después de que la conocida influencer radicada en Manhattan, Joanna Goddard, creadora de A Cup Of Jo, un blog de estilo de vida personal, hablara en un posteo acerca de la profunda depresión que había sentido al destetar a su primer hijo. Poco después, el Huffington Post publicó un artículo al respecto y en muchos otros medios empezaron a hacer referencia al tema.
Pero para entender un poco más acerca de lo que podría llamarse la "depresión post-destete", me contacté con la ginecóloga, Lic. en Psicología y Consultora Internacional en Lactancia Materna, Mirta Népite, que me explicó más sobre el tema:
¿Existe la depresión post-destete?
Si vamos realmente a la bibliografía específica o a estudios conocidos, no existe, como sí existe la depresión post-parto en los libros de ginecología, obstetricia y psicología. En cambio, la depresión post-destete no es una entidad en sí, pero sí es algo que se ve ¡y bastante!
¿Por qué ocurre?
Por lo general, ocurre cuando una mujer toma la decisión de dejar de darle la teta a su hijo por alguna causa que contradice sus propios sentimientos, sin empoderarse de su situación como madre.
Cuando una mujer siente que el dar de mamar le da placer, plenitud, es una de las mejores cosas que le pasa en la vida… Y lo disfruta y lo sigue haciendo hasta que ella y su bebe deciden dejar de hacerlo, esta situación de destete no es vivida como un duelo.
Pero generalmente lo que pasa es que en nuestra sociedad, todo el tiempo nos están imponiendo qué modelos tenemos que ser de madre: si le damos de mamar hasta más grande, es "Ay, ¡todavía con teta!", si no es "¿Cómo no le das más?"... Y muchas veces esto hace que nos dejemos influir y no decidamos realmente a conciencia cuándo destetar a nuestros hijos.
¿Hay un tema hormonal o es emocional?
No es una situación sólo hormonal o sólo emocional. Si bien las mujeres somos muy hormonales (basta pensar en cómo las hormonas del ciclo menstrual pueden afectar nuestro humor), si algo nos pasa a nivel emocional (me peleé con mi pareja, mis hijos están con fiebre y estoy preocupada...), esto puede dar vuelta por completo el estado de ánimo que favorecían las hormonas hasta ese momento.
Pero las hormonas tienen mucho que ver: mientras estás amamantando tenés la oxitocina y la prolactina a full. La prolactina es la hormona que produce la leche y la oxitocina es la hormona que la eyecta. A la oxitocina se la llama "la hormona del amor", la que nos hace sentir ese placer cuando amamantamos (si lo estamos haciendo bien).
Al dejar de dar la teta, se produce una baja importante de oxitocina y eso es lo que nos hace sentir más caídas o fracasadas, tristes...
¿Qué pasa cuando el destete se da en circunstancias bruscas no planificadas?
Frente a acontecimientos de la vida que nos afectan tanto emocionalmente como una pelea marital, una muerte cercana, incluso la vuelta al trabajo, el estrés... La oxitocina se va y la que aparece es la adrenalina, que es la hormona del dolor, del miedo, del estrés. Y si gana la adrenalina, ahí es cuando por más que la prolactina siga produciendo, la eyección está anulada porque no hay oxitocina. La adrenalina es justamente la que da esa sensación de fracaso, de pérdida, de duelo. Y eso es duro de remontar.
¿Cómo se puede luchar contra la depresión post-destete una vez que la tenemos?
Antes que nada, si detectamos a qué se debe nuestra angustia, o sea si sabemos que es por el destete, esto no es una depresión, es algo que va a pasar, algo momentáneo.
Pero para no angustiarse, en lugar de pensar que "dejo" algo, hay que pensar que "lo cambio". Cuando lo vemos como un cambio en lugar de algo perdido, podemos pensar: "Cambio la teta por un juego... Cambio la teta por un mimo... Cambio la teta por un cuento". Pero si yo lo veo como una pérdida, va a ser un proceso de duelo.
Además, hay que tratar de dejar la culpa: si bien el sentirnos culpables por distintas cosas es un poco inherente al género femenino, tenemos que entender que ya no somos "todo" para el bebé y por eso a él no le va a afectar tan negativamente el destete. En un principio sí fuimos todo para él, pero poco a poco, el bebé pasa de depender absolutamente de nosotras para sobrevivir en la panza a poder ser cuidado por otras personas sin que le falte nada. Las distintas funciones maternas las pueden cumplir otros mientras nosotros no estamos: una niñera, una abuela, una maestra, el padre. Y así gradualmente se va independizando. Hay que tratar de reconocer que ya le dimos "todo" e hicimos lo mejor que pudimos. Y perdonarse si fue un destete muy pronto, si me obligaron y sentí que podría haberlo hecho de otra manera…
También para combatir la depresión es fundamental la figura del padre: si hay una pareja que está apoyando, una se siente protegida, contenida, sostenida. En cambio, si la pareja minimiza el problema "Ah, esto no es nada, ya se te va a pasar...", una se siente más sola. El padre (o también puede ser otra persona que pueda tener el rol de contención) nos puede ayudar proponiéndonos programas o con frases tan simples como "Entiendo lo que te pasa". En toda la lactancia y también en el destete, el padre es una figura muy importante.
¿Qué hay que hacer para prevenirla?
Lo principal es escucharse a una misma para decidir cuándo dejar de amamantar: haciendo caso de lo que realmente sentimos, sin escuchar las opiniones impuestas por la sociedad y los que nos rodean.
Hay que intentar rodearse de gente que forme una red de contención: que sean voces amigas, no enemigas, que no nos hagan sentir juzgadas.
Y tratar de ser el modelo que cada una quiera ser y escribir con cada hijo el libro que una quiera escribir. Y cada hijo va a ser distinto; siempre somos madres primerizas del hijo que tenemos, aunque tengamos ya cuatro o cinco. Y con cada uno podemos volver a decidir.
Me pareció importante tratar el tema de la depresión post-destete porque muchas madres no saben que esto existe y no entienden por qué se sienten así al dejar de dar de mamar o no lo relacionan con esto. En mi caso, por suerte sabía de antemano que esto podía ocurrir y cuando me tocó a mí destetar, ya estaba un poco más preparada. Y sí, me angustié, pero lloré un par de veces y a los pocos días ya estaba bien y había asumido que no era un fracaso, si no que había hecho todo lo posible y que tendría muchos otras formas de conectar con mi hijo. ¡Espero que muchas otras mamás se enteren de esta realidad y aprendan a combatirla!
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