Exalumnos, padres y miembros de la comunidad del Colegio del Salvador enviaron una carta para reclamar respuestas sobre los abusos sexuales denunciados
En solo tres días, casi 900 personas de la comunidad educativa de la institución firmaron una misiva en la que se pide a las autoridades que aclaren 10 interrogantes
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Gonzalo Elizondo y Pablo Vío, de 31 años, fueron los exalumnos del Colegio del Salvador que destaparon un escándalo de abusos dentro de la institución. Ellos, luego de dos décadas, rompieron el silencio y denunciaron que, cuando tenían 10 y 11 años respectivamente, habían sido abusados sexualmente por César Fretes, un religioso de la congregación jesuita que se desempeñaba como profesor y tutor. Gracias a esa acusación inicial, más de 20 alumnos, entre ellos Francisco Segovia, también se animaron a contar que fueron abusados dentro de la Institución. Ahora, esos jóvenes, junto a padres, madres, docentes y allegados a la comunidad, enviaron una carta a las autoridades del colegio en la que plantearon 10 interrogantes cuyas respuestas, consideran, son fundamentales para empezar a esclarecer los hechos que marcaron sus vidas.
“Nos dirigimos a Uds. para transmitir una serie de inquietudes que nos han planteado los hechos de abuso denunciados recientemente por algunos de nuestros exalumnos. Nos vemos en la necesidad de conocer estas cuestiones, aunque las respuestas que buscamos pudieran llegar a resultar dolorosas para muchos de nosotros”, se lee en el inicio del escrito enviado a las autoridades del Colegio del Salvador.
El reclamo de las víctimas fue acompañado con cinco copias, cada una dirigida a un destinatario en particular. La primera fue para Rafael Velasco, que al momento de los hechos era el rector del colegio y actualmente es la autoridad provincial de los jesuitas. La segunda fue para la comunidad jesuita del Colegio del Salvador. El resto para Jorge Black, rector actual; Fernando Rodríguez, director de secundaria y la última a Ricardo Moscato, exrector.
Desde la congregación jesuita confirmaron que recibieron esta mañana la carta abierta. “Por supuesto tendrá su respuesta. El provincial de la Compañía de Jesús y el rector del colegio la van a considerar”, dijo a LA NACION Álvaro Pacheco, el delegado de Prevención de Abusos de los jesuitas.
La semana pasada, pese a que la institución reconoció los hechos, sus autoridades rechazaron una solicitud de exalumnos para recibir un resarcimiento económico y un pedido de disculpas público que habían presentado las víctimas el 16 de julio pasado. Pacheco dispuso ponerle fin al reclamo administrativo, la vía jurídica por la que accionaron los exestudiantes.
Según señaló, el rector del colegio y el delegado de Prevención de la Provincia ya se han disculpado a través de una carta a la comunidad educativa y a la opinión pública, lamentando profundamente lo ocurrido y pidiendo perdón a todas las víctimas. “Seguimos atentos y respondiendo a todos aquellos que se quieran acercar a hacer su denuncia o dar su testimonio”, indicó Pacheco.
Ante el revés administrativo, la defensa de las víctimas analiza los próximos pasos y la estrategia para llevar el caso a la Justicia y por fuera de la órbita canónica.
Fretes falleció en 2015 sin ser juzgado. Murió de cáncer en Mendoza, la provincia a donde fue trasladado por los jesuitas en 2003 después que un grupo de padres denunciaron frente al rector del colegio que sus hijos habían sido abusados por el religioso.
La carta abierta cuenta con la firma de 884 personas, entre ellas, 324 exalumnos, 81 madres y padres de estudiantes que pasaron por la institución, 138 familiares de exestudiantes, 14 docentes y 326 miembros de la comunidad. Estas firmas se consiguieron en solo tres días y medio y, según resaltan, el formulario aún está abierto para aquellos que quieran sumarse a este pedido de respuestas dirigido a las autoridades del colegio.
En la carta los firmantes plantearon los siguientes interrogantes:
- ¿Por qué transcurrieron dos décadas hasta que la comunidad fue enterada de lo que había sucedido, y hasta que se pidió perdón a las personas que sufrieron estos hechos?
- ¿Qué fue lo que motivó que las restantes familias, docentes y maestros del Colegio no fueran avisados, en aquel entonces, de la denuncia que se había hecho contra esa persona de la institución? ¿Por qué fue trasladado sin que se alertase a la comunidad sobre los motivos de la separación?
- ¿Por qué no se dispuso ningún mecanismo para tomar contacto con otros chicos que hubieran podido padecer hechos similares, ni se concientizó en ese momento sobre lo que había pasado?
- ¿Cómo pudo, entonces, considerarse una solución al conflicto que se dejara a esos chicos sin posibilidad de expresarse, de abordar esos problemas de inmediato con ayuda de sus padres y de su entorno? ¿No se consideró, en ese momento, el daño que ese silencio podía provocar?
- ¿En qué consistió la investigación desarrollada entre 2003 y 2007 que, de acuerdo con los comunicados del rectorado, condujo a la expulsión del jesuita César Fretes?
- ¿No consideran un error haber dejado en libertad a una persona que abusó de decenas de chicos?
- ¿Por qué esperaron al año 2013 para elaborar un código para prevenir abusos si en el año 2003 ya habían sido alertados de este tipo de casos?
- ¿Existieron otras denuncias de abusos ocurridos en el Colegio?
- Fundamentalmente, ¿cómo sería abordado un caso similar si ocurriera en la actualidad? ¿Se alertaría a los padres y a la comunidad sobre lo sucedido, para permitirles asegurar la integridad de sus hijos y darles la oportunidad de accionar en consecuencia?
