“Este verano pide a gritos el billete de 10.000″. Menús con correcciones, subas semanales y expectativa de repunte en la costa
A contramano de la inflación generalizada, operadores inmobiliarios de Mar del Plata reconocen que la demora en las confirmaciones empieza a tener un impacto a la baja en este rubro
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MAR DEL PLATA.– La rutina la repiten desde Navidad, cuando se instalaron en la ciudad: almuerzo y, siempre en la playa, un helado para cada uno de los nenes. Ayer, los hermanitos se animaron y pidieron permiso para ir solos al kiosco del parador, con los 1400 pesos justos para el par de palitos frutales. Volvieron a la carpa con los billetes en mano y decepcionados. “No alcanza”, dijo el mayor, que tiene 7 años, y el padre caminó con ellos por el pasillo hasta el comercio para confirmar que ese gusto de cada día, sin aviso y de un salto, pasaba a representar 2000 pesos en el presupuesto familiar.
La anécdota la vivió esta semana y contó a LA NACIÓN alguien que vino a la ciudad por trabajo pero la experiencia se vive a diario, tanto sobre la arena como cemento, con este torbellino de precios que no sabe de límites geográficos y se acelera sobre un cierre de año coincidente con un lento y todavía incierto inicio de temporada de verano en estas costas bonaerenses.
Lo único seguro es que ya no hay sorpresas frente a estas variaciones que, solo si se tiene en cuenta lo que se vio y vivió por aquí mismo durante el fin de semana largo de comienzos de este mes, hace apenas tres semanas, representan ajustes de 20 a 25%. Quizás más en algún rubro en particular.
Esta escalada con borrones y correcciones en cartas de menús y vidrieras con valores de servicios acumula ceros al final y, a fuerza de inflación, ha convertido una constante pensar principales y básicos gastos de vacaciones en cinco cifras. En ese umbral de precios individuales conviven una pizza, una docena de empanadas, un kilo de helado, una salida de entretenimiento o, más aun, el alquiler de una sombrilla en un parador. “Este verano pide a gritos el billete de 10.000″, se escucha de un RRPP vinculado a espectáculos de gran convocatoria.
Una pila de billetes naranjas o todavía más grande si es de los verdes –ni hablar si se dispone de los de $100– requiere por estos días el pago en efectivo de compras cotidianas, sin necesidad de que se trate de productos demasiado excepcionales. Este tramo entre Navidad y Año Nuevo, con la particularidad de feriados en lunes que en ambos casos dan forma a fines de semana largos, muestran por ahora un movimiento muy tranquilo de turismo. Preocupa lo ya transcurrido y por estas horas entusiasma algo más lo que viene, ya que se anticipa un 70% de ocupación de servicios de alojamiento a partir de este viernes.
“El ritmo de pedidos todavía es moderado y se espera un repunte, quizá con recorte de días de estadía”, arriesga Oscar Cherú, secretario del Colegio de Martilleros y Corredores Públicos de Mar del Plata, al entender la reacción de los veraneantes en este contexto de incertidumbre y dificultades económicas.
Oferta y demanda
Operadores del rubro consultados por LA NACIÓN reconocen que la demora en confirmaciones empieza a tener impacto sobre los precios, con tendencia a la baja. Una consecuencia lógica del juego de oferta y demanda, más en Mar del Plata, con más de 300.000 camas disponibles en el circuito extrahotelero.
La hotelería también sigue con expectativa e inquietud este vaivén de decisiones de los turistas. En Mar del Plata una semana en un apart hotel con servicios para una pareja con dos niños se ofrece en casi un millón de pesos; seis noches en un tres estrellas bien ubicado y moderno se cotiza en casi 480.000 para el mismo grupo familiar y una habitación doble en un cinco estrellas céntrico tiene valor publicado de 287 dólares.
Hernán Szkrohal, vicepresidente de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica de Mar del Plata, reconoce las dificultades que propone este actual escenario con un movimiento de precios constante. “Hay incrementos semanales de materias primas de 15 a 30%”, reconoce. Y advierte cuidados en el impacto sobre precios al cliente: “Nos toca amortiguar para no trasladar a la carta, lo que implica pérdida de rentabilidad”.
