“Es inhumano”: paredes que “hierven” y mudanzas forzadas, el infierno que viven los vecinos de un edificio sin luz desde hace 16 días
Los habitantes de la construcción, ubicada en Irigoyen y Tinogasta, se unieron para combatir el problema; algunos debieron irse, sobre todo de noche, para dormir en casas de familiares o amigos
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“Se cortó la luz”. Eran las 16.20 y la desazón volvió a invadir a los vecinos del edificio de Irigoyen y Tinogasta, en el barrio porteño de Villa Real. Después de 16 días sin servicio, menos de un tercio de los departamentos había recuperado el suministro eléctrico hacía algunas horas. Una pequeña bomba de agua, comprada e instalada con la ayuda de todos los vecinos, se convirtió en un alivio momentáneo. El agua, en un bien de lujo.
La que hizo el anuncio fue Julieta, del 2° 9. Sus oídos, adiestrados a la posibilidad de una contingencia eléctrica, fueron los primeros en detectar una anomalía. Su cuerpo se tensó, su rostro cambió y finalmente lo puso en palabras: “Se cortó la luz”.
A lo largo de todo el mes , los vecinos del edificio en el barrio de Villa Real sufrieron las consecuencias de un suministro eléctrico deficiente. De las 18 unidades habitacionales, solo cinco recuperaron la electricidad, de a ratos y con un voltaje menor al habitual, en estas últimas dos semanas. Por eso, cuando vuelve la luz, solo las heladeras, y con suerte un ventilador, son los artefactos eléctricos enchufados. Las prioridades: conservar los alimentos, refrigerar líquidos para hidratarse y ventilar los ambientes.
“Las paredes hierven”, remata Liliana, que vive con su marido en el 1° 8, pero se mudó a lo de su suegra en Parque Chacabuco para poder dormir.
“Lamentamos el inconveniente, trabajaremos hasta que se recupere el servicio de luz. Vamos a mandar una cuadrilla”, indicó Edesur a LA NACIÓN, a la vez que explicó el por qué de este corte tan abrumador: “Se dio en el marco de 16 días de ola de calor extremo, la más importante de los últimos cien años y con un pico de consumo que en varias oportunidades batió el récord histórico de demanda, que puso a la red eléctrica en un nivel muy alto de sobreexigencia, y ocasionó las fallas”.
Después de dos semanas de temperaturas extremas en la ciudad y gran parte del área metropolitana, en un marzo en llamas, con récords históricos de temperatura, esta semana el alivio parece estar más cerca. En ese contexto, según informó el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE), para el cierre de esta nota, 69.903 usuarios de Edesur estaban sin suministro; y 1197, de Edenor.
Una vida trastocada
“Me tuve que ir a vivir a la casa de mi suegra que vive en Floresta”, dice Julieta a LA NACIÓN. Ella, su marido, sus hijos de 12 y 3 años, y su perro, recorren desde hace 16 días casi cinco kilómetros todos los días para dormir y bañarse.
“A mi departamento le pega el sol, acá sin luz no se puede estar”, señala la vecina del segundo piso y agrega, además, que su hijo menor hace una semana y media que no va al jardín por falta de agua y suministro eléctrico. “En los días de más calor, lo tuve metido en la bañera jugando con los autitos tres o cuatro horas seguidas. Tenía que recargarle el agua a cada rato porque se calentaba”, suma.
Oscar, del 3° 18 también se tuvo que mudar. Con dos stents coronarios, subía constantemente baldes con agua hacia su departamento, hasta que decidió no hacerlo más. “Es inhumano”, indica a LA NACIÓN, y precisa que viaja todos los días hasta Martín Coronado, partido de Tres de Febrero, donde vive su hijo. Como es plomero, fue quien instaló sin cargo la bomba de agua para que, de a ratos, se cargue el tanque del edificio y haya un poco de alivio.
Según indica Natalia, que vive junto a su marido y su perro Otto en el 2° 11, la solidaridad entre vecinos es frecuente. Por un incendio que ocurrió hace algunos años los lazos se hicieron más fuertes y esta nueva situación volvió a unirlos. El nombre de su grupo de WhatsApp da cuenta de la desesperación: “Sin Luz”.
Daniel, del 2° 12, es jubilado y vive solo desde hace dos meses luego del fallecimiento de su mujer. Como parte de su nueva rutina, va y viene con su auto hasta la casa de su hijo. Solo vuelve a su hogar para chequear el suministro eléctrico y ventilar los ambientes. “A veces como afuera, porque acá no se puede cocinar nada. Es un costo muy grande el que estamos afrontando y Edesur no nos va a reconocer nada. Uno la pelea cómo puede”, se lamenta.
Las protestas
Ayer por la tarde, decenas de personas se congregaron en la puerta de las oficinas de Edesur, en la esquina de Alberdi y Lacarra, en el barrio de Parque Avellaneda, para pedir respuestas y soluciones ante la desesperante situación que atraviesan. Vecinos de Monte Castro, Liniers, Mataderos, Flores, Floresta y Villa Real eran los más afectados.
Si bien la manifestación comenzó de modo pacífico, ante la falta de respuesta de las autoridades de la empresa, los manifestantes comenzaron a elevar su reclamo y alrededor de las 18.30 decidieron quemar unas maderas.
Con tiza, en el pavimento caliente, una frase acompañó la manifestación: “El único Edesur que ilumina es el que arde”. Efectivos de la Policía de la ciudad custodiaban las inmediaciones del lugar. “Queremos luz, no policías”, se escuchó entre los manifestantes.
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