Son 1.319.942 los ciudadanos mayores de 18 años que iniciaron su esquema en las últimas ocho semanas; sin embargo, no todos accedieron por convencimiento sino por las limitaciones que rigen para los no inmunizados
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Durante meses le dijeron que no a la vacuna y, sin embargo, tiempo después accedieron a recibir la primera dosis. Las razones por las que cambiaron su posición son variadas. Algunos se vieron casi obligados para poder trabajar o viajar. Entre los más jóvenes, muchos son los que, ya muy desfasados en la campaña, decidieron pasar por las postas de vacunación para obtener el pase sanitario y no quedar fuera de la vida social. Entre los adultos, aparecen los que reflexionaron después de padecer el virus o de ver el sufrimiento de alguien cercano. La llegada de la variante ómicron también empujó a un porcentaje de los que se resistían, cuando el contagio se comenzaba a vislumbrar imparable.
“Al principio, no me pareció necesario para las cosas que estaba haciendo en ese momento”, dice Patricio, de 22 años, que recibió la primera dosis de Sinopharm recién el pasado 10 de enero. Este joven de Palermo nunca dejó de tener reparos. “Te asignan una vacuna y es la que te toca. Me generaba y me genera ruido el tema de no poder elegir. Si me decís que me puedo dar una vacuna de Estados Unidos o una de Rusia, la verdad es que prefiero darme la de Estados Unidos porque me da un poco más de seguridad”, explica. Y agrega: “Ya en diciembre sabía que me la iba a tener que dar. Me la di para poder salir, también por si me la piden en la facultad, porque tengo que rendir un curso de verano. En realidad, no estás eligiendo, sino que te vacunás porque de otra manera no podés hacer nada, te llevan a dártela sí o sí”, sostiene.
"En realidad, no estás eligiendo, te llevan a dártela sí o sí"
Patricio, 22 años
Como en su caso, en los últimos meses, miles de ciudadanos en todo el país decidieron iniciar su esquema, lejos de los tiempos originales determinados para cada franja etaria. Las cifras del Ministerio de Salud de la Nación así lo evidencian: 1.319.942 argentinos mayores de 18 años se inocularon con la primera dosis en lo que va del año. Según datos del Ministerio de Salud porteño, un total de 71.957 personas pusieron el brazo por primera vez en diciembre en CABA, mientras que hasta el 17 de enero lo hicieron unas 37.536. En la provincia de Buenos Aires, del 1 al 21 de enero se aplicaron 476.351 primeras dosis.
La evolución de la vacunación en la Argentina
Según Ricardo Teijeiro, médico infectólogo del Hospital Pirovano e integrante de la Sociedad Argentina de Infectología, quienes más se resisten son los adolescentes y los adultos jóvenes. “Muchas veces no lo ven como un riesgo, porque -aparentemente- algunos de ellos atraviesan la enfermedad en formas leves. Pero es fundamental insistirles en que no solo sirven para protección propia, sino también para el cuidado de los demás como pueden ser los adultos mayores de su familia o alguien que padezca otras patologías previas”, señala. El experto también pide reforzar el resto de los aspectos ya conocidos, pero no siempre respetados, sobre todo el uso del barbijo en lugares cerrados y en espacios abiertos cuando no se puede garantizar una separación mínima de dos metros entre las personas.
Antes de contar su caso, Joaquín Dowdall, de 23 años, avisa que no se considera antivacunas, pero que tuvo muchas dudas y retrasó todo lo que pudo el pinchazo. “Los motivos tuvieron que ver con una evaluación de pros y contras: soy joven, no tengo ningún tipo de comorbilidad, no me sentía particularmente expuesto al virus porque trabajaba desde casa, la facultad también era online, veía siempre a las mismas pocas personas y no iba a ningún lugar de concurrencia masiva”, expresa.
