“Estaba en plena forma", dijo el médico que autorizó el certificado del corredor que murió en la media maratón
El domingo por la mañana el sol tibio y el viento suave parecían el marco ideal para el Media Maratón de Buenos Aires. Veinte mil corredores disfrutaban del circuito por Figueroa Alcorta que luego rodeaba el Rosedal. Los porteños que se habían levantado temprano y ya a las 8 de la mañana paseaban por la zona, se entretenían mirando pasar a esa multitud encabezada por veloces africanos. De pronto el clima plácido se partió. Con el dorsal 4150, Osvaldo Norberto Carrizo, un ingeniero civil santafesino de 55 años, caía al piso descompensado. La asistencia fue inmediata, pero poco tiempo más tarde, en el hospital Fernández, se anunciaba su muerte.
Su fallecimiento reabrió sobre los controles médicos en las maratones. LA NACION accedió al certificado de aptitud física que presentó Carrizo para que le permitan participar en la competencia y se comunicó con el médico que firmó su certificado.
Maximiliano D’Amelio es médico cardiólogo deportólogo recibido en la universidad de Rosario, con un posgrado en la Fundación Favaloro y, además, el médico del plantel de primera división de la Asociación Santafesina de Basquet y de Voley. "Carrizo tenía una buena obra social, lo cual permitió someterlo a los máximos controles", explicó el especialista.
Hace justo un mes, el corredor se realizó un electrocardiograma, un eco doopler cardíaco, una ecografía de vaso de cuello, un análisis de sangre y una ergometría en cinta a intensidad máxima. Esta última consiste en hacer correr al paciente en una cinta conectado a un electrocardiograma, la velocidad va aumentando en forma gradual hasta que llega al máximo esfuerzo posible y el paciente pide detenerse. Es la misma que se utiliza con los deportistas profesionales. Y D’Amelio se la realizó en persona a Carrizo. "Estaba en plena forma, era una persona muy prolija con los controles y su entrenamiento", detalló.
Sin embargo, el profesional aclaró que, más allá de todos los estudios, existe un 30% de casos que no se pueden evitar. "Con Osvaldo [Carrizo] se hizo todo bien, por eso uno se queda con la espina", reconoció D’Amelio. Causas genéticas o desconocidas suele ser el origen que se supone en estos casos. "Por suerte él tenía obra social", dijo el cardiólogo, y añadió: "A los que no tienen no se les puede pedir todo porque no lo pueden pagar".
En la Argentina no existe una reglamentación sobre cuáles son los estudios obligatorios para extender un apto físico deportivo. Queda a consideración de cada profesional qué requiere con cada paciente. Mientras que todos los especialistas también coinciden en que depende de cada persona los tipos de exámenes necesarios.
Osvaldo Carrizo había empezado a trotar hace dos años. Horacio Pernicaro fue el entrenador que lo inició en la actividad y lo acompañó hasta hace pocos meses. "Es un placer entrenar a un ingeniero, por lo estructurado y metódicos que son", dijo Pernicaro, que es profesor de educación física, licenciado en Entrenamiento y posee un posgrado de la Universidad de Barcelona. Empezó con un running team en Santa Fe hace más de 10 años y entrena a más de 100 alumnos.
"Su progresión en las distancias fue muy gradual", recordó Pernicaro sobre los inicios de Carrizo. Antes de llegar a Buenos Aires, ya había competido en las medias maratones de Rosario 2017 y Santiago de Chile, de este año. "Hasta ahí entrenó conmigo, después le cambiaron los horarios de trabajo y no pudo venir más", dijo el entrenador.
A pesar de haber perdido a su tutor, Carrizo continuó con los mismos entrenamientos e igual dedicación para competir en Buenos Aires. "Lo sé porque su pareja seguía viniendo al grupo, de hechos ellos se conocieron acá", reveló el entrenador. Su rutina consistía en tres trotes por semana y al estar cerca de la carrera reforzaba con entrenamientos de gimnasio. "Osvaldo fue un alumno ejemplar, preparación física no le faltó", aseguró Pernicaro.
El análisis que hacen D’Amelio y Pernicaro va más allá del caso de Carrizo. En general falta prevención no solo de salud , sino de entrenamiento adecuado. Se estima que la mitad de los corredores no tienen un entrenador que los guíe y se preparan ellos mismos, con consejos de amigos o tomando ideas de internet. "Eso se ve claro en las carreras", detalló Pernicaro, y agregó: "El 10% del fondo corre cada vez más lento, son lo que salen a llegar como sea".
Más allá del destino, que sin duda torció cualquier pronóstico con Osvaldo Carrizo; la lección que quieren dejar los profesionales es que, por más recreativa que sean los trotes, con la salud no se juega.
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