Entre el peligro y la ilusión: la muerte de Lorenzo reavivó el debate sobre la participación de los chicos en deportes de riesgo
El accidente de un niño de nueve años en Brasil, mientras estaba en un competencia de Superbike, abrió la discusión sobre la seguridad en este tipo de prácticas; los especialistas desalientan que los adolescentes se dediquen a esta disciplina
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La semana pasada, un niño argentino de 9 años, Lorenzo Somaschini, murió en San Pablo tras sufrir un accidente mientras entrenaba con una motocicleta de 160 cc para una competición internacional de Superbike. Aunque la velocidad y los motores implican peligro, no son pocos los chicos que practican este tipo de deportes de riesgo. Los padres afirman que les gusta acompañar a sus hijos en los que les gusta y en sus sueños. Algunos reconocen que les da miedo, pero eligen buenos instructores y priorizan la felicidad de los menores.
Según los médicos, el cuerpo de los chicos no está desarrollado para soportar las lesiones que pueden provocar las disciplinas arriesgadas. Los especialistas viales, sostienen que, además, es un error permitir que, desde temprana edad, participen en competiciones. Señalan que, como en muchos deportes, algunos padres depositan en sus hijos sus frustraciones y eso es un problema. Los instructores, por su parte, manifiestan que, si bien no es como jugar con una PlayStation, los riesgos pueden mitigarse con el acompañamiento de profesionales y con medidas de seguridad.
“El año pasado, cuando mi hijo tenía 12 años, un día se me acercó y me dijo: ‘mamá quiero practicar motocross’”, dijo Yanina Alejandra Podhajecki, de Villa del Parque. Según señaló, su hijo Mateo empezó a conocer la disciplina a partir de videos en redes sociales, ya que nadie en su familia tenía afinidad por las motos. “No voy a negar que alguna vez sentí temor al verlo, pero me hace feliz verlo disfrutar del deporte que le apasiona”.
El hijo de Fernando López Francini, de Tortuguitas, tiene ocho años y empezó a tomar clases de motocross a los seis. Aunque él practica también motocross, confiesa que los pensamientos temerarios aparecen: “Cada vez que se sube siento mucho miedo. Por eso, antes de arrancar, le repetimos lo que le enseñaron sus profesores: que piense con la cabeza y reconozca la pista antes de acelerar”. Después del accidente de Somaschini en el autódromo de Interlagos, en Brasil, afirmó que la familia se hizo ciertos planteos: “El cambio de cilindrada va a estar acorde al cuerpo y la edad de nuestro hijo: por más que esté para una moto más grande, no lo vamos a subir”.
Aunque Sebastián Marquart, de Pilar, siempre fue un apasionado de las motos, reconoce tener temores cuando ve a Santino, de 13 años, sobre dos ruedas. “El miedo siempre está: uno lo mira volando por el aire en una moto y el peligro está ahí. Trato de pensar en todas las horas de clases y entrenamientos que él hace y que lo pueden orientar para salir del peligro ante una eventual situación”. Según relató, la madre de Santino evita ir a los entrenamientos porque sufre. Probablemente su apoyo, tiene que ver con que el adolescente tiene el sueño de viajar a Estados Unidos para competir profesionalmente: “Quiere dedicarse a eso”.
Las última tragedia hizo preocupar a algunos padres: “No dejo de pensar que le puede pasar a él y me pregunto constantemente si está bien que lo apoye. Luego lo veo con tanta seguridad arriba de una moto que lo único que pienso es que está disfrutando”, dijo Marquart.
En la Argentina, en cuanto al universo del motociclismo, la mayoría de los chicos practican motocross. “Hay mucha más actividad deportiva sobre tierra, de la mano del motocross, que en pista”, dijo Leonardo Yorio, instructor de este deporte, que comenzó en la disciplina a los 16 años y que también practicó Supercross y Enduro –otras variaciones de tierra– durante los 17 años que estuvo “en la cuna del deporte”, en California. “El motocross es una disciplina que se practica en un circuito natural en donde suele haber saltos. Generalmente, son circuitos de tierra donde puede haber montañas y desniveles”.
