Espirometría, la prueba respiratoria que ayuda a la detección de una enfermedad altamente prevalente pero está desaprovechada
El neumonólogo español Juan José Soler, referente en el manejo de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, destacó su importancia
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Una prueba simple que delata cómo están funcionando los pulmones no está siendo lo suficientemente aprovechada como “medida universal de que algo no anda bien”, de acuerdo con el Juan José Soler, referente internacional en el manejo de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Así, tras una reunión con colegas argentinos, hace unas semanas, el neumonólogo español destacó la utilidad de la espirometría, un estudio que solo demanda soplar por una boquilla para hacer las mediciones y “sirve también para saber si está mal el corazón y el metabolismo”, resumió.
En diálogo con LA NACIÓN, Soler destacó el valor de esa evaluación en un programa que impulsa con un grupo de colegas de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica para empezar a llegar más tempranamente con la detección y el control de una enfermedad altamente prevalente, pero con diagnóstico aún tardío. Se trata de la iniciativa Antes (por Anticipando el diagnóstico y el tratamiento de la EPOC en el siglo XXI), que incluye diferentes intervenciones e investigaciones para respaldarlas y al que invitó a sumarse a especialistas locales. A modo de ejemplo, citó que están testeando si el teléfono celular puede medir una señal de flujo aéreo a través de micrófono como alerta de una capacidad respiratoria baja.
Una de las líneas de trabajo del programa Antes es lo que denominó el infradiagnóstico. Estimó que un 80% de pacientes que tienen EPOC no están diagnosticados, por lo que muchos de ellos no están siguiendo un tratamiento adecuado. Lo mismo dijo que se aplica a problemas como el asma o las alergias. “En general, es porque hay un bajo uso de la espirometría”, sostuvo.
El dato surge de estudios epidemiológicos de la Argentina, España y el mundo, donde varía entre el 70 y 80% la proporción con un resultado en esa prueba que indica algún grado de alteración. “Pero nadie le dijo a esa población que tiene una enfermedad [por la EPOC exclusivamente]. Por lo tanto, si a esos pacientes no los diagnosticamos, no los vamos a poder tratar y cuando se lo diagnostique será tarde”, agregó.
A la salida de una reunión con colegas argentinos, la percepción de Soler, jefe del Servicio de Neumonología en el Hospital Arnau de Vilanova (Valencia), es que ambos países comparten problemas parecidos aun cuando la Argentina tiene una mayor prevalencia de EPOC (14,6%), que su país (11,8%) o el mundo (10%). “Eso es mucho”, sostuvo sobre la proporción local que surge del estudio epidemiológico de referencia EPOCAr.
“Y también tienen el mismo problema que nosotros en España –agregó–: un 75% de pacientes infradiagnosticados, con alteraciones espirométricas y nadie lo había notado.”
La principal solución, según repasó, era llevar la realización de la espirometría a la atención primaria. “Pero después de años, según conversamos, primero muchos centros de salud no cuentan con un espirómetro y, ahora, no se hace la prueba. Esto nos dice que no se le dio bastante importancia al papel que tiene la espirometría –evaluó–. Ahí hay un gran reto que también tienen los médicos argentinos”.
No invasivo
Sergio Zunino, coordinador de la Sección Enfermedades Obstructivas de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR) y médico de planta de la Sección Neumonología del Hospital Italiano, coincidió con su par español. “La espirometría es un estudio de la función pulmonar no invasivo: la persona toma aire y lo sopla lo más rápido que puede de manera forzada por una boquilla al aparato [espirómetro] que mide flujos de aire que pasan por los sensores. Nos da una estimación de cómo está la función pulmonar que siempre se hace con un valor predictivo”, explicó. Ese resultado es en función del sexo, la talla y la edad; los valores obtenidos se comparan con los valores teóricos esperados.
Aclaró que el asma y la EPOC comparten el síndrome obstructivo y que, luego, los síntomas de cada persona (alergias, rinitis, tabaquismo, silbidos en el pecho, entre otros) son los que orientan al médico hacia un diagnóstico definitivo. “En los pacientes que se fatigan o tienen la sensación de falta de aire (disnea), muchas veces está la posibilidad de que haya algún problema cardiológico, como insuficiencia cardíaca o enfermedad coronaria. Si la persona desacondicionada por exceso de peso (que si además tiene dislipemia o diabetes puede tener síndrome metabólico), en general tiene sus pulmones normales, pero su estudio de la función pulmonar puede dar un patrón restrictivo debido a la alteración de la mecánica respiratoria”, continuó Zunino.
En esos casos, según detalló, con la recomendación de cambiar de hábitos, como bajar de peso y hacer ejercicio, empiezan a respirar mejor.
“Todo está relacionado –sostuvo el especialista–. Pero hay un gran problema: sabemos por el estudio Epocar que hay un 14,6% de argentinos con enfermedad pulmonar obstructiva y un 10% de asmáticos. Esto son más de cuatro millones de personas en cada caso. Hay un 60% de subdiagnósticos o diagnósticos erróneo de EPOC y, en asma, es del 50%. Esto nos dice que no estamos usando los recursos disponibles”.
En general, los equipos para evaluar la función pulmonar son portátiles y de fácil utilización para los profesionales de salud. “Existe desconocimiento de parte del médico de atención primaria de cómo interpretar los resultados de estos estudios. Esto hace que muchas veces se abstengan de solicitarlos, lo que repercute negativamente en el diagnóstico correcto de las enfermedades respiratorias, la elección del tratamiento más adecuado y en el seguimiento de los pacientes –continuó el miembro de la AARM–. La intervención temprana favorece el acceso a un diagnóstico y un tratamiento adecuados, a la vez que disminuye las complicaciones asociadas a estas enfermedades”.
Pero este escenario no es solo local, como señalaron ambos especialistas. “En América Latina, no estamos diagnosticando estos problemas o lo estamos haciendo tarde porque está normatizado en la sociedad que toser es normal. Pero no lo es –agregó Zunino–. Si una persona tiene tos y algo de fatiga, está desacondicionada y no hace ejercicio y sigue fumando, hay que ir a buscarla porque puede tener la función pulmonar deteriorada. Si no, vamos a llegar cuando la enfermedad está evolucionada. Por eso, insistimos en que hay que llegar lo más precozmente antes de que eso ocurra”.
Soler, tras su encuentro con colegas locales, destacó el “alto nivel de formación” de los especialistas argentinos y apuntó a una diferencia con la experiencia que también acumula como miembro del Comité Científico de la Guía Española de EPOC (Gesepoc) y director del Plan de Salud en EPOC de la Comunidad Valenciana. “Tenemos tratamientos inhalados que llegan a reducir mortalidad”, mencionó, al citar la triple terapia (tres medicamentos con distintas acciones) con beneficios que sugieren resultados en esa línea en ensayos clínicos.
“Acá [por la Argentina], los profesionales se encuentran con dificultades administrativas para el uso de estos tratamientos que tienen que ver con las limitaciones económicas. Nos pasó esto en España hace tiempo, pero se resolvió por la utilidad del tratamiento con un costo no mayor a los demás productos –recordó–. Por un lado, acá están teniendo el problema de que hay que justificar muy bien su indicación y, por el otro, que hay pacientes que no puedan pagarlo. Es importante que las sociedades científicas den a conocer qué fármacos se necesitan para el tratamiento óptimo en cada caso.”
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