“Es terrorífico”: tirar alimentos y remedios, trabajar a la luz de las velas o cerrar los negocios, el drama de los afectados por los cortes
Vecinos y comerciantes de Mataderos, Villa Luro y Liniers reclamaron por las consecuencias económicas de la falta de servicio; aún hay casi 19.500 usuarios sin electricidad
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Al mediodía, la temperatura bajó a 26°C después de días infernales. El viento soplaba fresco y, para ese momento, ya había vuelto la luz en algunas zonas de los barrios que estuvieron afectados por cortes eléctricos que comenzaron hace unos días. Sin embargo, la bronca de los vecinos y comerciantes que sufrieron los apagones seguía latente. “Mi marido tiene 77 años. Padece Alzheimer y no le pude hacer las nebulizaciones que necesitaba”, se lamentó Norma Veloso, vecina de Mataderos. Y agregó: “Estuvimos 44 horas sin luz. Somos jubilados, cobramos una miseria y tenemos que tirar la poca comida que tenemos. Es terrorífico”.
Adriana Bazzi también se quejó: “Estuvimos sin luz el 24, el 25, el 26, el 30 y el 31. Y eso que nosotros somos afortunados”.
José Luis Amodeo, de 49 años, es diabético y fue otro de los afectados por los cortes: “Tuve que llevar la insulina a la casa de una amiga para no perderla. La luz volvió después de dos días. Tuvimos que tirar toda la comida que compramos para festejar Año Nuevo”.
Según los vecinos, este tipo de fallas en el servicio suele ocurrir durante el verano, pero nunca se extiende por tantos días. “El año pasado, hubo cortes de luz, pero no tantos ni tan largos como ahora. En este momento volvió, pero a la noche seguro nos la vuelven a cortar”, comentó Delia, que prefirió no dar su apellido. Ella volvía de hacer las compras; una rutina que tuvo que implementar para no correr el riesgo de perder tantos alimentos por la falta de servicio.
Mariela Chramko vive en la zona y dice que lo que está ocurriendo desde el 29 pasado no es habitual: “En mi casa ya volvió la luz, pero hay vecinos que siguen sin electricidad, y encima parece que los generadores ya no dan abasto. Tuvimos que tirar comida o llevarla a la casa de familiares”.
En la esquina de Emilio Castro y Saladillo, los semáforos no funcionan. Allí, hay un grupo electrógeno que llevó Edesur el domingo pasado para tratar de suministrar al menos algo de electricidad a los vecinos. “Con el grupo electrógeno mejoró un poco la situación”, señala José Alberto Torreiro, que trabaja en un kiosco de diarios ubicado en esa esquina.
“Edesur es un desastre. No te avisan de los cortes ni tampoco te atienden cuando llamás para reclamar. A mucha gente se le estropearon los artefactos”, dijo, con resignación, Ana Sucasas, otra vecina del barrio.
Algunas personas sospechan que los cortes fueron hechos adrede por Edesur: “Parece que hubieran elegido a propósito la fecha para cortar porque a partir del 24 no había mucha gente acá. No había tanto consumo de energía, por eso no se entiende el corte”, señaló Alejandro Minotto, comerciante de Mataderos.
Pablo Hacker, jefe de prensa de Enel –grupo a cargo de Edesur– dijo a LA NACIÓN: “La luz no la cortamos adrede, sino que se corta porque hay fallas. Los cortes que estamos viviendo tienen que ver con picos de consumo producto de la ola de calor extendida y la gran demanda de energía eléctrica en las zonas afectadas”. Hasta hoy, alrededor de las 17, aún había 19.427 usuarios de esta distribuidora y de Edenor perjudicados por la falta de servicio.
Soluciones parciales
En Liniers y Villa Luro, otros de los barrios que recorrió LA NACIÓN, los comerciantes se quejaron por las fallas en el servicio. “Tuve que tirar una heladera llena de mercadería y materias primas”, relató Elizabeth Espinosa, encargada de un local de elaboración de sándwiches y de tortas en el corazón de Liniers. Norberto Arce, empleado del negocio, señaló que pese a contar con un grupo electrógeno propio, debieron trabajar con linternas, velas y sin aire acondicionado.
Carlos Quisbert, dueño de un local de calzado e indumentaria también en el centro de Liniers, perdió un día clave de venta. " Como del viernes al sábado estuvimos sin luz, tuvimos que cerrar. Era un momento de venta muy importante para nosotros”.
Para los que pueden afrontar los costos, una solución parcial para minimizar el impacto de los cortes es contar con un grupo electrógeno propio.
“Acá no nos afectó tanto porque tenemos un grupo electrógeno, pero hay gente que dejó de comprar o compró menos porque no tenían dónde guardar la mercadería. También, hubo gente que se había abastecido para las Fiestas y tuvo que tirar todo”, describió César Ortíz, empleado de la carnicería Malmi en Liniers.
Paula Russo y Arturo Casavilla trabajan en una veterinaria en Villa Luro. Lo que más los preocupa es perder los lotes de las vacunas almacenadas en el local. “Por suerte, una clienta que vive cerca y tenía luz nos las guardó”, explicó Casavilla.