En los cursos, los instructores enseñan la técnica que es común para todas las disciplinas del motociclismo. “Se basa en la correcta distribución del peso y en las posiciones de manejo para tener control sobre la moto y que no sea la moto la que tiene el control de uno”, señaló. Contó que la enseñanza sirve para evitar los errores y conducir dentro de los límites de la seguridad. “Haciéndolo correctamente, no debería pasar de unos golpes como en cualquier otro deporte de contacto”, indicó.
“Al motociclismo se lo catalogó como deporte extremo ya que supone un riesgo y requiere de una alta capacidad y de entrenamiento para reducirlo. Los peligros se reducen visiblemente con la ayuda de un instructor profesional que guíe”, dijo Yorio. “Los accidentes mortales son muy poco frecuentes. Generalmente tienen que ver con la mala suerte, ya que las protecciones son muy buenas. Como en la vida diaria, a veces el azar juega en contra. Ante eso no hay protección que a uno lo salve”, sumó.
Especialistas
“Vemos con preocupación estos deportes por los riesgos que implican”, dijo Gustavo Brambatti, gerente de Seguridad Vial de Cesvi Argentina, un centro de experimentación dedicado a la investigación y análisis de la seguridad vial y automotriz. “El desarrollo de los chicos no está alineado con lo que se requiere para el uso de una moto o de un vehículo que anda a alta velocidad”. El especialista entiende que, además de la responsabilidad que asumen en las maniobras y los riesgos, los sistemas de seguridad están pensados para adultos y no para chicos. “Para que puedan manejar un vehículo o una moto, hay que intentar adaptarlo y no siempre quedan bien. Hay cuestiones de peso, cuestiones de fuerza de los niños que me da la sensación que no se tienen en cuenta. Como si hubiese una cierta vista gorda que de alguna manera no garantiza la supervivencia ante un accidente”, argumentó.
En esa línea, el consultor internacional den seguridad vial, Federico Tucci, señaló que “los niños no son adultos en miniatura”. “Si bien es importantísimo utilizar los elementos de seguridad como el casco, la rodillera, la escodera y la ropa –que en un deporte como el motociclismo se requiere como protección– hay que recordar que son niños y que no están completamente desarrollados tanto a nivel óseo, muscular y de reflejos”, advirtió. Y agregó que, en general, todos los elementos fueron creados para adultos, por lo que igual pueden lastimarse o tener accidentes graves. “No digo que no se practiquen, pero sí hay que tener en cuenta de que hay deportes que no están pensados para los niños, por más que se adapten cascos, coderas y mamelucos. Los vehículos, por más que estén modificados –como el manillar de las motos– no dejan de ser vehículos pensados para adultos”, sostuvo Tucci.
Juan José Barbery practicó motociclismo los últimos 45 años, compite hace 33 y participó en las ediciones 2011, 2012 y 2013 del Dakar. Además de ser periodista especializado en motociclismo y deportes motores, es instructor internacional certificado en manejo de motos. Tal como manifestó a LA NACIÓN, disiente con los especialistas en algunas cuestiones: “Creo que es acertado comenzar a practicar deportes desde muy chicos. Un niño tiene muchísima más capacidad de aprendizaje, soltura, flexibilidad y un montón de condiciones que le permiten aprender muy rápido”. Sin embargo, señaló que hay que tener plena conciencia de lo que está en juego: “Esto no es PlayStation. El niño que practica el deporte se puede golpear y lesionar. El instructor y sus padres deben estar enfocados en buscar la máxima seguridad”.
Al igual que Yorio, Barbery destacó que es crucial contar con un formador con “experiencia certificada en su historial deportivo” para que lo guíen correctamente en el aprendizaje. También tener el equipamiento adecuado, tomar las medidas de seguridad necesarias y practicar en un lugar que cumpla con los reglamentos y con las normas internacionales.
Riesgos inherentes
Santiago Kweitel es médico pediatra, deportólogo y director de la diplomatura en medicina deportiva pediátrica de la Universidad Favaloro. Ante la consulta de LA NACIÓN sobre la aptitud de los chicos respecto a un deporte extremo, señaló: “En principio diría que existen riesgo de lesiones, y potencialmente graves en varios deportes. En algunos en mayor medida que en otros. Es importante que exista una preparación física y un entrenamiento técnico adecuados a las posibilidades físicas, fisiológicas, cognitivas y emocionales de cada edad. Todo deporte infantojuvenil debe extremar las medidas para prevenir accidentes”. En esa línea, según indicó, es necesario el trabajo de comités de expertos para maximizar el rendimiento y el disfrute, y minimizar las lesiones y enfermedades que puedan devenir con cada disciplina deportiva.
