“Escenario crítico”: otra especialidad médica atraviesa un déficit de profesionales para atender la demanda
La entidad científica que nuclea a los patólogos advierte que la situación es tan delicada como la de pediatría, terapia intensiva o medicina general
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A diario, unos 1300 patólogos trabajan en laboratorios y quirófanos del país para definir el diagnóstico a partir del que otros especialistas –cirujanos, oncólogos, ginecólogos, dermatólogos, gastroenterólogos, neumonólogos o endocrinólogos, entre tantos más– indican tratamientos o personalizan terapias. Sin embargo, la falta de profesionales por la crisis del recurso humano en salud, los bajos honorarios por prestaciones y los problemas con insumos básicos que son importados está resintiendo la capacidad de dar respuesta a la demanda de atención de los pacientes.
De hecho, las autoridades de la Sociedad Argentina de Patología (SAP) reclaman que se reconozca a la anatomía patológica entre las especialidades críticas, como la pediatría, la terapia intensiva, la neonatología o la medicina general/de familia, en las que no se están pudiendo cubrir guardias, residencias y cargos. Hay provincias en las que ya se hicieron hasta cinco llamados a concurso para ocupar las vacantes por renuncias en esas especialidades.
“El problema de la medicina en general es grave. Y la anatomía patológica, efectivamente, es una especialidad en la que están faltando profesionales a nivel mundial: el patólogo que se quiera ir a trabajar afuera va a conseguir trabajo rápidamente”, dice Ricardo Sánchez Marull, director de la carrera de especialista en el Instituto Universitario Cemic. “En las residencias –continúa–, estamos teniendo un alto porcentaje de médicos de otros países. Esto acelera la crisis para nosotros: siempre pensamos que un residente se puede quedar en el servicio una vez que completa esa etapa de formación profesional y eso, hoy, no está sucediendo frente a un déficit de patólogos importante.”
Este año, se postularon 64 médicos para los 66 cargos que se ofrecieron en el país a través del Examen Único de Residencias, como publicó LA NACIÓN, y no todos ingresan. Hay distritos en los que donde se presentaban tres profesionales, este año se inscribió solo uno.
Autoridades de la SAP coinciden en que el escenario “es crítico”. No hay, según plantean, profesionales suficientes para atender un aumento de la cantidad de trabajo con la incorporación de pruebas y determinaciones con nuevas técnicas que, a la vez, está “muy mal pago”, sea en la práctica pública como en la privada. Y, año a año, también va creciendo el número de procedimientos médicos que involucran a un patólogo: tanto que ya aparecen estimaciones de que por lo menos habría que duplicar la cantidad de residentes en formación para revertir la tendencia y contar en los próximos años con el recurso humano suficiente.
Cualquiera sea la cobertura o el subsistema en el que se atiendan, el 95% de los pacientes tienen un patólogo que interviene en algún momento de la atención de su salud, según recuerda Sánchez Marull. Aun así, rara vez conocen su nombre. Si no, basta con hacer la prueba con el resultado de un último control de rutina, el ajuste de un tratamiento o un estudio de mayor complejidad. “Los pacientes no nos conocen”, señala Ana Lía Nocito, presidenta de la SAP.
Escasez
En el país, la entidad tiene1320 especialistas en anatomía patológica inscriptos. Dos jurisdicciones concentran el 66% de esos profesionales: la Ciudad de Buenos Aires (404) y la Provincia de Buenos Aires (469). En otros 21 distritos, trabajan el 34% restante.
Santa Fe (95) y Córdoba (92) son la que más profesionales tienen, mientras que en Santiago del Estero hay uno solo o, en Santa Cruz, dos. Formosa y Tierra del Fuego tienen siete patólogos cada una o nueve en La Pampa. En Catamarca, San Luis, Jujuy, La Rioja hay entre tres y cinco profesionales para atender la demanda de estudios de muestras de cada uno de esos distritos. Chubut, Corrientes, Entre Ríos, Mendoza, Salta, Neuquén, Misiones, Río Negro, San Juan o Tucumán, cuentan con entre 11 y 36, en cada caso. En Chaco, no se registran especialistas asociados.
A esto, Nora Falcoff, secretaria de Asuntos Profesionales de la entidad, cita casos extremos como el de obras sociales provinciales que envían muestras a otras provincias –más de 1000 km– para abonar menos las prácticas. “Esto les quita el trabajo a los patólogos de esa provincia y deteriora la calidad del resultado”, afirma.
La cantidad de estudios que se hacen sobre tejidos y células de muestras de pacientes es enorme y cada vez más compleja. Pero eso, según señalan desde la SAP, no se está traduciendo en los honorarios.
Por el Papanicolaou de una paciente a la que un ginecólogo le tomó la muestra los primeros días de este mes, las coberturas pagarán recién en octubre o noviembre entre $811 y $1307 por un trabajo de entre 10 y 15 días para definir un resultado positivo o negativo. Se trata de una prueba que sirve para prevenir el cáncer de cuello uterino.
Para una biopsia pequeña (por ejemplo, endoscópica o de piel), un relevamiento actualizado de la SAP indica que el valor oscila entre $1106 y $2250, mientras que si es mayor, como la resección oncológica de un órgano, las prepagas abonan $2840-$3986 por práctica, por debajo de las obras sociales más grandes, que pueden llegar a pagar $6750. Dentro del quirófano, el valor de una biopsia por congelación que guía el trabajo del cirujano es de entre $5520 y $10.500, según sea la cobertura.
“Es una especialidad que tiene obligación de resultado porque no hay margen de error en el diagnóstico”, advierte Alejandra Wernicke, secretaria científica de la SAP y médica de planta del Servicio de Patología del Hospital Italiano. “Hay cada vez más subespecialización y tenemos que estar al día con las nuevas manifestaciones de una enfermedad, los nuevos requerimientos para el diagnóstico de cada una, en función del pronóstico y el tratamiento”, agrega Falcoff, exjefa de servicio de los hospitales Cetrángolo y Houssay, del partido bonaerense de Vicente López.
Eso, según coinciden ambas, genera no solo cada vez más trabajo sobre la misma pieza, sino que también demanda la obtención de más piezas para procesar. Pero esto no se traduce en los ingresos a fin de mes, según insisten.
“Hacer un diagnóstico anatomopatológico es tan difícil como otras intervenciones y requiere del entrenamiento en la técnica adecuada para un buen diagnóstico para los pacientes”, dice Florencia García Kamermann, vocal de la SAP y especialista de la División de Ginecopatología del Hospital de Clínicas.
Para Nocito, la dispersión de sueldos y honorarios “es muy grande”, además de que casi “no hay postulantes” para cubrir las residencias. Lo atribuye, en parte, a que no siempre la anatomía patológica comparte con otras materias la misma carga horaria durante la carrera de medicina -en algunas universidades es un curso optativo- y los profesionales que ingresan para cubrir los cargos que van quedando vacantes, renuncian al poco tiempo. Esto, en medio de la presión por el tiempo de los informes, a los que se está asignando prioridad para la entrega de acuerdo con la urgencia del resultado.
Preocupa también en la SAP que los profesionales que tienen su laboratorio –”que son muchos”, según indican en diálogo con LA NACIÓN– empiezan a manifestar dudas sobre si seguir o no adelante con un servicio que requiere un 80% de insumos importados con listas de precios que suben un 23% cada dos meses, logística para el traslado de muestras y hasta la guarda legal por 10 años de las muestras procesadas. “Somos el único especialista médico que entrega un informe con un diagnóstico”, coinciden, hacia el final, las especialistas.
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