"Estuve en boca de todos": se enamoró de un cura y sufrió cuando quedó embarazada
CORDOBA.- "Me sentí en una situación más vulnerable que él. Lo mío era más cuestionable, más reprochable y opinable. Estuve en boca de todos, fueron tiempos difíciles". La descripción es de Alejandra López, esposa de Adrián Vitali, un excura cordobés. Vitali dejó los hábitos en agosto de 1997 y tres meses después nació su primer hijo. Es uno de los autores de Cinco curas, confesiones silenciadas. En 2012 se casaron por Iglesia porque él recibió la dispensa papal. 15 años antes, se habían unido por civil.
Muchos de los sacerdotes que dejaron los hábitos están casados o tienen familia. Según estimaciones no oficiales, en la Argentina son algo más de 1000. En Córdoba, hay 137 registrados y, durante algún tiempo, mantuvieron reuniones para conocerse, intercambiar experiencias e incluso darle la palabra a sus mujeres que, admitieron, son quienes peor la pasaron.
Uno de los impulsores de ese movimiento fue Vitali. "Llegamos a ser unos 200, a medida que se corría la voz venían más. Fue muy interesante, conocimos a excuras obreros y tercermundistas, cada uno contaba cómo había vivido el irse. Una vez en que nos juntamos con las familias y hablaron las mujeres quedó claro el sufrimiento social que habían pasado".
Cómo se conocieron
Alejandra y Sergio se conocieron en la cárcel; ella integraba la Pastoral Carcelaria. En esos años ella tenía mucha participación en la Iglesia de su pueblo, Tancacha, y hasta había pensado en ser misionera. "Me conocían todos, sabían de mí, de mi vida y cuando se supo que estaba embaraza de un cura fue un escándalo. Lo viví con mucha culpa. Tenía una cabeza muy cerrada y estructurada. Estaba de cuatro meses y no lo había dicho, era terrible. Una mentira traía a la otra, me costó mucho".
El cura de Tancacha le mandó una carta al obispo de Córdoba, en ese entonces Raúl Primatesta, diciéndole que "un cura había dejado embarazada a una chica". El obispo le ofreció a Vitali seguir siendo sacerdote y trasladarlo con la condición de que no viera más a la mujer y al hijo, a quienes la Iglesia le pasaría una cuota alimentaria. "Siguió el protocolo. Para ellos es un pecado que se confiesa, como ser pedeastra. Mi respuesta fue que no podría andar por el mundo sabiendo que la había abandonado a ella y a un hijo", cuenta Vitali.
Alejandra dice que la misma noche en que se dieron el primer beso se sintió mal: "Lloré, tenía culpa, no dormí. Empezó una cadena de sucesos muy dura. Yo veía que él lo vivía distinto, con más naturalidad. Me daba tranquilidad y paz saber que iba a estar conmigo, pero era todo angustiante y duro". Su mamá tuvo un pico de tensión cuando supo la noticia y su papá, que sufría del corazón, debió ser operado. "En el pueblo estaba en boca de todos". En Tancacha viven unas 5000 personas.
La decisión de la pareja fue mudarse a Río Tercero (a 15 kilómetros de Tancacha y a 100 de la ciudad de Córdoba). Vitali admite que cuando dejó de ser cura se sintió "como un animal a la intemperie". "Me iba de una institución que me resolvía todo y sólo sabía leer y hablar", explica. Puso una librería para tratar de empezar "de nuevo" y, durante un tiempo, no comentaba de dónde venía. "Hasta que lo asumí y dejé de intentar tapar", dice.
Alejandra interpreta la mudanza como una consecuencia de que a él le costaba "estar en la comunidad sin ser nadie, o estando cuestionado". "Antes -continúa- era ‘el padre Adrián’. Le costó la nueva integración". Reconoce que, cuando llegaron a su nueva casa, pensó que podría haber estado sola, que tal vez hubiera sido mejor. "Todo era nuevo. Él no sabía hacer nada y yo era una Susanita, estructurada. Nuestra familia fue una construcción. Nos fuimos conociendo, respetándonos, aprendiendo nuestras miserias y virtudes", repasa.
Hijos
Bruno (22) y Renzo (19), los hijos de la pareja, fueron a un colegio parroquial y ambos aseguran no haber tenido nunca problemas. El más grande es más introvertido y señala: "Seguramente a mi mamá y a mi papá les pesó, pero en mi generación se toma con más naturalidad. Claro que cuando menciono ‘mi papá era cura’ abren los ojos, pero después ya está". Renzo coincide que no sintió "distinta" la situación. "Si no lo pensás, no es raro. Impacta si te detenés a analizarla. En el colegio todos quedaban sorprendidos, les llamaba la atención y querían saber. Pero todo bien", dice.
Vitali y sus excolegas con los que sigue en contacto interpretan que el catolicismo perdió feligresía (13,6 puntos porcentuales menos de católicos entre 2008 y 2019 según el CEIL-Conicet) porque hay menos sacerdotes, por la cantidad que dejan y por los que no se suman. Los excuras insisten en que deben "adaptarse" y aprenden a manejarse fuera de la Iglesia, aunque conserven cierto sentido de pertenencia. Un hecho que se repite es que no todos quieren hablar públicamente y admiten sentir una "presión inconsciente".
Alejandra indica que muchas mujeres de excuras aceptaron vivir ocultas, no contar la historia. "Nunca habría soportado el ocultamiento y la sumisión. Repetía que el día que llegara la dispensa me casaría en la Iglesia, no iba a ocultar mi amor". Así lo hizo en 2012. Vitali reconoce que terminó aceptando porque "era una reivindicación" para su mujer. El matrimonio fue en una capilla en las sierras y los acompañaron exsacerdotes y curas.
Mientras él dice que nunca se enojó con la Iglesia, ella admite que sí: "No creía en esa Iglesia que fue madrastra y no madre, nos dio la espalda. Me retiré por mucho tiempo, pero cuando Renzo tenía 11 meses se enfermó y estuvo 30 días internado muy mal. Empecé rezar y a pedirle a Dios y volví a ir a misa los domingos para agradecer porque estoy convencida de que fue una bendición que se salvara. Tengo fe y creo en un Dios más misericordioso, que te acompaña y no en los hombres que hacen a la Iglesia".
Para Alejandra es una pena que la Iglesia "pierda hombres valiosos, de fe, de valores" por el celibato. Vitali directamente sostiene que la opción debería ser la evangelización no el celibato que "surgió para que la institución no se decapitalizara". "La riqueza debería ser espiritual, no material", concluye.
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