“Es sabido que todo deporte motor tiene un riesgo inherente muy importante y que practicarlo puede ser peligroso. Sabiendo cuáles son esos riesgos, hay padres y chicos que aceptan correrlos y otros que no”, dijo Fabián Pons, presidente del Observatorio Vial Latinoamericano (Ovilam), que, según contó, a los 11 años corría en karting.
A pesar de que reconoce los riesgos del deporte, al igual que instructores y alguno de los especialistas, sostuvo que el accidente de Lorenzo Somaschini tuvo mucho de fortuito. “Está eso, pero también hay un riesgo que se corre al practicar este tipo de deportes: la caída está a la orden del día y las lesiones pueden ser muy importantes”. Y agregó: “Tal vez a temprana edad no están preparados para manejar ese tipo de motos tan altas y grandes que pueden generar ese tipo de golpes”.
Para el presidente de Ovilam, la participación en las competencias imprime un riesgo adicional: “Entre los 6 y 12 años todavía no se alcanzó la edad madurativa y no están preparados para competencias peligrosas en donde un golpe puede ser fatal o puede generar lesiones permanentes”. Sostuvo que a los niños hay que dejarlos jugar y si practican algún deporte motor – teniendo en cuenta que puede haber golpes–, que no sea a niveles competitivos ni de exigencia: “Al igual que en las canchas de fútbol o de básquet, muchas veces se ve en las pistas la frustración de los padres transmitida a los hijos. Eso no es lo bueno”.
Según indicó Yorio, a nivel mundial, hay competencias de motocross a partir de los cuatro o cinco años. “Obviamente con circuitos acordes a la edad de cada piloto. En la Argentina, en general, empiezan a competir a los 10 años”. Según indicó, no es habitual que en los certámenes haya accidentes graves, aunque sí puede haber golpes: “La situación extrema es una quebradura”. “Si solo entrenás, el riesgo es mucho menor ya que no tenés 30 o 40 pilotos luchando por ganar”, amplió.
En muchos casos, la pasión por el motociclismo es heredada de los padres. “Me apasionan las motos. Desde que era chico mi nene siempre me pedía que lo lleve a dar una vuelta en alguna de las tres que tengo”, dijo Andrés Agacan, padre de un chico de ocho años. “Nunca se lo impuse. Como pedía, ya a los cuatro años andaba en una moto eléctrica”, recordó. Afirmó que él y su esposa a veces sienten miedo cuando lo ven: “Son muy lindas, pero, como todo, tiene su lado peligroso. Cuando te subís a una, sabés que esa posibilidad está dentro del bolillero”, expresó.
“Me apasionan todas las motos. Siempre le dijimos que, si algún día quería aprender, tanto la mamá como yo lo íbamos a acompañar”, dijo Mariano, padre de un niño que empezó a hacer motocross a los siete y hoy tiene 13. “Nunca lo obligué ni se lo impuse”, sostuvo. Y agregó: “Si tiene el equipo correspondiente y está con un profesional, no siento miedo cuando está arriba de una moto”.
El caso de Sofía Scherrer, de Ingeniero Maschwitz, fue diferente. “Empezamos a ira a la pista de Campana porque, a los 14, Sofía dijo que quería ir a aprender. Luego me compré una moto para disfrutar del deporte con ella”, relató Alberto. El padre de la adolescente admitió tener plena conciencia de lo que significa que su hija realice un deporte de riesgo: “Sabemos que estamos expuestos a accidentes”. Con esa mirada coincidió Javier Magnasco, cuyo hijo empezó a los 14 años la disciplina y ahora tiene 16: “Todos los deportes tienen algún grado de riesgo”.
Maximiliano Dutto, padre de un niño de seis años que hace motocross, recordó que no fue una fácil la decisión que tomó un año atrás; siempre estaba el temor que se lastimara o le sucediera algo peor. “El problema era que a nuestro hijo no le gustaba el fútbol ni otro deporte”, manifestó. “Uno tiene que pensar en que no siempre protegemos a nuestros hijos no dejando hacer lo que les gusta. Hay chicos que se han muerto en otros deportes que no se consideran de riesgo, por ejemplo, en una pileta”, concluyó.
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