“Estamos en shock”: el pedido de una icónica iglesia de 1745 que sufrió daños patrimoniales irreparables por un incendio
El martes pasado, el fuego afectó a Santa Catalina de Siena, ubicada en San Martín y Viamonte; hoy, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, celebró una misa en el lugar y transmitió un mensaje de unidad para los feligreses
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Las puertas de Santa Catalina de Siena ya están abiertas. En el umbral de la recepción se apilan a los costados esculturas calcinadas de madera, bolsas de basura y una caja de luz que ahora es chatarra. Acomodados están lo que parecen los restos de un naufragio que arrastró la marea: retablos, una figura de Jesucristo rota a la altura de la cabeza, y arcos con diseños tallados que se partieron. Los feligreses se acercan incrédulos a tocarlos. Cuando entran, después de santiguarse, se encuentran con un altar quemado. En la nave lateral vacía se ubica sobre un banquillo la imagen de Santa Inés adornada con flores nuevas.
A seis días del incendio que sufrió, la iglesia histórica, ubicada en San Martín y Viamonte, retomó su actividad. Con la presencia del arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, se celebró la misa en el altar principal, rito que desde la semana pasada se estaba realizando en el coro bajo del monasterio mientras sus autoridades reacondicionaban el lugar.
Los escombros se removieron a contrarreloj para celebrar hoy, con una gran concurrencia, la fiesta patronal de Santa Catalina de Siena, luego del desperfecto eléctrico que inició un fuego y requirió que ocho dotaciones de bomberos y una brigada de policía trabajaron para apagar el foco. Las llamas no lograron extenderse por el claustro, pero destruyeron patrimonio original e irrecuperable de 1745.
La ceremonia
En el órgano centenario se entonaron himnos cristianos y el arzobispo empezó la misa, mientras los últimos concurrentes se ubicaban en el fondo. “Nuestro sentimiento es de dolor y de bronca, pero también de gracias, porque no pasó más de lo que pasó”, comenzó su sermón el arzobispo después de que se leyó el Evangelio.
“Estamos en shock por el incendio y desilusionados por ver los tablones de lo que fue un altar. También paralizados por levantarnos una mañana y ver en las noticias que se quemó Santa Catalina de Siena. Nos reunimos hoy porque estamos afligidos y agobiados. Venimos a rezar y encontrarnos como comunidad porque en los tiempos difíciles es malo estar solo. Las penas hay que compartirlas para buscar alivio”, dijo monseñor García Cuerva que, a lo largo de su discurso, hizo del fuego una metáfora para referir a la reconstrucción del templo. “Hay dos fuegos, el que destruye y el que nos anima y nos une. El primero es el que consumió el retablo, el segundo es el que nos anima a seguir y que nos enciende para proteger el valor del patrimonio histórico en la ciudad”, dice.
En el altar lateral dañado se congregaron feligreses que además de rezar se sacaron fotos con la imagen de Santa Inés, la única que se mantuvo intacta por más que en el incendio se le desplomó encima un altar de cedro. De las imágenes originales de la época que se quemaron estaban la del Sagrado Corazón, que quedó destruida y una de Santa Catalina de Alejandría, que se consumió por completo. “Estamos ante un hecho sorprendente, con Santa Inés que se mantuvo erguida en el incendio. Dios nos dice que no podemos quedarnos anímicamente destrozados en el piso. Nos tenemos que levantar, aunque estemos paralizados como el enfermo de la lectura de San Pablo. Dios nos pide levantarnos y tenemos como testimonio la imagen de Santa Inés que se sostuvo aun en las llamas”, agregó.
Monseñor García Cuerva relató luego su especial conexión con Santa Catalina de Siena. De niño, acompañado por su madre, fue a la primera iglesia a la que entró caminando. “Tomo las palabras del papa Francisco y del compositor Gustav Mahler, de que la tradición tiene que ser la adoración del fuego y no la adoración de las cenizas. No nos quedemos con la imagen de las cenizas del retablo, dejemos que nos encienda el otro fuego, el del amor a la Iglesia, los pobres, Dios y la época que nos toca vivir”, cerró.
Agradecimientos
Después tomó la palabra Gustavo Anitco, rector a cargo de la iglesia, para dirigirse directamente a la comunidad de Santa Catalina. “Quiero agradecerles mucho por lo vivido en estos días. A todos los que desde el momento del incendio se solidarizaron y se acercaron a la iglesia, al arzobispo y a las autoridades de la Ciudad”, dijo . Hizo también un agradecimiento especial –entre los aplausos de los concurrentes– a Franco y Francisco, los vecinos que alertaron a los bomberos en la madrugada del martes anterior.
“Me animo a decir bendito incendio, que nos permite renovarnos. Este momento visibilizó la riqueza de la comunidad de Santa Catalina y se abre un tiempo nuevo. Nos trae preguntas sobre la misión de la iglesia en el microcentro. Celebramos hoy a dos mujeres, Santa Catalina y Santa Inés, para apagar incendios en la vida que generan bronca, enojos y distanciamientos”, señaló Antico.
A modo de cierre se había planeado realizar un abrazo simbólico, pero por la alta concurrencia se decidió reemplazarlo con un aplauso generalizado. En la salida los feligreses se saludaron y abrazaron.
Campaña
“Soy de la comunidad de la iglesia de Santa Catalina, y cuando me enteré del incendio fue terrible. Presenciar la imagen del Sagrado Corazón tan destruido me generó un mar de lágrimas”, describió Vilma, que es abogada. Y agregó: “En ese altar donde se preservó la imagen de Santa Inés recé incontables veces. El aplauso y el abrazo simbólico fueron muy importantes para empezar a ver cómo recuperar todo lo que se perdió. Las palabras del arzobispo me reconfortaron. Desde la comunidad estamos para colaborar con lo que sea”.
La comunidad de la iglesia lanzó una campaña en sus redes sociales para recaudar fondos y donaciones destinados a reparar los daños y recambiar el sistema eléctrico. Los reciben por transferencia bancaria al alias STA.CATALINA del Banco Santander.
“Me enteré esa misma mañana cuando pasé por la cuadra”, contó María Amalia Caballero. Y sumó: “Ya estaba apagado el fuego pero fue impactante. Vengo a esta iglesia porque soy periodista y Santa Catalina tiene una protección especial para la profesión. Me llevé el mensaje de que el fuego es propagar la fe, la fuerza y la esperanza. Es lo más fuerte y se valora mucho que el arzobispo se acerque a una comunidad que recibió un golpe muy fuerte”.
A su lado estaba Alejandra Muchart. “Que se haya salvado la imagen de Santa Inés me conmueve enormemente, es un milagro. Me impactó el mensaje que a pesar de las cenizas y la destrucción podemos crecer con fuerza. No hay que llorar, sino hay que salir y seguir luchando”, analizó.
En la ceremonia estuvieron referentes de la política y la prensa. Entre ellos, Mariano Caucino, embajador propuesto para la República de la India; José Ignacio López, miembro de la Academia Nacional de Periodismo y vocero presidencial entre 1983 y 1989; y Teresa González Fernández, de la Asociación Civil ALPI. Por su parte el director de Relaciones Institucionales de LA NACIÓN, Norberto Frigerio, le hizo entrega al arzobispo de Buenos Aires, de un ejemplar del libro Argentina, lo que nos une, editado por este diario, como testimonio de la permanente presencia que tiene el medio en la tarea de presentar la totalidad de los intereses de los argentinos.
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