Estrés materno: cuáles son los factores que vuelven más compleja la tarea
Tanto el 90% de las mujeres de sectores vulnerables como el 72% de las de clase media o alta presentan situaciones de agobio intenso; los datos surgen de un relevamiento de la Universidad Austral
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“‘Ser madre no es estresante’. Paula, 34 años”. El meme circula por las redes y le arranca una sonrisa a más de uno, porque la imagen de la joven, a pesar de estar en sus treinta, parece la de una mujer de unos 75. Exagerado, pero puede ser un buen ejemplo de cómo ser madre en estos tiempos implica un enorme factor de estrés para millones de mujeres. Sin embargo, no afecta a todas por igual. Aunque todas tienen un piso de estrés elevado por la sobrecarga de las funciones de cuidado de la familia y la casa, hay algunas que viven con niveles más elevados aún, en función de factores como la vulnerabilidad económica y la falta de estudios, y una menor participación del padre en las tareas de cuidado.
En los sectores más vulnerables, ser madre puede ser aún más estresante, según un estudio que presentó el Observatorio del Desarrollo Humano y la Vulnerabilidad (ODHV) de la Universidad Austral. Mientras que el 72,2% de las madres con secundario completo y pertenecientes a la clase media y media alta evidenciaron patrones altos de estrés, este porcentaje se incrementa hasta el 90,2% en las mujeres de sectores vulnerables.
Se trata de un análisis diferencial que combina indicadores que visibilizan la desigualdad de la maternidad argentina. “El aporte fundamental de este estudio implica entender los desafíos de ejercer la maternidad en contextos vulnerables y no vulnerables, tomando como ejes centrales de la vulnerabilidad los niveles socioeconómicos y educativos de la madre de manera conjunta. Así, el estudio proporciona una mirada integral sobre el impacto desigual de las condiciones y el entorno en el que se es madre”, explica Lorena Bolzón, una de las investigadoras.
Para este informe, desde el ODHV entrevistaron a 211 madres y establecieron un registro de 35 variables relacionadas a la maternidad en la Argentina en sectores vulnerables y no vulnerables. A su vez, definieron como vulnerables a las madres que no habían terminado la secundaria y que pertenecen a los dos quintiles sociales más bajos. A la vez, se sumaron datos de Unicef-Siempro 2020. La información obtenida fue cruzada con datos nacionales recientes del Indec (2021 a 2024) y del Ministerio de Salud (2022), entre otros.
Además de Bolzón, el muestreo fue realizado por las investigadoras María Sol González y Victoria Bein del ODHV del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral. “Científicamente se demuestra que el estrés maternal produce un impacto significativo en las relaciones vinculares (de pareja y materno-filiales), en el bienestar familiar, en la salud integral de la madre y del niño y determinará los comportamientos y estilos parentales. Cuando la mujer se encuentra en situación socioeconómica y educativa baja, aumenta la desigualdad y vuelve a la madre más vulnerable. Es fundamental conocer los distintos factores que incrementan el estrés maternal potenciando la vulnerabilidad, a fin de poder dar respuestas eficaces”, explica Bolzón.
“Cuando la mujer se encuentra en situación socioeconómica y educativa baja, aumenta la desigualdad y vuelve la madre más vulnerable. Es fundamental conocer los distintos factores que incrementan el estrés maternal potenciando la vulnerabilidad, a fin de poder dar respuestas eficaces”, explicó González, durante la presentación del informe “Indicadores de la desigualdad de la maternidad argentina: los desafíos que enfrentan las madres en la crianza”.
El reporte señala que las madres más jóvenes y las más añosas experimentan mayores niveles de estrés comparadas con las que tuvieron su primer hijo a la edad promedio dentro de su medio cultural. “En el caso de las madres más jóvenes, esto se ve asociado a que pueden verse disminuidas en los recursos disponibles, tanto material como emocionalmente, y a la presencia de diversas fuentes de conflictos relacionales”, explica el trabajo.
Factores
¿Cuáles son los factores que incrementan el estrés en la maternidad? La maternidad temprana, la baja participación del padre y la vulnerabilidad económica, entre otros, señala el trabajo. El dato que se señala es que ocho de cada 10 hogares son monoparentales tienen jefatura femenina.
“La participación de los padres en la crianza es significativamente más baja en los sectores vulnerables en comparación con los no vulnerables. Las madres del sector vulnerable reportaron niveles percibidos de alianza con el otro progenitor significativamente más bajos que las madres del sector no vulnerable”, dice el informe. “En los dos extremos de la pirámide social, la participación de los hombres en las tareas de cuidado y del hogar son bajas. Tanto en los hogares más vulnerables como en las clases altas, ellos se involucran poco en estas actividades, siendo los padres de clase media, los que tienen mayor participación”, apuntó González.
