El científico cuyo descubrimiento permitió el tratamiento de enfermedades como el Parkinson, reflexionó sobre la enseñanza que dejó el coronavirus
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Desde que estaba en la secundaria, Erwin Neher, por pura curiosidad, desarmaba radios y relojes para ver cómo funcionaban sus mecanismos eléctricos. Luego aprendió que el cuerpo humano también tiene electricidad, un dato que le pareció tan fascinante que lo llevó a estudiar biofísica, una área de la ciencia que se ocupa de los fenómenos eléctricos en los organismos vivos.
A Neher le llamaba la atención que algo como la electricidad, la cual se manipula con cables, transistores y resistencias, también pudiera ocurrir en un cuerpo humano, que está lleno de líquidos y sin ningún metal. Neher estudió física en la Universidad Técnica de Múnich, medicina en la Universidad de Göttingen, ambas en Alemania, y se especializó en fisiología en la Universidad de Wisconsin-Madison (EE. UU.).
Lo que nació como una inquietud de adolescente, en 1991 lo llevó a ganar el Premio Nobel de Medicina, que recibió junto a su colega Bert Sakmann. Durante décadas, Neher y Sakmann habían estudiado la manera en que las células intercambian mensajes eléctricos. De esa manera, lograron desarrollar técnicas para medir las corrientes eléctricas que atraviesan las membranas celulares.
Gracias a ese descubrimiento, se pudieron desarrollar una gran cantidad de fármacos, entre ellos algunos para tratar enfermedades como el parkinson, el alzhéimer y la fibrosis quística. Hoy, a sus 77 años, Neher sigue convencido de que la curiosidad fue lo que le permitió alcanzar la mayor distinción en la ciencias, y en sus charlas en escenarios mundiales siempre aconseja a los jóvenes mantenerse curiosos.
Actualmente, Neher es el director del Instituto Max Planck de Química Biofísica en Alemania.
En BBC Mundo conversamos con Neher acerca de la curiosidad y la ciencia.
-¿Qué es la curiosidad, una cualidad o un hábito?
-Creo que es una cualidad todos tenemos, particularmente los niños. Ellos quieren explorar el mundo, quieren averiguar, ensayar cosas. Un investigador es alguien que preserva esa curiosidad cuando es adulto. Es alguien cuya mente está cautivada por las ganas de saber, de probar, de entender algo.
-¿Cree que a medida que crecemos vamos perdiendo la curiosidad?
-Sí, a medida que envejecemos tienden a ponerse en primer plano cosas como mantener a tu familia o tener solvencia económica, cosas como esas. Cuando envejecés quizás tenés la sensación de que las posibilidades de encontrar algo nuevo o de lograr una experiencia nueva disminuyen, pero como científico siempre estás confrontado por nuevas preguntas, nuevas ideas.
-¿Usted tiene un método para mantenerse siempre curioso?
-Creo que se trata simplemente de mantenerse intentando cosas nuevas. En el caso de los niños, se trata de dejarlos hacer cosas por ellos mismos, de que averigüen por ellos mismos las leyes de la física.
-¿Cree que los sistemas educativos estimulan la curiosidad?
-En la universidad creo que no mucho. Tradicionalmente, la idea es transmitir conocimiento establecido. Luego, en las prácticas, los estudiantes pueden intentar cosas y encontrar maneras de resolver ciertos problemas.
Más adelante, en los estudios doctorales o en las tesis de maestría, los estudiantes se enfrentan a retos que definitivamente les despiertan la curiosidad. Un buen número de estudiantes, no todos, desarrollan esta curiosidad, es una buena oportunidad para hacerlo.
-¿Y qué se podría hacer para estimular más la curiosidad en las universidades?
-Creo que tiene que ver con la forma de enseñar. Es decir, que no sea solo lo que llamamos educación frontal, esa en la que el profesor censura y dice lo que él piensa que es la verdad y los estudiantes tienen que aceptarla.
En cambio, puede ser una educación más interactiva, en la que se hagan preguntas y los estudiantes intenten encontrar sus propias respuestas a ciertos problemas. Creo que eso es lo principal.
-La curiosidad es buen primer paso, pero, ¿cómo llevarla a un nivel que dé frutos?
-Como investigador, tenés que encontrar vos mismo cuál es la pregunta que querés resolver. Un investigador necesita una curiosidad que lo atrape en una idea en la que prácticamente no pueda dejar de pensar. Eso es lo más importante, identificar el problema que querés solucionar y mirarlo desde distintos ángulos.
