“Ese folleto es un absurdo. Tomar poquito no tiene sentido”, dice una joven que intenta recuperarse de su adicción a la cocaína
La mujer cree que el panfleto que elaboró la Municipalidad de Morón fue “una intervención desatinada”; “Estamos hablando de sustancias adictivas que seguro te hacen querer más”, resalta, mientras reclama, en cambio, que se trabaje en los barrios para evitar el consumo
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“Ese folleto es un absurdo. Tomar poquito no tiene sentido porque estamos hablando de sustancias adictivas”. Eso fue lo primero que pensó Sara cuando ayer, desde la comunidad terapéutica donde está internada por su consumo problemático de cocaína, leyó el polémico panfleto que la Municipalidad de Morón repartió con “consejos” sobre las drogas.
“No está bueno lo que hicieron. Se trató de una intervención totalmente desatinada”, dice la mujer de 40 años en diálogo con LA NACION. Por su experiencia de vida, ella entiende que la recomendación de “toma poquito para ver cómo reacciona tu cuerpo” no es acertada. “Estamos hablando de sustancias adictivas que seguro te hacen querer más”, enfatiza Sara - cuyo nombre real prefiere mantener en reserva -.
Esta es la segunda vez que la mujer vuelve a caer en la adicción por la cocaína. Desde hace tres meses intenta volver a recuperarse, o al menos recuperar parte de su vida. Cree que los funcionarios deberían, en lugar de publicar tales “consejos”, ocuparse de crear “fuertes campañas” de prevención del consumo. Sara está convencida: “Directamente, te tienen que decir que no hay que probar las drogas. Lo que hay que contar es qué daños genera”.
“Y es tan importante el trabajo en territorio, en los barrios. Yo compraba en las villas y veía gente destruida por el consumo”, se lamenta la mujer, preocupada.
El consumo problemático de la cocaína
Cuando Sara tenía 28 años, un cuadro depresivo y su imposibilidad de gestionar las emociones la volcaron por primera vez al mundo del consumo problemático. “Usaba la cocaína como anestesia”, recuerda. Su vida “normal” tuvo una abrupta interrupción: dejó de estudiar su carrera universitaria, renunció al trabajo y se quedó sin hogar porque su familia no supo contenerla. Su conducta se había vuelto agresiva a raíz de la droga.
Fue entonces cuando la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) le salvó la vida, según sus propias palabras, por primera vez. A través de la beca a un programa que le otorgó el organismo, la joven pudo entonces recuperarse y Sara logró terminar su carrera como trabajadora de la salud.
Pero la pandemia del coronavirus volvió a afectarla, como a muchas personas: “El estrés laboral por el que pasé me deterioró mal”. Sumida nuevamente en su adicción por la cocaína, otra vez recurrió al Sedronar. “A los dos días me enviaron a este lugar donde estoy ahora”, cuenta la mujer y recuerda que “la estigmatización social” de la que era víctima por ser trabajadora de la salud con esta enfermedad.
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