¿Es posible dejar de aparecer en Google? Hay una vía más allá de la Justicia, pero vale miles de dólares
Por fuera de las vías formales para quitar información de un buscador, hay servicios digitales para “esconder la basura debajo de la alfombra”
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“Uno es lo que Google dice que uno es”, asegura Miguel Sumer Elías, abogado especializado en ciberdelitos y director de Informática Legal. Esa idea atormenta a muchas personas que, por algún motivo, hoy encuentran resultados en los buscadores que, consideran, dañan su buen nombre y honor. Incluso, en muchos casos los motores de búsqueda ofrecen entre los primeros resultados información de años atrás, lo que hace que la persona deba enfrentarse constantemente con cuestiones del pasado.
Sin embargo, más allá de las vías formales para quitar información de un buscador como solicitárselo al mismo Google a través de una planilla o recurrir a la Justicia, hay una estrategia poco conocida que vale miles de dólares por mes y logra quitar, aunque sea por un tiempo, el contenido negativo de las primera páginas del buscador. Es el llamado “cleaning digital”, algo así como esconder la basura abajo de la alfombra, pero en el plano virtual.
Lo que aparece en los buscadores muchas veces funciona como una condena. Por ejemplo, casos de denuncias de abuso o estafa que adquirieron relevancia mediática y pocas semanas después la causa fue archivada. Esa mancha va a permanecer en los buscadores y su remoción es compleja. El cleaning digital, o las campañas de posicionamiento inverso, son estrategias que llevan adelante algunos abogados con agencias de generación de contenido y posicionamiento online para hacer artículos y perfiles de redes sociales con contenido “positivo” sobre el cliente. Este servicio sale, como mínimo, 2000 dólares por mes y se debe realizar durante, al menos, ocho meses.
Desde Google explicaron que el motor de búsqueda se basa en cinco ítems para optimizar los resultados a través de la inteligencia artificial: el significado (determina qué se está buscando y la intención de la consulta, la calidad del contenido (el sistema detecta señales que ayudan a determinar si un contenido ofrece información precisa), la usabilidad de las páginas web (frente a varios contenidos parecidos, el que sea más accesible en cuanto a la experiencia del uso de la web, entre otros atributos, será el que aparecerá primero) y el contexto y la configuración (se refieren a la ubicación del usuario, el idioma, su historial de búsqueda, etcétera). Con estas características algorítmicas es que trabajan las agencias de marketing digital para posicionar el contenido a pedido del cliente.
El “cleaning digital” se propone controlar, al menos, el 60% del contenido que se refiera al cliente en internet. “Es una estrategia que ofrecen determinados abogados, pero es esconder la basura debajo de la alfombra. Se trata de posicionar sitios para que otros aparezcan más abajo. El problema es que, en primer lugar, es muy costoso y, si cambia el algoritmo del buscador, habrá que empezar desde cero”, advierte Martín Leguizamón, abogado defensor de Natalia Denegri.
“Son campañas en las que permanentemente se crea contenido estratégico sobre el cliente, en base al estudio del funcionamiento de los algoritmos de Google para así potenciar los resultados con contenido positivo y pasar el contenido negativo a las segundas o terceras páginas del buscador. Estas estrategias son sumamente costosas y deben mantenerse por, al menos, ocho meses para que se observen los resultados”, explica Sumer Elías.
Pero también hay otros caminos para eliminar información. Por un lado, empresas como Google ofrecen formularios para pedir la remoción del contenido, pero ese camino solo sirve para algunos casos en particular. Otra vía es la judicial, en la que se presenta una demanda a la empresa para pedir la desindexación del contenido del buscador.
Desindexar no es lo mismo que eliminar
Desde Google, que es la empresa más grande del mercado, explican que el buscador lo que puede hacer es desindexar el contenido, esto quiere decir que cierta información no aparecerá en el buscador. Sin embargo, eso no quiere decir que la información desaparezca porque Google en definitiva no fue el que generó el contenido.
“Desindexar es que cuando vos busques, no aparezca. Tenemos formularios en la Argentina y en todo el mundo para solicitar la remoción del contenido. Para esos casos aplica todo lo que tenga que ver con una violación a la privacidad, abuso infantil, información que es manifiestamente ilegal, etcétera. Pero cuando es información pública que no es ilegal, falsa o que no constituye una violación a la privacidad, hay que ir por vías judiciales. Nosotros no podemos desindexar un artículo periodístico porque lo estaríamos censurando”, señalaron fuentes de la empresa.
“El nivel de respuesta que Google pueda ofrecer frente al pedido de eliminación de algún link dependerá del nivel de afectación argumentado, pues no actuará rápidamente frente a injurias o daños al honor, pero estará mucho más predispuesto a retirar información personal que suponga un riesgo importante de suplantación de identidad, fraude financiero, entre otros posibles motivos”, indica Sumer Elías.
De hecho, la semana pasada Google actualizó el tipo de información que un usuario puede eliminar del buscador. Ahora, podrán pedir que se elimine su información personal de contacto, como su número de teléfono, correo electrónico o dirección postal, de los resultados de búsqueda, así como cualquier otra información que pueda dar lugar al robo de identidad online.
Por su parte, Leguizamón señala que uno de los grandes problemas, cuando el reclamo no se puede resolver a través de un formulario, es el tiempo que lleva la vía judicial. Por ejemplo, el caso Denegri comenzó en 2016 y aún no concluyó. “Uno puede pedir la desindexación de una nota, pero no es instantáneo, suele llevar meses. El sistema debería ser más rápido. En Europa, Google cuenta con su propio equipo de investigadores y, desde 2018, ellos mismos toman decisiones y lo hacen con celeridad. Hay un caso de un médico salteño que lo habían acusado falsamente de no ser médico y de una mala praxis. La sentencia de ese caso demoró seis años y recién ahí se quitó ese información, no puede suceder una cosa así”, explica Leguizamón.
Javier Pallero, director de políticas públicas de Access Now, una organización que defiende los derechos de los usuarios, argumenta que la herramienta con la que cuenta la democracia para “igualar la cancha” es la Justicia. Opina que las personas tienen derecho a la “autodeterminación informativa”, es decir, controlar la información que circula sobre ellos. Pero, agrega Pallero, eso choca con otros derechos como la libertad de expresión. “¿Hasta qué punto uno puede pedir que se borre el contenido?”, se pregunta el especialista, invocando el debate sobre el derecho al olvido.
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