“Es un sueño”: la alegría por la presencialidad total en primarias porteñas y el desafío de evitar contagios
El protocolo oficial ya no exige distanciamiento de 1,5 metros dentro del aula y cada curso es una burbuja
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Ansiosos, muy contentos y con ganas de entrar a clase. La emoción de los chicos de primaria por volver a la presencialidad con jornada completa emanaba en la calle Gorriti, en el 5740, en la puerta de la Escuela N° 9 del distrito escolar 9 Juan Crisóstomo Lafinur, en el barrio porteño de Palermo.
A las 7.30 llegaban Alejandro y Sofía, de 7 y 11 años, de la mano de su madre, Alejandra. Fueron los primeros en llegar. “Es un sueño que se vuelva a la normalidad. Estamos muy contentos de que se avance. Mis pequeños van a poder progresar en sus materias más rápido, y estar con todos los compañeros es otro ambiente”, afirmó Alejandra Rivera a LA NACION.
Este mañana volvieron a la presencialidad plena 290.000 alumnos y alumnas del nivel primario de escuelas públicas y privadas de la ciudad de Buenos Aires, un nuevo paso en el plan gradual que comenzó el 4 de agosto. Cada curso es una burbuja, con espacios asignados para cada alumno dentro del aula, y la jornada ya puede ser completa.
Con barbijo y alcohol en gel, los chicos aguardaban en fila a ambos lados de la entrada del colegio, segregados por curso. A las 8 en punto, la directora Vanina Casali abrió las puertas y dio luz verde al ingreso.
Alejandro y Sofía se levantaron al instante. Estaban sentados en las escaleras jugando dominó con dos compañeros más mientras esperaban. “Mantengamos la distancia, por favor”, alertó Vanina, mientras daba paso a los chicos de primer grado. Apenas cruzaban la puerta, les tomaban la temperatura y les aplicaban alcohol en gel en las manos. Después, podían ir directo al aula.
Acondicionamiento
“El mayor desafío ha sido volver a la presencialidad completa, sin duda. Lo más complicado fue acondicionar el comedor y coordinar los tres turnos en los que van a almorzar los alumnos”, explicó la directora. En las aulas de esta escuela, si bien el protocolo porteño no lo exige, continuarán manteniendo el metro y medio de distancia social, recalcó Casali; además, en el comedor se agruparán tres alumnos en cada mesa.
“Está muy emocionada. Se levantó diciendo: ‘Mamá, quiero ir a la escuela’”, dijo Patricia Flores, madre de Ariana, de 11 años. “Tengo un poco de miedo por los contagios. Espero que no se incrementen con la habilitación del comedor, pero ojalá salga todo bien”, detalló.
Además, Patricia recordó que la vuelta a la jornada completa le facilita su horario de trabajo, de niñera. “Antes tenía que venir a buscar a la nena a las 12. Salía del trabajo y la tenía que llevar conmigo hasta que terminaba”, agregó.
“Los chicos son los que mejor se portan. Son muy conscientes. Además es imposible ocultar la sonrisa y la alegría, ni siquiera con los barbijos. También las familias lo estaban necesitando para poder organizarse en sus trabajos y para que los chicos aprendan. Estamos muy felices de poder demostrar nuestro amor y dedicación otra vez en horario completo”, añadió Vanina, cuya escuela incorpora hoy a 270 alumnos a la presencialidad plena.
Eva González acompañó a su hija Solans, de 7 años. “Tengo a mi otra nena, que va a la secundaria, y es muy distinto que yo les ayude a ambas en sus tareas a que tengan a su maestra a tiempo completo. Me siento muy segura porque está todo muy organizado. El miedo siempre está, pero de a poco los papás vamos instruyendo a los chicos en casa y vienen preparados”, señaló la madre. Aunque admitió que la ampliación a jornada completa le complicó sus horarios de trabajo: “Se cruza su horario de salida con mi jornada laboral, pero la prioridad es que los chicos vengan a clase y me adapto. La nena se levantó con mucha pereza, pero después siempre disfruta”, agregó.
Viandas
En el Colegio Lincoln, una entidad privada ubicada en Olleros 2283 del barrio de Colegiales, no habilitaron aún el comedor. “Nos pareció más seguro esperar a que se acomode más todo y avance el plan de vacunación. Cada alumno trae su propia vianda o van a comer a casa”, explicó Marta, directora del nivel primario, que prefirió preservar su apellido.
“Vamos a colorear la imagen de San Martín, como está en la foto”, indicó la maestra a los 20 alumnos, sentados de a dos, que llenaban la clase. “¿Todos saben quién es San Martín?”, preguntó la directora. “¡Claro que sí!”, respondió exaltada una niña levantándose con ímpetu de la silla. “Normalmente, fuera del marco de la pandemia, celebraríamos un acto el 17 de agosto, pero ahora es imposible”, destacó Marta.
Las clases comenzaron a las 8, con un ingreso escalonado de 15 minutos por curso, y concluirán a las 17. “Controlar las medidas de protocolo con los chicos es muy sencillo. Todos saben que tienen que cuidarse, llevar el alcohol en gel, aunque es inevitable que tengan ganas de jugar. Hoy un pequeño me preguntó: ‘Profe, ¿podemos jugar a las cartas?’. Es difícil para ellos, pero se están adaptando muy bien”, consideró.
Los 290.000 estudiantes de primaria que regresan hoy a las clases presenciales se suman a los 190.000 del nivel secundario que inauguraron el 4 de agosto pasado el nuevo esquema gradual de presencialidad plena en la Capital. También regresan los estudiantes del nivel superior no universitario y de los centros de formación profesional, que son otros 54.000, junto con chicos y chicas que van a instituciones de educación especial.
El lunes próximo será el turno para el nivel inicial. Cuando eso suceda, serán alrededor de 700.000 alumnos los que habrán retornado al sistema de clases prepandemia.
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