Es una alternativa que suma
Como todas las mañanas, me dispuse a desayunar mientras leía las noticias en Internet. Recorría los titulares cuando casi me atraganto con una tostada al descubrir uno muy curioso y sorprendente: la venta por 1000 millones de dólares de la aplicación Instagram. Sí, así es: ¡1000 millones! Y por una aplicación para tunear fotos y compartirlas con otros usuarios que hasta ahora era de uso exclusivo de los miembros de la logia de la Mac-zana .
El feliz adquirente es nada menos que Facebook. Sus millones de usuarios podrán encargarse de acicalar sus fotos, lo cual viene muy bien. Con Instagram se obtienen rápidamente resultados satisfactorios, gracias a una amplia gama de retoques predeterminados que funcionan a modo de filtros, donde se ofrecen opciones de tonos y estilos color, blanco y negro o viradas a distintas dominantes, marcos y formatos. Es como un maquillaje al instante de las imágenes. Las fotos, a su vez, pueden subirse a un sitio para compartirlas con otros fotógrafos que crean sus galerías y muestras virtuales. De esta manera uno puede tener seguidores y seguidos y, finalmente, ser parte de una comunidad. Para ser mas exactos: es una especie de "llame ya" de la fotografía; un Photoshop Express, que incluye a todos, los que saben y los que no. Esto sumado a que se pueden transformar y mejorar las fotos haciendo que parezcan, por ejemplo, sacadas con una Polaroid o con un sepiado tipo spaghetti western. La verdad es que Instagram suma.
Una vez más asistimos a otra instancia de la meteórica carrera tecnológica, que masifica y atomiza al popularizarse como otras tantas cosas que nacen en la exclusividad. Una salvedad: para el ojo más exigente resultará una alegría ver en Facebook imágenes caseras retocadas con Instagram, ya que por el momento se ven fotos aterradoras...
En mi caso, por lo pronto, sigo investigándolo, aunque todavía no me entusiasma mucho, porque provengo del laboratorio manual y, en cuanto a aplicaciones móviles, todavía uso la Instamatic, que me lleva directamente al look de las fotos familiares de los 70, con tonos cyan y el clásico viñeteo.
Lo mío es la nostalgia, no hay duda.