¿Es riesgoso tomar hormonas durante la menopausia? Un estudio masivo despeja las dudas que se tenían hasta ahora
Una histórica investigación de 2002 había instalado el temor en médicos y mujeres; después de un seguimiento de 20 años, hay nuevas revelaciones
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WASHINGTON.– Hace más de dos décadas, los impactantes resultados de un amplio estudio sobre salud femenina cuestionó que los tratamientos hormonales para la menopausia fuesen seguros, un resquemor que se extiende hasta hoy.
Ahora, el seguimiento a largo plazo realizado por la Iniciativa para la Salud de la Mujer (WHI, por sus siglas en inglés) demostró que esos temores eran mayormente exagerados. La nueva investigación revela que para las mujeres más jóvenes, las menores de 60 años, los beneficios del tratamiento hormonal a corto plazo para los síntomas de la menopausia, incluidos los sofocos y sudores nocturnos, probablemente superan los riesgos.
El nuevo estudio fue publicado en la revista científica JAMA y muestra que, ante el inicio de la menopausia y la aparición de síntomas, las mujeres menores de 60 años pueden seguir un tratamiento hormonal durante varios años con muy pocas probabilidades de sufrir efectos adversos.
“Durante el inicio de la menopausia, las mujeres que experimentan síntomas molestos no deberían temer de la terapia hormonal para contrarrestarlos y los médicos no deberían temer a la hora de recetarlos”, dice JoAnn Manson, jefa de la División de Medicina Preventiva del Hospital Brigham and Women’s y autora principal del estudio.
Un estudio histórico que dejó cicatrices
La Iniciativa para la Salud de la Mujer es un estudio permanente financiado por el gobierno norteamericano que se realiza desde hace décadas y cuyo impacto en la salud femenina fue crucial. Participan más de 160.000 mujeres posmenopáusicas de 50 a 79 años. Pero en 2002, parte de los ensayos sobre el uso de hormonas se interrumpió abruptamente cuando el monitoreo de los datos pareció sugerir que las mujeres del grupo que tomaban hormonas desarrollaban más riesgo de enfermedades cardiovasculares, ACV, embolia pulmonar y cáncer de mama.
Como resultado, millones de mujeres que venían tomando hormonas dejaron de recibir tratamiento médico; a muchas de ellas sus médicos les habían dicho que las hormonas no solo las aliviarían de sus síntomas, sino que también las protegían a largo plazo de sufrir un infarto, una creencia por entonces muy extendida. Esa repentina marcha atrás obligó a millones de mujeres de las primeras décadas de este siglo a atravesar los irritantes síntomas de la menopausia –sofocos, sudoración nocturna, insomnio y alteraciones del ánimo– sin la ayuda de tratamientos hormonales que eran altamente eficaces para paliarlos.
Con el tiempo, quedó claro que el diseño del estudio, que incluía a un gran número de mujeres de avanzada edad, pudo haber sesgado los resultados. Los riesgos se observaban mayormente en las mujeres mayores, que habían pasado la menopausia hacía mucho tiempo y que, por lo tanto, no habrían necesitado usar hormonas para los síntomas. Entre las mujeres más jóvenes del estudio, los resultados fueron mucho mejores.
Un panorama distinto
Hoy, más de 20 años después, el seguimiento a largo plazo de las mujeres que participaron en el WHI sugiere que los medicamentos son una opción relativamente segura para el tratamiento a corto plazo de los síntomas de la menopausia en mujeres menores de 60 años. De todos modos, las hormonas siguen sin estar recomendadas para prevenir ataques cardíacos, demencia u otras enfermedades crónicas.
“Todavía hay gran cantidad de mujeres que no recurren a la terapia hormonal por temor a sus efectos adversos”, señala Stephanie Faubion, directora del Centro para la Salud de la Mujer de la Clínica Mayo en Jacksonville, Florida, que no participó del estudio. “Esto debería llevar tranquilidad a las mujeres menores de 60 años que la están pasando mal durante la menopausia”, agrega.
Para las mujeres “significativamente afectadas” por los síntomas, especialmente en su lugar de trabajo, “el tratamiento más eficaz es la terapia hormonal”, sostiene Faubion.
Entre los hallazgos del seguimiento a largo plazo, los investigadores descubrieron que la terapia hormonal no aumentó la tasa de mortalidad por cualquier causa en ningún grupo etario, en comparación con mujeres que tomaron un placebo.