“La participación de las personas en las distintas formas de trabajo no remunerado varía según el nivel educativo alcanzado. En las tareas de cuidado, el porcentaje de participación aumenta conforme se eleva el nivel educativo. En lo que respecta al trabajo doméstico, también se observa un incremento del porcentaje de participación a medida que se eleva el nivel educativo. Son los varones los que realizan más tareas domésticas a mayor nivel educativo: el 66,9% con hasta primario incompleto y asciende a 76% para los que tienen terciario o universitario incompleto y más. En el caso de las mujeres con hasta primario incompleto, el porcentaje de participación es del 95,6%, y desciende a 88,3% para las que poseen terciario o universitario incompleto y más”, se lee en el informe.
Estrés maternal y el castigo físico
El informe define el estrés maternal como el conjunto de procesos que conducen a reacciones psicológicas y fisiológicas aversivas que surgen de los intentos de adaptarse a las demandas de la crianza de los hijos. Uno de los indicadores de estrés materno, se señala en el informe, es la aparición de castigos físicos frente a conductas no esperadas en sus hijos. “Casi el triple de las madres del sector vulnerable ejercen castigos físicos severos a sus hijos, en relación a las madres del sector no vulnerable”, indica el informe. Aunque según los datos que se presentan, el castigo físico está presente en todos los sectores sociales.
“Para las madres de los sectores no vulnerables las fuentes de estrés parecerían estar más relacionadas a distintas restricciones y desafíos que impone el rol maternal en relación a su desarrollo profesional y realización personal. Mientras que las madres de sectores vulnerables experimentan niveles significativos de estrés asociados a la crianza de sus hijos, dadas las diferencias culturales que existen en torno a las expectativas sobre su rol a nivel social y familiar”, señala el trabajo.
De acuerdo con los datos relevados en el estudio, “las madres del grupo vulnerable reportaron niveles significativamente superiores de estrés parental que las madres del grupo no vulnerable. Asimismo, se observa que las madres del grupo vulnerable registran mayores niveles de implementación de castigos físicos y reportan mayores desafíos de conducta y dificultades en el aprendizaje en sus hijos”.
Los niveles de estrés maternal inciden en el estilo parental, incluyendo la frecuencia de implementación de castigos físicos, donde a más estrés la frecuencia de uso de este tipo de castigos aumenta. “De este modo, a más estrés maternal en los sectores más vulnerables, también hay mayor frecuencia de implementación de disciplinas desadaptativas como el castigo físico, que además tienen una incidencia significativamente negativa en el desarrollo de niños y niñas. Asimismo, las conductas desafiantes de los niños, también impactan y son impactadas por los niveles de estrés parental, donde a mayor frecuencia de conductas desafiantes, mayores niveles de estrés y viceversa. Esto genera un proceso de influencia circular entre los desafíos en las conductas y en el desarrollo de los niños, los niveles de estrés maternal y los estilos parentales e implementación de castigos físicos”, detalla el informe.
Conductas desafiantes de los chicos
Chicos que patean, muerden o golpean a otros niños o adultos son realidades presentes en todos los grupos familiares. El porcentaje fue del 29,3% en el sector más vulnerable y del 15,4% entre los hijos de familias no vulnerables, siempre según el reporte de las madres.
El castigo físico parece ser una evidencia del nivel de estrés de las madres, explica González. Al analizar cómo las madres que implementan distintos tipos de castigo físico en la crianza de sus hijos, se señala que el 22,6% de las mujeres de sectores vulnerables dijo que sacude a sus hijos, contra el 12,5% de sectores no vulnerables.
Frente a conductas desadaptativas, el llamado “portarse mal”, el 24,7% de las madres vulnerables “le da un chirlo”, a sus hijos, mientras que lo hace el 18% de las no vulnerables. El 6% de las madres vulnerables golpea a sus hijos con un objeto o les da una paliza. Este porcentaje baja al 2,2% en sectores no vulnerables.
Las investigadoras aclararon que estos números podrían ser aún mayores, o estar enmascarados en las respuestas de las madres, ya que socialmente y legalmente está sancionado el castigo físico. Solo el 2,8% de las madres del sector vulnerable y el 1,7% de las del sector no vulnerable afirmó que “para criar o educar correctamente a un niño o una niña, se le debe castigar físicamente”, se lee en el informe.
Las dificultades en el aprendizaje de los niños son también, según relatan las madres, parte de este complejo entramado del estrés materno. Y se trata de una situación que se presenta con más frecuencia en ciertos hogares. El 12% de las madres de sectores vulnerables dijeron que se encontraban con esta situación a diario: dieron respuestas del tipo, “cierta dificultad”, “mucha dificultad” y “le resulta imposible aprender cosas”. Entre las de sectores no vulnerables fueron el 5,4% de los casos.