“Es más fuerte que los chicos”. Volver del receso invernal sin el celular adentro del colegio, una tendencia que crece
El objetivo, explican los directivos consultados, es incentivar la interacción social en los recreos y la concentración en clase; también procuran desalentar la dependencia de los aparatos
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Los smartphones se hacían presentes durante casi toda la jornada escolar, pero lo que más impactaba a Cynthia Simson, directora del St Paul‘s College, de Hurlingham, era su efecto en los recreos. “Te dabas una vuelta por el patio y veías filas de chicos, sentados uno al lado del otro, todos con la cara en el celular. Después tenías un par de grupitos de amigos jugando al basket, al fútbol, pero la cantidad de celulares era llamativa”, recuerda, a horas del fin de las vacaciones de invierno.
Esta situación, sumada a los problemas de distracción generadas durante las clases, llevó a que el colegio tomara una decisión tajante: a partir del regreso a clases, el próximo lunes, los dispositivos móviles estarán prohibidos durante toda la jornada escolar, que es de ocho horas.
“Nos pusimos a pensar qué queremos. ¿Queremos a los chicos sentados en sus tiempos libres frente al celular? ¿O los queremos jugando y charlando cara a cara?”, plantea Simson. Durante las clases, cuenta, a pesar de que el uso de celulares estaba prohibido, algunos estudiantes los utilizaban igual. “La tentación, de alguna manera, era más fuerte que los chicos. Entonces había discusiones con el profesor, enojos, pérdida de tiempo, un montón de dinámicas que nos llevaron a pensar: ‘Esto no está funcionando’”, cuenta.
La misma medida, con algunas diferencias de formas y criterios, comenzará a ser puesta en práctica, también tras el receso invernal, en al menos otros tres colegios del área Metropolitana de Buenos Aires: Northlands, Colegio del Salvador y St Catherines Moorlands School. Hay otras instituciones, como el Michael Ham, que comenzarán a aplicarlo en los primeros tres años del nivel secundario.
“No es que acordamos: ‘hagamos esto’. Lo fue decidiendo cada colegio, uno atrás del otro, sin estar en comunicación con los demás. Estamos viendo lo mismo y estamos decidiendo ir en esta dirección”, explica Simson.
No son los primeros. Según pudo saber LA NACION, en el primer trimestre del año, al menos unos 30 colegios de Capital Federal y zona norte decidieron avanzar con el mismo proyecto. Es un movimiento global que se está viendo en otros países de la región, especialmente Chile, y también alrededor de Europa. En el Reino Unido, por ejemplo, este año 30 colegios se pusieron de acuerdo para anunciar la medida de manera conjunta.
En la Argentina, los resultados de los colegios que ya lo aplicaron fueron positivos, según comunicaron algunos de sus directivos a las comunidades educativas. “Aumentó el nivel de juego en los recreos, juegos deportivos, de cartas, de mesa. Las situaciones en las que los alumnos mantienen conversaciones han crecido significativamente. Mejoró el clima áulico, la atención de los alumnos durante las clases y disminuyeron los conflictos sociales”, se lee en el comunicado que enviaron las autoridades del colegio San Marcos, de San Isidro, a los padres hace un par de semanas. Este establecimiento privado aplica la medida “celulares cero” desde inicios del actual ciclo lectivo.
Los distintos colegios aplican la nueva medida de las maneras más variadas. Mientras algunos adquirieron armarios o cajas con llave para que los alumnos dejen sus celulares y no tengan forma de acceder a ellos hasta el fin del día escolar, otros apuntan a trabajar el autocontrol de los estudiantes, permitiendo que cada uno tenga su aparato en su mochila, pero comprometiéndose a no sacarlo ni usarlo en todo el día, y siendo sancionado en caso de incumplir la norma más de una vez.