Luego, hacés experimentos de los que se derivan preguntas más específicas. En el laboratorio podés responder algunas de estas preguntas, a menudo fallás, el experimento no te dice lo que esperabas, o no te dice nada nuevo. Eso, por supuesto, es decepcionante, pero si seguís pensando en esas preguntas hacés algunos ajustes para arreglar lo que no funcionó y, si tenés suerte, funciona.
-Idealmente, todos quisiéramos ser más curiosos e intentar cosas nuevas, pero a veces la rutina, el tipo de trabajo o las necesidades apremiantes no lo permiten. ¿Qué hacer en ese caso?
-Bueno, no tengo esa experiencia porque fui un investigador toda mi vida. Pero me imagino que las compañías pueden fomentar una cultura en la que las iniciativas de los empleados sean reconocidas, y que sean recompensados por innovar o implementar mejoras.
Me refiero a cualquier medida que vaya en contra de la rutina, que vaya en contra de que la gente haga lo mismo todo el día.
-Usted sostiene que un aspecto clave para el éxito es el buen manejo del tiempo. ¿Cómo maneja su tiempo?
-Como investigador, tu trabajo es tu hobby, y tu hobby es tu trabajo. Eso significa que, aparte de tu trabajo, hay poco tiempo para otras cosas. Si tenés una familia, un pasatiempo o querés participar en actividades con tus amigos, tenés que usar el tiempo que te queda de tus labores de investigación de manera efectiva.
Como investigador, por supuesto que querés tener bastante tiempo para tus experimentos, para lidiar con el problema que buscás resolver. Pero también te ves forzado a hacer otras cosas, como leer literatura, escribir postulaciones a becas. Tenés que enseñar si estás en la universidad. Hay muchas cosas que se comen tu tiempo.
Debés esforzarte para hacer estas cosas de manera eficiente, de forma que podés separar tiempo para lo que realmente querés ser.
-Usted es un gran defensor del estudio de las ciencias básicas, cuyo objetivo es producir conocimiento, sin que necesariamente tenga una aplicación específica. ¿Cómo defender esas áreas en un mundo en el que el mercado y la tecnología exigen soluciones prácticas?
-Mucha gente cree que uno debe elegir entre investigación básica o investigación aplicada. Pero no se trata de elegir, es cuestión de encontrar el balance correcto entre ciencias básicas y ciencia aplicada.
La ciencia básica se trata de crear conocimiento nuevo. Si tenés conocimiento nuevo que surgió en tu laboratorio, tenés muchas más posibilidades de encontrarle una aplicación, o lo que la gente llama una innovación.
-Usted compara a los científicos con los artistas, ¿a qué se refiere?
-Un científico, al menos uno que tenga éxito en ser un investigador líder, es alguien que hace cosas que salen de sí mismo, a diferencia de alguien que está empleado y tiene que hacer lo que el superior o la compañía quiere que haga. Entonces me refiero a una persona que se dedica a cosas que él mismo ha creado, similar a un artista que sigue sus propias ideas y sentimientos.
-¿En esta etapa de su vida qué le causa curiosidad?
-Bueno, acabo de cumplir 77 años y creo que es tiempo de concluir, de recolectar las ideas que tuve en los últimos 20 años y tratar de llegar a conclusiones sobre los problemas en los que trabajé. Eso tiene que ver con los mecanismos básicos de comunicación entre las neuronas.
Me parece fascinante cómo trabaja el cerebro, pero no es algo fácil. El trabajo diario en el laboratorio no se enfoca en las grandes ideas acerca del cerebro, si no, muy a menudo, en detalles de los mecanismos de cómo una neurona le envía una señal a otras neuronas.
-En este año que lleva la pandemia de coronavirus, ¿qué reflexiones hizo sobre el papel de la ciencia y la medicina en la sociedad?
-La pandemia nos dice, una vez más, que la base de nuestra vida es la biología, que estamos sujetos a que ocurran cosas relacionadas con la biología. La pandemia es un evento biológico, y creo que nos dice que debemos estar preparados.
Debemos investigar más acerca de cómo se esparce la infección, cómo se desarrolla la pandemia. La pandemia nos muestra, una vez más, lo importante que las ciencia básica es para nuestra vida.
-¿Qué consejos le daría a los jóvenes que se quieren dedicar a la investigación científica?
-Los jóvenes que se quieran dedicar a la ciencia deben averiguar por sí mismos si tienen la habilidad de sumergirse en un problema, de dejarse cautivar por un problema. Una vez identifiquen ese problema, como estudiantes debe tratar de ingresar a un laboratorio, en cualquier parte del mundo, donde se esté investigando este problema de la mejor manera posible.
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