“Es increíble lo poco que se sabe”: los datos sobre el acceso de la salud por parte de las mujeres que aún asombran a los expertos
El rol de cuidadoras y los estudios médicos preponderantemente en hombres son algunos de los factores que influyen en el diagnóstico tardío de diversas enfermedades
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MIAMI.- Las brechas de género existen. Impactan en distintos ámbitos de la vida cotidiana, como el laboral, pero también en el acceso a la salud. Así lo aseguraron especialistas del sector en el Roche Press Day, un encuentro que se realizó en esta ciudad este miércoles y este jueves y que reunió a profesionales de todo el mundo para enfocar en estas problemáticas, así como en la búsqueda de equidad.
Stephanie Sassman, líder del Portfolio de Salud de la Mujer a nivel global para Genentech, remarcó al respecto: “Las mujeres como pacientes tienen barreras adicionales al interactuar con el sistema de salud. Además, siempre cumplen tareas de cuidado: en la familia ponen su propia salud por detrás”. Por esto, continuó, relevaron que actualmente existen 700 condiciones médicas para las que las mujeres recibieron diagnósticos tardíos o errados. La brecha se percibe, además, en el tiempo: la diferencia entre el diagnóstico del hombre con el de la mujer puede ser de hasta cuatro años más para esta. “Cuando las mujeres tienen dolor, es más normal que les den un sedante porque ‘está todo en su cabeza’. Es increíble lo poco que se sabe de la salud de las mujeres. La mujer no es un hombre pequeño, pero por muchos siglos se la vio así”, resaltó.
Es que los estudios y las regulaciones permitieron su ingreso en las investigaciones hace tan solo cuatro décadas, lo que llevó a que todavía hoy no haya suficientes datos, que siguen catalogando las condiciones en base a sintomatologías percibidas sobre todo en hombres. “Queda mucho por hacer para ponerse al día”, afirmó.
Esto deja en evidencia dos factores interrelacionados: la salud de este sector poblacional está soslayada, por un lado, y esto genera costos ocultos, por el otro.
Claudia Restrepo Múnera, directora de Deloitte Health Equity Institute, ejemplificó: las mujeres entre los 19 y 64 años pagan un 18% más que los hombres en prestaciones sanitarias. Esto tiene un mayor impacto al tomar en cuenta que todavía hay disparidad de salarios entre unos y otros. Para ilustrar el problema hizo referencia a distintos tipos de cáncer —de mama, de cuello uterino o cervical— que requieren tratamientos más prolongados, lo que resulta en mayores costos y profundiza ese otro tipo de brecha que se suma al diagnóstico tardío: las mujeres gastan más en salud.
A esto se suma otra problemática esencial: ellas suelen convertirse en cuidadoras, dificultando más su acceso a tratamientos o diagnósticos por la demora que esto representa en la atención médica. Además, entre las barreras con las que se encuentran, destacó Sabine Zink, CEO de SAS Brasil, también juega un rol negativo la distancia geográfica a las clínicas para las comunidades más relegadas.
Alejandro Andrade, presidente de la Federación Chilena de Enfermedades Raras (Fecher), indicó que, si bien no hay brechas estructurales sobre base normativa que planteen la diferencia en el acceso a mecanismos de salud entre hombres y mujeres, sí existen determinantes sociales. El principal, que se repitió en las presentaciones de la mayoría de especialistas, es ese rol de cuidado que recae en las mujeres. “No existen trabas jurídicas, pero tenemos que romper las murallas cerebrales, aunque digan que no existan. Por ejemplo, a la fibromialgia se la diagnosticó como una enfermedad histérica. A las mujeres se las tilda de histéricas cuando se desconoce el diagnóstico que tienen”, agregó.
Detrás de estas brechas existen cuatro razones que las sustentan: la ciencia, las tareas de cuidado, los datos y el financiamiento, enumeró Valentina Sartori, socia de McKinsey Health Institute. También especificó que solo el 50% de los datos de salud son desagregados entre hombres y mujeres; que las tareas de cuidado ralentizan el diagnóstico de ellas; y que solo el 1% del PBI a nivel global es destinado a la innovación e investigación de su salud.
Inversión y cierre de la brecha
Varios especialistas se detuvieron en explicar estrategias para cerrar la brecha. Un punto que compartieron fue cómo estudiar el financiamiento para que la investigación incluya la visión de género. Sassman sostuvo que una clave es promover a las mujeres como investigadoras, pero que es necesario “que todos se sienten a la mesa: mujeres, hacedores de políticas, hacedores del cambio”.