Este último es el caso del Colegio Northlands, con sedes en Olivos y Nordelta. “En principio, los tienen que dejar en sus mochilas. Nosotros tenemos un sistema de ir iterando, de ir aprendiendo de lo que vamos caminando. Entonces, por ahora no diseñamos un lugar en donde dejar los celulares, sino más bien, vamos a trabajar sobre la autorregulación de los chicos. Es algo que ya lo venían haciendo nuestros alumnos de primaria que tenían celular y los de primer año de secundaria”, explica Lucila Minvielle, directora general de la institución.
En caso de incumplimiento, sostiene, la primera advertencia será una conversación. Pero si el uso del celular se vuelve a repetir, evalúan aplicar sanciones. En el Northlands, la medida aplicará a todos los años escolares menos al último, en que los alumnos tienen actividades de liderazgo que requieren el uso de celulares.
“El colegio tiene la función de ayudar y potenciar a los chicos, que aprendan herramientas sociales y a vencer la timidez. Y nos parece que el celular mete ruido, desincentiva actividades sociales y recreativas. Si bien nuestros chicos, en general, como tienen mucho espacio al aire libre, juegan, queríamos fomentar más eso, queríamos evitar que tal vez los chicos se refugien en una pantalla porque les cuesta generar un vínculo. En la conversación cara a cara se ponen en juego otras habilidades, otra empatía”, sostiene Minvielle.
Pedidos de los padres
En la mayoría de los colegios que tomaron decisiones similares, las nuevas medidas responden también a pedidos de los padres, en algunos casos, por situaciones puntuales vinculadas con el uso problemático de sus smartphones.
“Se acercaron familias a expresar preocupación por situaciones que ellos encontraron o que habían conversado con sus hijos respecto a las apuestas virtuales”, comentan fuentes del Colegio del Salvador, ubicado en Balvanera.
En su caso, la decisión de aplicar “celulares cero” tras las vacaciones de invierno llegó luego de numerosas reuniones con docentes, tutores, psicopedagogos y directivos. Sumado a la cuestión de las apuestas virtuales, destacan la dependencia excesiva de los alumnos respecto de sus smartphones. “Esta dependencia afectaba negativamente a la capacidad de interactuar, al desarrollo de las habilidades de comunicación interpersonal”, destaca el vocero consultado.
En su caso, los estudiantes van a dejar al comienzo del día sus celulares en unos lockers con su nombre y apellido, que se encontrarán en la oficina del tutor de cada año. Los mismos serán entregados a los alumnos al finalizar la jornada escolar.
Hay establecimientos educativos que comenzarán a aplicar la medida en los primeros años de la secundaria. El colegio Michael Ham, con sedes en Vicente López y Nordelta, hace años ya prohibía el uso de celulares para los alumnos de primer año del nivel medio, y después de las vacaciones de invierno extenderá la medida a los de segundo y tercer años.
Sergio Grimozzi, director académico del colegio, hace una distinción entre el uso de celular de los alumnos de los primeros tres años de la secundaria, en los que detectaban mayor dependencia, y los de los últimos tres años. En este último segmento, los directivos apuestan, por ahora, no a prohibir los dispositivos móviles, sino a generar consciencia sobre su uso medido.
“Es una medida de transición y vamos a ir evaluándola constantemente. Estamos abiertos a ver qué es lo que pasa, nada está escrito sobre piedra. Puede ser que eventualmente tomemos la decisión de ampliar la medida”, afirma Grimozzi.
Según escribió en el comunicado que la comunidad educativa recibió antes del receso invernal, con el objetivo de fomentar la interacción social, el desarrollo de habilidades y la diversión durante el recreo, los alumnos tendrán a disposición durante los recreos juegos de mesa y de ingenio en espacios abiertos y cerrados. “También continuaremos brindando espacios formativos tanto para las familias como para los alumnos sobre los riesgos y beneficios del uso de celulares y sobre la dependencia digital, junto con el desarrollo de hábitos de uso responsable”, agregó.
Para los alumnos de 4° a 6° años, en tanto, continuará la prohibición de uso en clase, salvo en las ocasiones en que el docente lo habilite con fines pedagógicos. Desde el año pasado, durante las clases, los alumnos deben dejar sus celulares en una estructura conocida como “pocket”, a la vista del profesor.
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