- ¿Cómo pueden garantizar que ante un nuevo suceso las autoridades de la Compañía de Jesús no vuelvan a actuar de la misma manera?
“Transmitimos a través de estas líneas nuestra necesidad, como personas que fuimos o somos parte de esta comunidad, de ser informados de manera amplia y profunda sobre el modo en que fueron adoptadas las decisiones propias de este conflicto. Creemos que estas respuestas únicamente pueden ser dadas por las personas que, desde su rol, protagonizaron lo ocurrido y por quienes lideran, tanto hoy como en aquel entonces, no solo la comunidad educativa del Colegio sino, esencialmente, la Compañía de Jesús. En la creencia de que solo una respuesta pormenorizada y sincera permitirá comenzar a sanar las heridas provocadas por estos hechos”, concluye el texto.
Repercusiones en la comunidad educativa
Gonzalo Elizondo, uno de los primeros denunciantes, contó a LA NACION que la noticia repercutió en toda la comunidad educativa Del Salvador. “Entendemos que a muchos les cuesta porque sienten que ‘traicionan al colegio’. En los últimos años hemos ido en más de una oportunidad a las autoridades con las mejores intenciones a pedirles que traten de dar con las víctimas y disculparse por lo que había pasado, y se negaron una y otra vez. Por eso tuvimos que llegar a esta instancia”, dijo Elizondo, sobre el comunicado que presentaron a las autoridades, y que fue sumando apoyo no solo de víctimas sino de otros exalumnos y docentes.
“Para muchos que sienten ese cariño por el colegio solamente decirles que eso no quita que podamos pedir explicaciones por cosas que consideramos que estuvieron mal. Pedir explicaciones y que se puedan hacer cargo es también una forma de ayudarlos a mejorar. Mucha gente ve las cosas en términos de blanco y negro, y esto también incidió en cómo algunas personas interpretaron este tema. En ningún momento la intención fue ni es la de atacar al colegio, sino la de pedir respuestas a preguntas sinceras que nos hacemos. Pedir respuestas y que cada cual asuma las responsabilidades que le tocan”.
Además de las familias, muchos docentes mostraron su apoyo a las víctimas: “Fui docente del colegio Del Salvador y jamás nombraron la situación de abuso por la que pasaron los alumnos en aquel momento”, dijo a LA NACION una exdocente de la institución que se desempeñaba como profesora al tiempo que sucedieron los hechos, y que pidió reserva de su identidad.
La exprofesora se desempeñó por más de tres décadas en el establecimiento y denunció que en el colegio no se aplicó ningún protocolo de prevención ni se visibilizaron los abusos perpetuados por Fretes, que se habían puesto en conocimiento de las autoridades a través de una denuncia de los padres de las víctimas.
“Fugazmente, se informó sobre un protocolo en caso de ser necesario, pero que nadie recuerda bien las características del mismo. No se hizo hincapié en la importancia ni en la necesidad de tener pautas claras para contribuir con la prevención del abuso sexual infantil, hubo poca información y siempre se manejó el silencio”, dijo la exdocente. Y agregó: “Estamos de pie para que jamás vuelva a pasar, para que haya más docentes comprometidos en denunciar y no tantos cómplices”.
Un tema tabú
Gastón Frías es exalumno del Colegio Del Salvador y si bien asistió a la misma clase que Elizondo y Vío recién a principios de este año se enteró de los abusos que denunciaron sus compañeros. Lo supo personalmente a través de Gonzalo, en medio del proceso en el que las víctimas se lo estaban confiando tan solo a familiares y amigos cercanos, y cuando todavía no se había hecho pública la denuncia.
“Cuando se hizo público aparecieron un montón de casos. Yo ahora conozco personalmente más de 30. Por un lado, está buenísimo la apertura de la comunicación, que ya no sea algo oscuro del pasado, sino algo que se pueda hablar y curar, pero es muy fuerte ver a compañeros tuyos que te cuentan lo que les pasó en esa época y que estuvieron 20 años sin poder contárselo a nadie”, dijo Frías a LA NACION.
De acuerdo con su testimonio, entre los alumnos del colegio hubo siempre rumores de que habían sucedido abusos en esa época, pero que nunca se confirmaron hasta este momento. “Los rumores siguieron siendo rumores porque nadie salió a hablar del tema. Hablar de los abusos sexuales era un tema tabú en el colegio. Tengo el recuerdo que una vez un alumno le preguntó a un profesor sobre el tema, y casi que nos retaron por haberlo preguntado. Había muchas cosas de las que no se hablaban”, relató Frías.
El exalumno contó que una vez que se hizo pública la denuncia fue un “shock” para la comunidad educativa Del Salvador. “Ahora sabemos qué pasó y a quiénes le pasó. La mayoría está queriendo saber por qué se tomaron esas decisiones en aquella época. Nos preguntamos qué motivó a las autoridades a ocultarlo. Qué motivó a aquellas personas que nos cuidaban en aquel momento, los adultos que lo sabían eran responsables de nuestra educación, salud y bienestar”, dijo.
Y agregó: “Claramente movilizó a la comunidad educativa Del Salvador. Todavía hay muchos que no lo quieren escuchar. A muchos les cuesta asimilar que se cometieron errores graves dentro del colegio. Los comunicados oficiales de la entidad jesuítica son muy vagos y pobres en la información que dan. La sensación que generó la respuesta oficial es que ´de esto no hay que hablar´. Recién ahora se sabe porque hasta hace menos de un mes lo seguían ocultando en silencio”.
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