La oportunidad de participar del programa laboral noruego Trainee Sør era única. Las posibilidades, escasas, y más para un inmigrante con solo dos años de residencia en el país. Desde su departamento en Kristiansand, Noruega, el argentino Axel Garbers, de 30 años, describe el haber ingresado a Trainee Sør como un hecho bisagra en su vida laboral y también en sus planes a futuro en el país nórdico.
Hace tres meses, los directivos de este programa estatal, dedicado a la selección de los jóvenes más destacados de Sørlandet, la región sur del país, eligieron a siete jóvenes de entre una lista de 250 y les dieron la oportunidad de rotar durante un año por cuatro importantes empresas noruegas. Garbers fue el único extranjero seleccionado. Para el momento en que se enteró de la noticia, el joven trabajaba como empaquetador en una fábrica de audioguías y ya hace tiempo había perdido la esperanza de conseguir un trabajo que tuviera relación con su carrera.
Garbers viajó a Noruega por amor en abril de 2018. Desde que se graduó de ingeniero industrial en la Universidad de Buenos Aires, había soñado con hacer una experiencia laboral en otro país. Noruega nunca había sido una opción hasta que conoció en un viaje a Helle Kirkhus, su actual novia, con quien entabló una relación a distancia durante un año.
Antes de mudarse al país nórdico, Garbers intuía que sería difícil conseguir un trabajo ligado a su profesión allá, pero nunca pensó que iba a ser "casi imposible", como lo describe ahora. Garbers alquiló una habitación en una residencia de estudiantes, y compartió departamento con dos noruegos y un dominicano. Su compañeros de residencia y Halle fueron las personas que más lo ayudaron a practicar su noruego. "Podría haberme conformado con el inglés. Ahí todos lo hablan perfecto, pero sabía que para integrarme realmente en la sociedad tenía que aprender su idioma", comenta. Para él, su fluidez en el habla noruega fue lo que llamó la atención de los directivos de Trainee Sør.
"Mi promedio de notas de la carrera de ingeniería no era el mejor. Pero, cuando me presenté al programa, una de las encargadas me dijo que no podía creer que había aprendido a hablar así en solo dos años", recuerda.
Garbers comenzó a aprender noruego a través de una aplicación de celular durante su estadía en Seregno, Italia, pueblo al que viajó antes de instalarse en Noruega para tramitar la ciudadanía italiana. Como tuvo problemas con el gestor que lo ayudaba, los tres meses de estadía obligatoria para obtener el documento se convirtieron en siete.
En ese tiempo, intentó también responder por internet a solicitudes de trabajo en Noruega, pero nadie lo llamaba. La situación no cambió cuando llegó al país. "Mandé mi CV traducido a noruego a casi todas las empresas de Kristiansand, la ciudad de mi novia. Llamé y hasta fui personalmente a muchas, pero no logré ni una entrevista", recuerda.
Unas semanas después de haber llegado al país, un amigo dominicano, uno de sus compañeros de residencia, lo llevó a conocer el local de venta de souvenirs del puerto en donde trabajaba, pero la dueña del comercio le dijo que no necesitaba más empleados. Frustrado, Garbers recorrió la zona durante un rato, hasta que vio que la propietaria del local intentaba cargar con dificultad unas bolsas de basura hacia el contenedor de residuos del puerto, y decidió ofrecerle su apoyo. Después de horas de trabajo, la mujer le dijo que volviera al día siguiente.
"Lo que más vendíamos eran trolls, que son típicos de acá. No sé porqué, pero a los turistas de los cruceros les encantan", dice y se ríe. Garbers trabajó durante un año en el local, hasta que consiguió trabajo en una fábrica de audioguías como empaquetador.
Fue en ese entonces cuando se enteró de la existencia de Trainee Sør. Un amigo le advirtió que el proceso era muy competititvo y que solo seleccionaban a unos pocos, pero Garbers decidió anotarse de todas formas porque consideraba que ese programa era su única alternativa para conseguir trabajo como ingeniero.
El martes de esta semana, el joven empezó la segunda rotación del programa. Trabaja como project manager en una empresa dedicada a la instalación industrial de tanques de agua de reserva y filtros de aire industriales.
Vivir en Kristiansand
"Hago cinco minutos en bici y estoy en el bosque, que es eterno. La ciudad está rodeada de naturaleza", describe Garbers, quien considera que Kristiansand, la quinta ciudad más importante de Noruega, "tiene el tamaño perfecto". El joven vive en un PH con Helle, su novia, quien estudia Historia en la universidad. La pareja suele hacer travesías por montañas con la familia de Helle o solos.
El frió es el principal condicionante de la actividad al aire libre. "En Kristiansand, el invierno no es tan intenso como en el norte del país, pero yo lo siento igual", dice Garbers, quien hace menos de un mes volvió de una travesía por la montaña Skåla, en el pueblo Loen. Aunque en las fotos del viaje parece invierno, él asegura que fueron sacadas en pleno verano. "Los que viven acá tienen un dicho: no existe el mal clima, solo la ropa incorrecta", comenta.
Además del contacto permanente con la naturaleza, algo que considera que le hacía falta cuando vivía en Belgrano, para Garbers otro beneficio de vivir en Noruega es el sueldo. Su salario actual, dice, no se compara con el que tenía cuando trabajaba como ingeniero en una reconocida fábrica de cerveza argentina. Antes, tenía que vivir con sus padres para poder ahorrar. Ahora, se mantiene solo, alquila y ahorra la mitad de la paga.
Por suerte, nunca tuvo que dejar de jugar al fútbol, su deporte preferido, el cual practicaba todas las semanas con sus amigos. Al llegar, Garbers se enteró que el fútbol era el principal deporte de Noruega y no dudó en inscribirse en un torneo. Ahí conoció a muchos de quienes hoy considera sus amigos. "No me imaginé que los noruegos iban a ser tan simpáticos. Tenía el preconcepto de que eran fríos y cerrados", comenta.
Aunque sus proyecciones a futuro son inciertas, Garbers se anima a decir que cree posible una vida en Noruega. Extraña a su familia y a sus amigos, pero sabe que Helle no estaría dispuesta en vivir en Buenos Aires y, por ahora, él está contento es Kristiansand. "Ella conoce casi todo el mundo y es consciente de que vive en uno de los lugares con mayor nivel de calidad de vida. Yo también lo se", admite.
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