Envejecer con éxito
La expectativa de vida crece y plantea un desafío: el envejecimiento saludable, la diferencia entre acumular años y vivir de verdad. Buen ejemplo de ello es la neoyorquina Carmen Dell’Orefice, musa de Dalí que fue tapa de Vogue, imagen de Chanel, figura de Harper’s Bazaar y hoy, a los 81 años, sigue trabajando de modelo. Sofisticada y lúcida, pasó por Buenos Aires para protagonizar la nueva campaña de perfumerías Rouge y habló con LNR sobre cómo una mujer puede trascender el tiempo.
"No tenés que decir soy vieja –instruye-. Tenés que vivir la vida y disfrutar el proceso de cambio".
En su caso, la vida le deparó tres matrimonios y una hija. Entre 1980 y 1990 perdió la mayor parte de su dinero en el mercado de valores y se vio obligada a subastar sus fotografías más famosas en Sotheby’s. En 2008 la mala suerte financiera la volvió a acosar: fue una de las tantas personas estafadas por el financista Bernard Madoff. Por eso, asegura, sigue trabajando. Porque ama lo que hace. Y, además, "porque me robaron todos mis ahorros", concluye, tajante.
A los 15 años se inició en una profesión que, en realidad, no le interesaba. Ella no quería ser modelo. "Fue accidental. Nadie, ni mi padre ni mi madre ni mis maridos podían hacer dinero tan fácil como yo. Simple como eso".
En relación al look de las mujeres de su edad, asegura: "Una tiene toda la vida para saber qué le queda bien. Cómoda, pero atractiva, ¿por qué? Porque querés que alguien te ame". Repentinamente quinceañera, sonríe y confirma que sí, efectivamente, en este momento está viviendo una historia de amor. Insinúa que es escritor, pero no da nombres ni mayores datos. Y deja de ser quinceañera cuando define al amor de pareja: "Si es amar a una persona, nos quedaríamos en papá o mamá. Si hablamos de amor romántico, mi querida, la intuición está arriba del ombligo y el instinto, debajo. La idea es integrarlo".
Sobre sus otras experiencias vitales, aquellas no ligadas con lo amoroso sino con los tremendos episodios históricos que sacudieron el siglo pasado y el actual, Carmen confiesa: "Nunca dejo de sorprenderme ante la inhumanidad entre nosotros. Desearía que el hombre pudiera ser tan creativo con su bondad como con su maldad".