Estupor entre los padres del jardín de infantes de Palermo tras las denuncias de abuso sexual contra tres maestras
Los delitos habrían ocurrido en un establecimiento educativo que depende de la Ciudad; varios menores coincidieron en que la docente los hacía desnudar y otras filmaban
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Diana es la madre de Luciana, que va a sala de 4. Se encuentra en la puerta del jardín de infantes de su hija, en Darregueyra al 2300, en Palermo, que hoy está cerrado después de que una maestra de la institución fuera denunciada por abusar sexualmente de niños. “Me enteré el viernes porque me llamó una mamá de un nene de la misma sala. Me dijo que el nene le contó a ella de una canción que consistía en que se bajaran los pantalones. Ahí empezamos a hablar por el grupo de WhatsApp y compartimos qué nos decían nuestros hijos. Cada nene empezó a contar de diferentes formas esta misma situación”, dijo a LA NACION.
Respecto de las acciones que tomó después de enterarse de los hechos, lo primero que hizo fue sacar a su hija de la institución educativa. “Yo vine ese mismo viernes a retirarla del jardín. Le empecé a contar a Lu [su hija] que la seño me había contado de la canción y le consulté qué hacía ella. Me respondió que le preguntara a la seño”.
Ante la negativa de su hija de responder las preguntas de su madre, Diana insistió hasta que logró que le contara un poco más: “Me dijo que había una canción sobre un pollito que se metían en la remera y adentro del pantalón. Y me lo mostró con señas”, precisó Diana, con los ojos llenos de lágrimas.
La Justicia nacional investiga una serie de denuncias presentadas en los últimos días contra una maestra de un jardín de infantes del barrio porteño de Palermo, a la que se acusa de haber abusado sexualmente de niños de cuatro años mientras otras dos la grababan con sus teléfonos celulares.
Según fuentes policiales consultadas por LA NACION, la primera presentación la hizo la madre de una de las presuntas víctimas, el sábado pasado, en la Comisaría Vecinal 14 A, de la ciudad de Buenos Aires. Dijo haber sido alertada el día anterior por un mensaje de WhatsApp del grupo de madres sobre “bailes que hacían maestras” del Jardín de Infantes N°9 “instando a niños y a niñas a bajarse los pantalones”.
Pedido de explicaciones
Wilmer es el padre de Camila, también de 4 años. En la puerta del jardín de su hija, pedía explicaciones. “Pensamos que los directivos tienen que ver. Mi esposa no me quería comentar al principio, ella se enteró por el grupo de WhatsApp del colegio. Se enteró de que a Camila la hacían bailar y le pedían que se bajara el pantalón y moviera la cola. Cuando le preguntó a mi nena, ella me lo confirmó. Todo el personal tiene que ser revocado de su cargo”, señaló.
Según precisaron los padres que estaban en la puerta del establecimiento, la única persona que se presentó ante ellos para darles una explicación fue una representante del Ministerio de Educación porteña, del que no recuerdan el nombre, y que les aseguró que iban a remover a las maestras de sus cargos.
“Pedimos el cambio de nuestros hijos a otra institución, pero nos dijeron que los cambios no pueden ser ya y que hay que esperar”, dijo Wilmer a LA NACION.
Desde el Ministerio de Educación de la Ciudad informaron a LA NACION que el caso ya está en manos de la Justicia. “A las tres docentes denunciadas se les inició un sumario y fueron inmediatamente separadas de sus cargos, mientras avanza la investigación judicial. Personal del Ministerio se hizo presente en la escuela esta mañana para brindar contención a la comunidad educativa”.
Respecto de los pasos a seguir, autoridades de la cartera educativa porteña señalaron a LA NACION que la escuela continúa su actividad normal, con el acompañamiento desde los equipos de apoyo. “A los chicos no hay que reubicarlos en otras instituciones, el caso ya está en la Justicia”, sumaron.
“Mañana hay tres reuniones de padres, una por cada nievel, donde se les va a explicar qué se hizo, se les va a contar que las docentes están desplazadas y que seguirán así hasta que se esclarezca qué pasó”, detallaron las autoridades educativas porteñas.
Con un hilo de voz cargado de angustia, Aracely Rafa se unió al grupo y se presentó: “Hola, soy la mamá de Luciano, de sala de 3″. Su historia es diferente a la de los padres allí presentes. Para ella, la angustia se originó el año pasado, cuando detectó que su hijo se manifestaba diferente. Ante numerosas señales de alarma, decidió cambiarlo de institución. Pese al reclamo ante el personal directivo del jardín, Rafa precisó a este medio que no vio una mejora en su hijo.
