Escasa presencia de materias humanísticas en carreras técnicas
Dos universidades privadas las eliminaron al recortar el plan de estudios
¿Para qué me sirve aprender filosofía si yo sigo ingeniería?, es una de las preguntas que suelen hacer los alumnos a sus profesores.
La pregunta llegó a los peldaños más altos de las casas de estudios, que al renovar sus planes y acortar la extensión de las carreras eliminaron el dictado de materias de carácter humanístico.
La Universidad Argentina de la Empresa (UADE), por ejemplo, quitó la materia sociología de la carrera de Ingeniería cuando la redujo a cinco años. También la Universidad Caece, que inició su actividad concentrando su oferta académica en las áreas de matemática e informática, eliminó la asignatura psicología de la motivación, que se dictaba en la carrera de Marketing.
Sin embargo, el mapa universitario encuentra sedes que tomaron el camino inverso. Es el caso de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que incluyó asignaturas como salud mental, medicina familiar y bioética en la preparación de los futuros médicos, en procura de una formación integral.
Asignatura pendiente
El rector de la Universidad Caece, Jorge Bosch, matemático y epistemólogo, acortó la formación humanística en carreras profesionales por los límites que imponía la reformulación de la carga horaria.
"Al reducir la extensión de las carreras, queda poco tiempo para las materias específicas", señaló, en diálogo con La Nación .
Bosch reconoció que "sería conveniente incluir materias humanísticas en carreras técnicas". Pero esa meta será, por ahora, una asignatura pendiente en su universidad.
Sin demasiada preocupación, el director del Departamento Técnico y Científico de la UADE, ingeniero Ernesto Bendinger, sostuvo: "Nos ocupamos de la formación humana en la medida en que podemos, pero si formamos ingenieros debemos capacitarlos con los elementos técnicos suficientes para desarrollar tal función".
En algunas carreras de la UBA, como Ingeniería, Veterinaria, Farmacia y Bioquímica, las únicas materias humanísticas que cursan los estudiantes son introducción al pensamiento científico e introducción al conocimiento de la sociedad y el Estado, que se dictan en el Ciclo Básico Común(CBC), al comenzar los estudios.
Al defender la inclusión de contenidos humanísticos en la formación profesional, el vicedecano de Medicina de la UBA, Gustavo Lanosa, sostuvo que también el médico necesita tener cierta formación humanista.
Lanosa reconoció que la Facultad de Medicina "fue tradicionalmente organicista y positivista, pero esta realidad se está invirtiendo poco a poco. Ahora existe la preocupación por dictar materias que contribuyan con la formación integral de los estudiantes, aunque tal vez aún no ocupen el lugar que se merecen. Quizá deberíamos dar más peso a este tipo de materias aumentando su carga horaria", admitió el vicedecano.
Según quienes defienden la enseñanza humanística en las carreras técnicas, una educación completa tiene en cuenta todas las dimensiones del hombre, desde su capacidad de contribuir con el progreso tecnológico hasta la de comprender el sentido de su propia existencia y relacionarse con los otros hombres.
"Es necesario que las instituciones educativas pongan más esfuerzo en brindar a sus alumnos una preparación integral. Vemos hoy en el mundo un cierto grado de deshumanización y se ha perdido el verdadero sentido de lo que es la persona", comentó el vicerrector de la Universidad Católica Argentina (UCA), Ernesto Parselis.
En el mismo sentido, el investigador Julio Labaké afirmó que "hoy se ve al hombre como un instrumento para la producción sin tener en cuenta las otras dimensiones, como ser buena persona y adquirir un fuerte sentido de la responsabilidad".
Según Parselis, incluso la formación integral es necesaria para la labor técnica de un profesional, ya que "tener una buena formación humanística ayuda a los profesionales a captar ciertas problemáticas que otros con demasiada educación técnica no alcanzan a comprender".
En tanto, el pensador Juan José Sebreli sostuvo que todas las carreras deberían contar con elementos de antropología para que los jóvenes alcancen un verdadero concepto de hombre.
Labaké insistió en que la tecnología debe estar al servicio del hombre, por eso las ciencias duras (como física o astronomía) deben tener una buena base antropológica: "Sólo así se le dará sentido humano a la ciencia que cada profesional practica".
No caer en el facilismo
Conocida y muy acertada es una frase de Einstein en la que aconsejaba: "Todo hombre de ciencia, todo profesional, debe preguntarse a la mañana al levantarse como de noche al acostarse: ¿para qué hago lo que estoy haciendo?" Lo que el físico genial quería es que todos nos preguntemos (no sólo los científicos) en qué medida nuestras tareas benefician a la humanidad o la perjudican. Como pacifista que era, le preocupaba que hubiera especialistas que trabajaran en investigaciones bélicas. Pero en realidad su pregunta puede formularse para todo tipo de actividad.
Existe en la actualidad una tendencia a concebir las carreras universitarias como lo mínimo necesariamente indispensable para desarrollar una labor especial y poder ubicarse en el mercado del trabajo. De acuerdo con esto no harían falta las asignaturas humanísticas, filosóficas o culturales, que alargarían inútilmente los estudios y no tienen atingencia para adquirir una especialidad. Este punto de vista llega con frecuencia al límite de rechazar el nivel teórico de las propias disciplinas para ceñirse solamente a la adquisición de prácticas.
En realidad, hay algo equivocado en esta manera de ver las cosas. En primer lugar, todos tenemos responsabilidades sociales y debemos saber cuáles son y cómo éticamente proceder para no caer en conductas equivocadas. Y ello implica cuestiones de sociología y también de filosofía. De otra manera, nuestras actividades se hacen automáticas, faltas de crítica y cómplices de cualquier estado de cosas.
Otro aspecto de la cuestión es que vivimos en un mundo de incesantes y rápidos cambios de carácter económico y tecnológico, debido a lo cual los científicos y técnicos tienen que tener la flexibilidad adecuada para adaptarse a nuevas circunstancias y ser creativos. Para ello necesitan de conocimientos generales, ciencias básicas, y un espectro amplio de modelos culturales y de posibilidades filosóficas.
Resultados sorprendentes
Una investigación interesante se hizo en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, allá por 1964.
Se quiso comparar el éxito en exámenes y desarrollo de las carreras en los egresados del colegio nacional frente a los que provenían del colegio industrial. La hipótesis de trabajo era que estos últimos, al estudiar más intensamente las materias técnicas, estaban mejor preparados que los primeros, que habían dedicado más tiempo a las generalidades y a las perspectivas culturales.
Lo sorprendente fue que el resultado de la investigación estableció exactamente lo contrario:las más altas notas y las carreras más brillantes las habían logrado los egresados del colegio nacional. Y es que la cultura amplia y general les había permitido adaptarse mejor a las novedades y a los puntos de vista originales. Eran más creativos.
Einstein recordaba que los seminarios filosóficos y epistemológicos en los que había intervenido tuvieron mucho que ver con su descubrimiento de la teoría de la relatividad.
La aparición de cursos de ética (bioética, ética de la ingeniería, ética de los problemas económicos, etcétera) parece señalar una tendencia positiva al respecto. Y, en general, parece aconsejable que la formación de los especialistas se complete con una adecuada información humanística. Esperamos que nuestras universidades no caigan en el facilismo y en las concepciones estrechas y formen a sus egresados recordando que, al final de cuentas, se trata de seres humanos, y no de instrumentos.
El autor es epistemólogo y profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires.
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