Es el segundo incidente en cinco años: miedo y preocupación de los vecinos del aeropuerto de San Fernando, tras el impacto
En los alrededores de la aeroestación, los residentes reclaman mayores controles; “estos aviones no deberían estar tan cerca de las casas”, señalan
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El olor a quemado se siente incluso antes de llegar. Desde dos cuadras antes, el humo guía a quienes se acercan al cruce de las calles Charlin y José Terry, en San Fernando. Allí yace un avión accidentado, su trompa está visible entre el caos de cables y árboles arrancados. La escena está cercada por precintos y custodiada por personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), que intenta mantener a los vecinos alejados, mientras la investigación avanza.
El aeropuerto de San Fernando, ubicado a metros del lugar del impacto, permanece cerrado. Por la avenida Charlin circulan patrulleros que refuerzan el control, mientras la calle permanece bloqueada desde la altura del 400. El incidente, según los vecinos, no es un hecho aislado. “Hace un año atrás cayó una avioneta también, cerca de acá, encima de un techo”, comenta a LA NACIÓN Jorge, un vecino que vive a dos cuadras del lugar del impacto.
Los vecinos comenzaron a congregarse apenas se conoció la noticia. “Es raro, ¿no? Que pasen estas cosas dos veces en tan poco tiempo”, comenta Luis Sosa a este medio. Con el celular en una de sus manos, muestra imágenes y videos que tomó desde su casa. “Este avión arrancó un árbol y todo el tejido de una casa. Es un peligro. ¿Qué esperan para hacer algo?”, pregunta, visiblemente molesto.
El lugar exacto del impacto es en la esquina, a metros de las viviendas residenciales. Algunos testigos afirman que el avión venía de un viaje largo y que intentó frenar. “Podría haber sido una tragedia mucho peor”, agrega Jorge.
No es la primera vez que los vecinos de San Fernando enfrentan un incidente aéreo, según indican. El aeropuerto opera en un área rodeada de viviendas, lo que ha generado preocupación en la comunidad. “Es un peligro. Estos aviones no deberían estar tan cerca de las casas”, dice Florencia Escobar. La zona ya había sido escenario de un incidente similar, lo que refuerza el temor de los residentes. La vecina se refiere a la caída de un Cessna 177 matrícula PT-KIZ, que llevaba cuatro tripulantes, sobre el techo de una casa Charlin al 100, el 6 de diciembre de 2019. En ese momento, en la propiedad no estaba ocupada porque estaba en construcción. En tanto, los ocupantes de la aeronave no resultaron heridos.
“Acá nadie nos escucha”, dice Jorge, mientras señala el lugar donde ocurrió el accidente anterior. “Cayó una avioneta hace un año, y ahora esto. Es como si estuviéramos esperando el próximo desastre”, plantea.
La PSA y otros organismos trabajan en la recolección de evidencia. A pesar de la cercanía con el aeropuerto, no se han brindado detalles oficiales sobre las causas del accidente. Algunos vecinos especulan con fallas técnicas o humanas, mientras otros mencionan la posibilidad de problemas en los radares.
“Es raro, pero es la segunda vez que pasa. No sabemos por qué”, reflexiona Jorge, sin ocultar su frustración.
“Ahora no tengo nada”
A medida que avanza la tarde, en la esquina de José Terry y Charlin, el paisaje sigue dominado por el desastre. Entre los escombros y el humo, se puede observar el avión casi completo, aunque con evidentes signos de destrucción. La cola de la aeronave, separada del resto, yace a pocos metros del fuselaje principal. Los bomberos continúan lanzando agua para apagar pequeños focos de fuego que permanecen activos, mientras los vecinos de la zona se acercan, entre la curiosidad y el temor, a observar los restos de la tragedia.
La calle José Terry, entre Charlin y Antártida Argentina, está completamente cortada, rodeada de precintos y resguardada por efectivos de seguridad. A pesar de los cortes, los residentes se agrupan alrededor de las barreras, intentando entender lo que ocurrió.
Por su parte, Daniel Pons, otro residente afectado, describe el momento del incidente. “Estaba en la cocina cuando escuché el estruendo. Salí corriendo y vi cómo el avión arrasó con parte de la casa. Todo pasó tan rápido que apenas pude reaccionar”, comenta a LA NACIÓN, aún en estado de shock.
Lucía, madre de dos chicos pequeños, relata cómo logró escapar del lugar con su familia. “Estábamos en casa cuando todo explotó. Mi esposo logró sacar a los chicos y yo apenas alcancé a agarrar algunas cosas. Ahora no tengo nada, ni un lugar al que volver”, señala con angustia.
A medida que los bomberos continúan trabajando para controlar los pequeños focos de incendio, los vecinos no dejan de acercarse al lugar del accidente. Algunos intentan colaborar, mientras otros observan en silencio.
Una vecina, que vive en la cuadra paralela al lugar del accidente, relata a LA NACIÓN cómo vivió los momentos iniciales. “Escuché el ruido. Era como una explosión y después, las sirenas d las ambulancias. La sensación fue como que explotó una garrafa”, comenta. Y agrega: “Sentí mucho miedo cuando vi salir el fuego. Llamé a otros vecinos para ayudar”.
Daniel, dueño de un kiosco ubicado sobre Antártida Argentina, a pocos metros de la esquina donde ocurrió el impacto, también comparte su experiencia: “Vi el fuego y, rápido, llamé a los bomberos”. La voz de Daniel se quiebra al recordar la lentitud con la que, según él, llegaron los equipos de rescate. “Los bomberos tardaron 20 minutos. Fue una locura, todos llamamos desesperados”.
“Si el avión seguía de largo, no sé qué estaríamos contando ahora”, expresa otro vecino.
“Tuve miedo”
“Yo vi todo, vi cómo el avión descendía y, de golpe, se llevó el alambrado. Grité a mis vecinos para que salieran a ver qué había pasado. Pensé lo peor, muertos a montones. Por suerte no fue esa cantidad, pero la verdad es que tuve miedo. Estoy a dos cuadras del lugar donde ocurrió, y siempre tenemos miedo de que algo así pase. No se puede vivir tranquilo con el aeropuerto tan cerca”, relata un kiosquero que trabaja sobre la calle Charlin, cerca del lugar del impacto.
“Todos nos conocemos acá, siempre nos quejamos de este aeropuerto. ¿A vos te parece que tengamos uno pegado a las casas? Es una locura. Es obvio que quieren que desaparezca todo el lugar”, declaró un residente de la zona a LA NACIÓN. “Esto no es la primera vez que pasa algo grave, y cada vez tenemos más miedo de que termine en tragedia. Necesitamos que hagan algo antes de que sea demasiado tarde.”
Para los vecinos, la tragedia fue la confirmación de un temor que llevan años expresando. “Siempre nos quejamos del aeropuerto. Es un peligro tenerlo pegado a las casas”, comentó Lucas Mora.