LA PLATA.– En medio del amplio espacio desierto donde unas 2100 butacas de madera resisten el deterioro, enmarcadas por una imponente pérgola semicircular que las abraza formando galerías, lo único que se oye son los chillidos de las aves que revolotean entre los árboles. En el Anfiteatro Martín Fierro, uno de los más importantes coliseos al aire libre del país, situado en un islote sobre el lago artificial del Paseo del Bosque platense, al silencio reinante solo se sobrepone una profunda sensación de abandono.