Entre los 50 mejores del mundo: por qué un docente argentino figura entre los finalistas a un premio internacional
Se trata del Global Teacher Prize 2023, que premia al ganador con un millón de dólares; la historia y el proyecto que lo destacó
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Hoy se anunciaron los 50 finalistas del Global Teacher Prize 2023, un premio de la Fundación Varkey en colaboración con la Unesco y Dubai Cares que cada año otorga un millón de dólares al educador más destacado del mundo, y entre ellos hay un argentino. Se trata de Bruno Maximiliano Guillén, un profesor barilochense de 38 años que sobresalió entre más de 7000 postulaciones de 130 países por liderar un proyecto estudiantil en una escuela técnica que ayuda a personas con artritis reumatoide.
En 2019, un grupo de pacientes con esta patología autoinmune, que produce inflamación y dolor en las articulaciones, se acercó al Centro de Educación Técnica (CET) N°2 “Jorge Newbery” con algunas necesidades. Por entonces, Guillén ya trabajaba en esa escuela y se le ocurrió unir esas demandas con lo que sus alumnos podían ofrecer. Así fue entonces como nació “Ayuda en 3D”, un proyecto cuyo objetivo es que los estudiantes diseñen e impriman dispositivos que faciliten la realización de tareas como abrir una botella, subir un cierre, abrocharse un botón o abrir una puerta sin tener que forzar las manos. Hasta hoy más de 100 personas con artritis reumatoide ya se vieron beneficiadas por los dispositivos que los estudiantes diseñan, imprimen y entregan gratuitamente.
El proyecto fue declarado de interés en su ciudad, reconocido a nivel regional por el Centro Latinoamericano de Aprendizaje en Servicio Solidario (Clayss) y resultó finalista a nivel nacional entre 300 iniciativas para el Premio Presidencial Escuelas Solidarias 2023, que promueve el Ministerio de Educación de la Nación.
Guillén, quien además de su trabajo en el CET N°2 es ayudante en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Bariloche, todos los días se esfuerza por transmitirles a sus alumnos la idea de gestionar proyectos que representen una solución técnica a problemas sociales. Por ejemplo, adicionalmente a “Ayuda en 3D”, sus estudiantes están trabajando en el desarrollo de una estufa que se alimenta de aceite reciclado y han colaborado en la construcción y diseño de autos eléctricos.
Propósito
De acuerdo con Guillén, tanto su vocación docente como su perfil técnico aparecieron alrededor de los 15 años, cuando empezó a trabajar como ayudante de electricista para no tener que pedir dinero a sus padres. Ya en el último año del secundario, al que llegaba después de caminar 42 cuadras, confirmó su deseo de ser docente, gracias a “grandes ejemplos que tenía en la escuela”.
Al egresar y en una búsqueda personal, viajó a Buenos Aires para estudiar Teología. Trabajó en barrios vulnerables, visitó hospitales y cárceles, y entonces confirmó su vocación docente. Al regresar a Bariloche, se acercó a su escuela técnica para preguntar qué trámites debería realizar para poder enseñar y, para su sorpresa, su título de técnico electromecánico lo habilitaba para dar clases. A los pocos días estaba haciendo una suplencia en el taller de electricidad.
“Realmente sentí que era lo mío y que ese era mi propósito en este mundo. Me preocupa la juventud, me interesa acompañarlos en el proceso de enseñanza y aprendizaje y más allá de los contenidos, ayudarlos a que sean mejores personas”, dijo el hoy profesor de educación técnica profesional.
A pesar de los logros y las distinciones, Guillén no pierde el foco: “Los docentes debemos buscar distintas estrategias para despertar el interés de los estudiantes y brindarles la mayor cantidad de herramientas para que puedan mejorar su proyecto de vida; creo que una forma de lograrlo es que vivan experiencias de aprendizaje significativas”.
Una de sus mayores alegrías es que, en muchas ocasiones, en su rol como docente en la UTN se reencuentra con quienes fueron sus estudiantes en la escuela técnica.
Cuando le preguntan por sus sueños educativos, Guillén mencionó tres. Por un lado, que la institución en la que trabaja cuente con una infraestructura con tecnología actualizada para que los estudiantes sigan desarrollando proyectos que impacten en la sociedad. Por otro lado, poder desarrollar una escuela de talleres de oficios para personas que no pudieron acceder a una educación formal. “Y sobre todas las cosas, que todos los jóvenes puedan desarrollar su mejor herramienta para salir adelante: la educación”, concluyó.
Sobre el premio
Entre los 50 finalistas, hay, además de Guillén, otros nueve docentes de América Latina: Alberto Rodrigues dos Santos, de Brasil; Geisha Bonilla, de Chile; Manuel Chaves Quirós, de Costa Rica; Bryan Rivera Medina, de Puerto Rico; Yarinett del Carmen Rojas, de Venezuela; William Caldera Pantoja, de Colombia; Estefany Mella Cuevas, de República Dominicana; Johana Suárez Santillán, de Ecuador y Danny Bernales Sotomayor, de Perú.
“Un docente es también su historia y su contexto. Las vivencias de Bruno lo convierten en lo que es hoy, un docente muy cercano a sus estudiantes, capaz de llenar de humanidad una escuela técnica y transformar su comunidad a través de sus alumnos”, dijo Agustín Porres, director regional para América Latina de la Fundación Varkey.
Por su parte, Stefania Giannini, directora general adjunta de Educación de la Unesco, señaló: ,“Quisiera dar mi más cálido reconocimiento a Bruno. La Unesco es un orgulloso socio del Global Teacher Prize, porque los docentes, como guardianes de nuestro futuro, merecen un gran reconocimiento por sus inspiradores esfuerzos. Ante desafíos intrincados como el aumento de las desigualdades y el cambio climático, y en vista de tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, los docentes son indispensables para preparar a los niños y jóvenes a navegar por un mundo en rápida transformación.”.
El Global Teacher Prize, que este año presenta su octava entrega, evalúa a los candidatos en función de sus prácticas docentes, de cómo innovan para afrontar los desafíos locales, de cómo consiguen resultados de aprendizaje demostrables, de cómo influyen en la comunidad más allá del aula, de cómo ayudan a los niños a convertirse en ciudadanos del mundo, de cómo mejoran la profesión docente y de cómo obtienen reconocimientos.
Para conocer al ganador de 2023 habrá que esperar al 8 de noviembre, cuando se lo anuncie en la sede central de la Unesco en la ciudad de París.
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