Tiene Mar del Plata quizás la gama de precios más amplia –y tal vez el piso también– del interior del país en el rubro gastronomía. Eso significa ver hoy colas en una esquina céntrica para llevarse a casa una pizza especial por 4500 pesos como pagar la misma variedad en otro comercio por encima de 10.000.
En Peatonal San Martín, extendido al corredor de sus paralelas Rivadavia y Belgrano, hay propuestas de menú sin bebida de 5900 pesos (pollo con guarnición o pastas) o parrillada para dos por 15.000. Por allí se come a la carta casi al mismo valor de un local de comidas rápidas.
Los números crecen hacia zonas como Güemes o Playa Grande, donde una porción de asado al plato se paga 7000 pesos; 8300 la de vacío y 9000 la de matambre tiernizado. Algo más de 20% es el aumento con respecto a comienzos de este mes. La porción de papas para compartir anda en 2500 pesos y 4200 una ensalada completa.
Alta gastronomía
Según el comercio elegido se pueden encontrar precios algo por debajo o por arriba de los 10.000 por cubierto, con bebida y propina incluidas. Pero también hay un circuito de gastronomía ABC 1 que se afianzó y expandió en Mar del Plata, lo suficiente para fortalecer esta plaza y convertir a esta variedad de platos en un atractivo tan fuerte como las playas. Ese mundo de cocina de autor, esta semana, tiene promedios de 15.000 pesos, con picos de hasta 30.000 por comensal en las mesas más exclusivas.
El kilo de helado, en lugares de reconocida calidad y sello artesanal, ofrece un abanico importante en apenas 400 metros. Sobre calle Alem se consigue desde 7500 hasta 10.600.
El puerto es también un foco de atracción para quienes gustan de comer pescados y mariscos. Una abundante porción de rabas ronda los 10.000 pesos (7000 la media), 7400 la de cornalitos y 1100 una empanada. Fideos con crema de langostinos salen por 11.000 y la cazuela de mariscos por 12.000. Según comensal, suelen ser para compartir: entrada, plato principal y bebida suman de 10 a 12.000 por cubierto.
El entretenimiento se mueve cómodo en el mencionado umbral de las cinco cifras. El acceso a un parque acuático vale 12.000 y 3800 (más 2500 de medias) la hora en un reconocido centro recreativo de saltos y juegos en cama elástica.
Para recitales, que habrá y varios esta temporada en escenarios marplatense, hay que pensar en tickets desde 15.000 pesos y 20.000 para las figuras más fuertes. Las fiestas tipo Bresh, ya un clásico, se pagarán por ingreso entre 10.000 y 12.000. Y las fiestas electrónicas tienen un sistema de venta anticipada con valor en alza a medida que se acerca la fecha del show. El piso, según el artista, es 15.000 pesos.
Pero la nota destacada de la temporada, en materia de precios, será el teatro. Una cartelera comercial que cubrió todas las salas, con figuras de renombre, y apostó por una jugada fuerte. Allá por octubre se fijaron valores de tickets desde 8000 hasta 12.000 pesos, con vigencia hasta enero próximo. El empresario Carlos Rottemberg destaca su intención de afrontar su actividad “como una película y no como foto de una coyuntura particular”. Por eso habla de precios “lo más amigables posible” para la entrada y de cubrir costos tratando de “no ahuyentar al espectador por el bolsillo complicado para el consumo general”.
El presupuesto de playa, si es que se requiere disfrutar de arena y mar con servicios, tiene también lo suyo. Una carpa (acceso hasta cinco o seis personas) en un balneario se pagaría (el potencial es obligado por la inflación) a razón de 30.000 a 60.000 pesos por día durante la primera quincena de enero. La sombrilla se alquilaría desde 18.000 (cuatro personas). Estacionamiento a partir de 4000 por jornada a cielo abierto y 2000 la hora en lugares puntuales, como en sectores cubiertos y con seguridad de Playa Grande.
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