“Venía a sala de 3 con Laura [la maestra acusada de abuso]. A él le encantaba asistir al jardín, pero un día me dijo que no quería venir más porque le daba miedo, específicamente me contó que lo atemorizaba la seño Laura”, explicó Rafa a LA NACION, y detalló que cuando traía a su hijo a la institución el menor no quería despegarse de su pierna.
“Era raro porque nunca había manifestado que no quería venir. Al poco tiempo se empezó a hacer pis y todos los días volvía a casa con una muda diferente”, sumó la madre de Luciano.
Pesadillas y bruxismo
El principal signo de alarma, que derivó en la decisión de cambiar a su hijo de escuela, se dio cuando Luciano volvió del jardín con ropa interior femenina y con sus prendas manchadas. A pesar de que Rafa decidió quejarse ante las autoridades sobre estos últimos hechos, los directivos desestimaron su reclamo y puntualizaron que eran “accidentes”, que “siempre se hacía encima” y que no habían encontrado las mudas propias de su hijo.
Sin embargo, la madre no se conformó con estas respuestas y se asesoró para investigar sobre lo que le ocurría a su hijo. “Empecé a preguntarles a mis allegados psicólogos y me orientaron sobre cómo sacarle información a Luciano. Cuando le preguntaba no me quería contar. Se quedaba paralizado”, dijo.
No obstante, con el tiempo su hijo pudo hablar. “Me dijo que Laura le decía cosas feas. Para ese momento, se levantaba gritando con pesadillas y tenía bruxismo. En la escuela me decían que yo estaba dramatizando y defendieron a la maestra”, detalló Rafa.
Como en su momento manifestó que iba a hacer una denuncia, desde la dirección del colegio rápidamente le consiguieron una matrícula en otro jardín: “Pedí que labraran un acta porque siempre supe que pasaba algo y que si bien mi hijo había podido manifestar algo, muchos otros niños tal vez no”.
Respecto de su contacto con otros padres, la madre de Luciano trató de conversarlo con algunos, pero que muchos de ellos no quisieron profundizar en ello. “Una de las madres me llamó y me preguntó por qué lo había retirado y le conté”, dijo.
“Cuando me enteré de esto me conmovió muchísimo y vine inmediatamente en señal de apoyo”, agregó.
“Lo que queremos es que se cierre el jardín hasta que se esclarezca todo esto. Los chicos hablan de que con la seño tienen un secreto. Que lo que hacían en secreto en la biblioteca”, completó Diana.
Un secreto
Mariela se encontraba alrededor de las 13.40 con una amiga en la puerta del jardín N° 9. Es la madre de un nene de sala de 4. “Nos enteramos por una mamá que me comentó que su hijo me dijo que la maestra hizo un juego que no le gustó, que era bajarse los pantalones”.
Cuando Mariela escuchó este testimonio de una mamá, el pasado jueves por la mañana, decidió llamar a su marido para contarle y pedirle que retire a su hijo de la escuela. “Le avisé a otra mamá para que también lo vaya a buscar. No queríamos contarlo en el grupo de padres de la salita porque no sabíamos qué pasaba y si en ese grupo había gente amiga de los directivos de la escuela”, explicó.
A la media hora de haber retirado a su hijo, el marido de Mariela le contó que el niño había manifestado que tenía “un secreto con la seño Laura”, que era un baile, y le contó, además, que otras de las docentes, Camila, estaba presente con el teléfono.
Mi hijo es muy inquieto, a veces venía con algún golpe, pero yo pensaba que era por eso”, recordó Mariela en diálogo con LA NACION, y precisó que en los ojos del niño, “era un juego”. Y señaló: “Si le preguntás algo de la escuela, él se hace pis”.
Luego de hablar con otros padres y ante el testimonio de su hijo, Mariela decidió hacer un grupo de WhatsApp paralelo al que tenían del jardín para que los padres que quisieran cuenten qué les decían sus hijos. “Algunos no se animaban y me llamaban por privado. En un momento dijimos que teníamos que blanquearlo en el grupo principal para comentarlo entre todos”, destacó Mariela.
Romina, otra madre de un nene de la misma sala de 4, se encargó de contactar a los padres de los alumnos de sala de 5 y sala de 3. Les iban a comunicar lo sucedido. Así quedaron en que no mandarían a sus nenes hasta que les dieran una respuesta. “Se ve que no estaban todos ahí porque muchos los trajeron hoy”, indicó Romina.