"Quise darle tiempo a la ciencia para que siguiera estudiando todos los posibles efectos secundarios"
Joaquín, 23 años
Mientras la mayoría se vacunaba y celebraba ese momento con fotos en las redes sociales, este estudiante de Palermo prefirió esperar. “Consideraba que, en mi caso, no era de extrema necesidad darme una vacuna aprobada de emergencia, en un contexto en el que el ámbito médico científico y el político no habían dado seguridades en toda la pandemia. Quise darle tiempo a la ciencia para que siguiera estudiando todos los posibles efectos secundarios y demás. Pero tenía claro que me iba a tener que vacunar, y eso sucedió cuando surgió la posibilidad de hacer una pasantía en España porque me la iban a pedir para viajar. Además, se estaban retomando las actividades presenciales en la facultad, así que opté por vacunarme”, indica.
Entre la reflexión y la necesidad
Sin embargo, no todos los que se resistieron (o resisten) son jóvenes. Es el caso de Corina Sáez, que tiene 82 años y asegura que le costó mucho decidirse. Se vacunó dos meses después de que le llegara el turno. “Tenía miedo de que me hiciera mal por mi edad y porque no había seguridad sobre si era eficaz o no. Me convenció mi familia y también el hecho de saber de conocidos que se habían enfermado”, manifiesta.
“En un principio no quería vacunarme porque dudaba de la calidad de las vacunas y me generaba desconfianza el poco tiempo de prueba que tenían. Además del desconocimiento general que se tenía sobre el virus en esa etapa”, dice Mariano, de 45 años, de Villa Devoto. A fines de septiembre aceptó inocularse por una cuestión laboral. “Me decidí porque iba a necesitar la vacuna para trabajar. Me dedico al rubro de eventos sociales y, sin el esquema completo, se me iba a complicar”, explica. A pesar de haberse aplicado dos dosis de Sinopharm, aún no está convencido.
"Me dedico al rubro de eventos sociales y, sin el esquema completo, se me iba a complicar"
Mariano, 45 años
Los riesgos de no recibir la vacuna
En la Argentina, según los datos reportados ayer por el Ministerio de Salud, el porcentaje de vacunados con al menos una dosis llega al 86,9% (unas 39.445.508 personas), un 76,4% tiene el esquema completo y el 25,7%, recibió el adicional o refuerzo.
Gabriel Lapman es médico cardiólogo, nefrólogo y especialista en hipertensión arterial. Su experiencia profesional de los últimos meses ratifica la conclusión difundida a nivel mundial. “Los que no se vacunan son los más hospitalizados, los que más riesgo tienen de morir o tener secuelas por el Covid-19″, asevera. Y enfatiza: “Vacunarse salva vidas, previene al núcleo familiar y genera la inmunidad de rebaño que estamos buscando. Los no vacunados implican un riesgo para el sistema de salud”.
En total coincidencia, Teijeiro plantea que, si bien el ritmo de vacunación se aceleró, todavía es pobre la tasa de inmunizados con tercera dosis. “Hay que trabajar fuertemente para implementarla porque es un refuerzo que resulta fundamental para aumentar el nivel de protección y para prolongarla en el tiempo. Con las nuevas variantes se ha demostrado que con las dos dosis el nivel de protección no alcanza”, cierra.
El mapa de la vacunación en el país
El mundo entero comenzó a debatir la posibilidad de la vacunación obligatoria, sobre todo en aquellos países en los que pisan fuerte los movimientos que se oponen a la inmunización contra el Covid-19.
Por el momento, y pese a que un grupo de diputados del Frente de Todos impulsó una iniciativa para imponer la obligatoriedad, la ministra Carla Vizzotti no se mostró de acuerdo con una reglamentación de este tipo en la Argentina. En cambio, el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, pareció diferenciarse de la postura del gobierno nacional y alentó la posibilidad de que el proyecto sea tratado. El texto propone incorporar la vacuna contra el coronavirus en el calendario nacional para los mayores de 18 años y para los menores con comorbilidades.
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