Tampoco hubo una diferencia estadísticamente significativa en el riesgo cardíaco entre las usuarias de hormonas y las mujeres que no las tomaban. Cuando el estudio se frenó, en 2002, sus coordinadores habían reportado un aumento del riesgo cardíaco del 29% entre las mujeres bajo tratamiento hormonal.
El riesgo de accidente cerebrovascular entre las usuarias de hormonas más jóvenes fue relativamente bajo: menos de un caso extra por cada 1000 mujeres que usaban terapia de estrógeno-progestina y ningún caso de exceso de riesgo en el caso del estrógeno solo.
Las diferentes formas de terapia hormonal –estrógeno solo o una combinación de estrógeno-progestina– tuvieron efectos opuestos en el riesgo de cáncer de mama. Durante el período de seguimiento, las mujeres que usaron estrógeno solo tuvieron una reducción del 20% de riesgo de cáncer de mama.
En cambio, ese riesgo aumentó con el uso más prolongado del combo de estrógeno y progestina (en mujeres con útero, el agregado de progesterona reduce el riesgo de desarrollar cáncer de endometrio). “Pero ese dato hay que ponerlo en perspectiva, porque es el equivalente al riesgo de cáncer de mama asociado con tomarse una o dos copas de bebida alcohólica al día”, aclara Manson. “El riesgo absoluto sigue siendo bajo y todas las opciones implican hacer alguna concesión. Es importante que las mujeres tengan toda la información que necesitan, para participar en la toma de decisiones y también para decidir sobre la duración del tratamiento”, detalla.
En todos los grupos etarios de las usuarias de hormonas, el riesgo de fractura ósea fue un 33% menor, en comparación con las que tomaron el placebo.
El nuevo artículo también resalta que las mujeres no deben tomar hormonas de forma rutinaria para prevenir cardiopatías, ACV, demencia u otras enfermedades crónicas, y que no necesitan suplementos de calcio o vitamina D a menos que tengan deficiencias nutricionales.
Finalmente, la revisión también recomienda una dieta baja en grasas y alta en frutas, verduras y cereales, por el menor riesgo de muerte por cáncer de mama asociado a esa dieta. Sin embargo, una dieta de este tipo no parece reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama o colorrectal.
La Iniciativa para la Salud de la Mujer está financiada por el Instituto Nacional del Corazón, Pulmones y Sangre del gobierno de Estados Unidos. Durante los ensayos, las píldoras activas y los placebos fueron proporcionados por Wyeth-Ayerst, en el caso del estudio hormonal, y por GlaxoSmithKline Consumer Healthcare en el caso del ensayo de suplementos de calcio y vitamina D. De los 19 autores del nuevo estudio, 18 no tenían declaraciones financieras pendientes. Solo uno de los investigadores del estudio, el doctor Rowan T. Chlebowski, jefe de oncología médica y hematología en el Centro Médico Harbor-UCLA, informó haber percibido en algún momento honorarios de Novartis, AstraZeneca, Pfizer y otras empresas.
Un tratamiento de bajo riesgo
Los expertos señalaron que actualmente los tratamientos hormonales incluyen varias opciones, como estrógeno en dosis más bajas, así como estrógeno administrado a través de la piel, en forma de parche o gel. Y también existen tratamientos no hormonales que alivian los síntomas. “Me encantó este artículo”, dice Christine Kistler, profesora adjunta de medicina geriátrica de la Universidad de Pittsburgh, que tampoco participó de la investigación. “Demuestra claramente que la terapia hormonal sustitutiva es de bajo riesgo para las mujeres posmenopáusicas más jóvenes, cuando los síntomas suelen ser peores, aunque algunas mujeres siguen teniendo sofocos hasta bien entrados los 60 años”, consideró.
Antes de la Iniciativa para la Salud de la Mujer, casi 15 millones de mujeres recibían recetas de terapia hormonal para todo el año, incluso para la prevención de enfermedades cardíacas, a pesar de la falta de investigaciones serias sobre el tema. El uso de esos medicamentos para prevenir el infarto y la demencia “se había vuelto cada vez más extendido”, señala JoAnn Manson.
“En ese momento, era importante ponerle un freno a eso”, admite Mason, que también es profesora de la Escuela de Medicina de Harvard. “Pero la intención nunca fue que las mujeres dejaran de tomar hormonas para combatir los sofocos o la sudoración nocturna. Es importante que las mujeres sepan que la opción hormonal es válida”, concluye.
Por Marlene Cimons
(Traducción de Jaime Arrambide)
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