De hecho, según los estudios que compartió Sartori, los beneficios a la productividad que generaría un diagnóstico a tiempo representarían una ganancia monetaria: “Las inversiones que aborden la brecha de salud de las mujeres podrían añadir años a la vida y vida a los años, y potencialmente impulsar la economía mundial en 1 billón de dólares para 2040″. Esto se relaciona con la contraparte: un mal diagnóstico o la ignorancia de los síntomas repercute en la baja productividad en el ambiente laboral. De hecho, más de la mitad de las mujeres se ven mayormente afectadas por esta brecha en la salud durante sus años de actividad laboral, resultando en pérdida de horas productivas, lo que impacta significativamente en el PBI global.
Lorice Scalise, presidenta de Roche Farma en Brasil, también marcó como determinante la necesidad de que más mujeres ocupen lugares de liderazgo, pero aclaró que “llegar es el primer paso, no el final”. Además del diagnóstico descentralizado, lo que implica que haya estudios específicos sobre las mujeres y no solamente sobre los hombres, es importante dar visibilidad a factores como la distancia geográfica (por ejemplo, para acceder a una clínica), los mandatos sociales que hacen que las mujeres tengan varios trabajos, factores de género y raza, entre otros.
Como un ejemplo de inversión, Mauricio Santa María, experto colombiano en políticas públicas, detalló que Colombia pasó de asignar el 1,5% del PBI en salud, al 8% en 30 años. El cambio lo generaron cuando dejaron de ver esto como un gasto y comenzaron asociaciones público-privadas en los servicios de prestación médica. En este sentido, también cuentan con un componente contributivo en el que las personas con mayores niveles de ingresos abonan un impuesto sobre la nómina, además de tener un componente subsidiado. Y, sobre todo, porque la salud es un derecho constitucional que la sociedad hoy hace valer.
La importancia de la inversión fue encarada también por Dennis Ostwald, CEO y fundador de WiFOR Institute, una empresa que se centra en la elaboración de datos para diversos ámbitos. Basándose en sus estudios, planteó que un plan de negocios para la inversión en salud genera más productividad, crecimiento del PBI y del espacio físico. “No creo que haya que invertir más, pero sí más eficientemente”, dijo.
Un caso argentino
David Strasorier es docente en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y experto en salud pública y trabajo social. Con la intención de cerrar la brecha de género en el ámbito sanitario, creó una iniciativa innovadora: el programa de Consejerías en Salud Integral de la Mujer, un proyecto que plantea, principalmente, la comunicación, y que busca acortar esa brecha que los propios profesionales continúan profundizando en los consultorios, por ejemplo, al desestimar los síntomas de problemas cardiovasculares de una mujer. Pero a través de las consejerías los profesionales se preparan crear diálogo con las mujeres acercándoles información, que un tratamiento médico se vuelva, también, una escucha activa en donde las decisiones se tomen en conjunto.
Su motivación: “Entender que en los consultorios no sabemos escuchar. Tenemos una falta de práctica sobre la escucha. Me motivó entender que los cambios se hacen entre pares, de abajo para arriba, y que podíamos contar con una formación académica como la UNC, que imparte mucho conocimiento y es una universidad pública, y le dio a las consejeras la posibilidad de ser formadas en una casa de altos estudios”.
El foco en este caso está puesto en que la información médica se expanda para llegar a más mujeres, acercar el conocimiento para “romper barreras y abrir la accesibilidad”, ya sea en, por ejemplo, salud reproductiva o diversas enfermedades.
A través del programa ya certificaron a 50 consejeros y brindaron apoyo a más de 9000 mujeres, y lograron sumar a la propuesta a varias instituciones y organizaciones. “Hay muchos grupos de mujeres que requieren de una mirada particular, por ejemplo, para las mujeres que se jubilan sin una política de apoyo clara la demanda de salud es la única posibilidad que les queda; las mujeres violentadas, las mujeres privadas de la libertad”, contó.
Para el futuro, se están enfocando en un trabajo de acompañamiento a través de las propias consejeras sobre la detección precoz, de la mano con uno de los mayores problemas que afrontan las mujeres, el diagnóstico tardío. “La idea es seguir ampliando y trabajando cada vez de manera más cercana a las mujeres, modificando y transformando los sistemas de salud”, concluyó.
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