Entonces, ¿cómo era que se contagiaba el coronavirus?
Lo dicen cada vez que pueden científicos y divulgadores: el nuevo coronavirus apenas se está conociendo, es demasiado nuevo (fue aislado el 7 de enero), la situación es dinámica. Miles de científicos de todo el mundo enfocan sus microscopios y pipetas hacia el fenómeno y generan un torrente de información que por momentos hasta puede tapar lo esencial.
Entonces quizá convenga repasar cómo se contagia este virus Sars-Cov2, que provoca el Covid-19, ante evidencias entre nuevas y más nuevas. "Si hubiera que ubicarlas en orden de jerarquía, diría: por transmisión directa en un radio de metro y medio de contacto; luego, por el contacto con superficies contaminadas; y en tercer término por virus suspendido en el aire, aunque sobre esto hay un solo artículo publicado", resumió Juan Claus, profesor de virología en la Facultad de Bioquímica de la Universidad Nacional del Litoral. "Hay alguna sospecha de que se pueda transmitir por heces, pero tampoco está comprobado", agregó.
Lo dicho: algunas certezas y muchas incertidumbres, en un contexto donde la necesidad de tener más conocimiento habilitó a que los papers científicos (la manera en que se comunican hallazgos y desarrollos) se publiquen con controles de pares (otros expertos en la materia) más laxos. "A veces entre la investigación y la publicación pasan apenas 25 días, se saltean etapas. Incluso en las revistas más importantes se hace revisiones flojas, se han bajado los requisitos de publicación, lamentablemente. Lo que hace que un trabajo nuevo no sea mejor de por sí", explicó por su parte Rubén Jarne, investigador de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, especialista en bioseguridad.
"El coronavirus ha decretado la muerte, o por lo menos la vida vegetativa, del rigor científico", se lamentó semanas atrás Fernando Polack, director de la Fundación Infant y revisor de papers, en una charla de Instagram. La urgencia rompió los protocolos, pero sí se saben algunas cosas.
Persona a persona
El contacto directo con personas infectadas con el coronavirus es la principal fuente de nuevos contagios; funciona igual que otros virus respiratorios, como la gripe. Esto tiene un alto nivel de evidencia. Al toser, estornudar, pero también al hablar, se generan emisiones de saliva que contienen el virus (que es tan pequeño como para caber 900 veces en el grosor de un cabello) que permanece en el aire el tiempo que tarda en llegar a la otra persona.
Uno de los grandes problemas para el control del virus es que también pueden contagiar quienes no tienen fiebre, ni dolor de garganta, ni ningún otro síntoma y parecen sanos a todos los efectos. De ahí que la principal medida preventiva sea aislarse de otros seres humanos.
Superficies
A partir de ahora viene lo más conflictivo desde el punto de vista de la evidencia.
Respecto de la estabilidad de los virus en distintas superficies, el trabajo más citado es uno publicado en la revista The Lancet el último 2 de abril. Establecía que en los papeles impresos y del tipo tissue no se hallaba el virus luego de tres horas; en madera y ropa luego del segundo día; en vidrios demoraba hasta cuatro días y en plástico y acero, siete, lo mismo que para la capa externa de un barbijo quirúrgico.
Leo Poon, de la Universidad Hong Kong, es uno de los autores de este trabajo que investigó cuánto sobrevive el virus en distintas superficies. El problema es cuánto de eso puede generar infección: que el virus esté presente no significa que pueda contagiar a un ser humano, que a los efectos es lo que interesa. Según contó a este diario, es lo que "estamos probando ahora: cuál es la cantidad de virus en condiciones de infectar que queda en esas superficies".
"Entrar en la vorágine de cuánto dura en cada superficie es un problema", señala Jarne. "Lo que hay que evitar es que salga del cuerpo, por eso se recomienda el uso del barbijo", añade. Se estudia cuánto de lo que queda en las superficies es viable, explica, lo que no es lo mismo que decir que es una cantidad capaz de ser contagiosa. Además de que no se sabe de qué cantidad se parte en cada caso.
"Uno toca un metal que tiene el virus, entonces le queda en la mano y después esa mano se la lleva a las mucosas y se contagia. Pero en esa transferencia se va perdiendo cantidad de virus en el camino", dice. Por eso es que se hacen modelos matemáticos para calcular, pero no se pueden hacer experimentos reales en vivo por obvias cuestiones éticas. "Los trabajos dicen que el virus 'es viable', pero eso no significa que contagia necesariamente", subraya Jarne.
En idéntico sentido de incertidumbre, el fin de semana pasado, la OMS publicó una guía en la que ratifica que el virus que provoca el covid19 se transmite por contacto físico cercano y que por ahora "no puede decirse de manera concluyente que esté relacionada con la contaminación ambiental de superficies". Sin embargo, la organización insiste en que se mantengan las medidas de prevención.
Entonces, ¿conviene seguir lavando las compras del supermercado, por ejemplo? Contesta Claus: "Yo seguiría con el mismo nivel de prevención que hasta ahora. No hay razones para bajar la guardia en ningún aspecto preventivo, porque no hay otras formas de prevención. Hay que seguir del mismo modo. Donde haya relajamiento en esto, o en los aislamientos, puede haber rebrotes".
Lo mismo recomiendan los Centros para el Control de Enfermedades (CDCs) de Estados Unidos: las superficies son un vector menor, si acaso, pero igual conviene desinfectar. Como otros coronavirus, este nuevo está envuelto en una capa de grasa, por lo que se rompe con facilidad con jabones y otros desinfectantes. Algo que no pasa con los virus "no envueltos", como rotavirus, norovirus y poliovirus, tal como afirma la guía de la OMS ya citada.
En el aire
Otro estudio publicado la semana pasada en PNAS que usó láseres altamente sensitivos reveló que al hablar se emiten miles de gotas por segundo y que, en un ambiente cerrado y sin ventilación, permanecen entre 8 y 14 minutos. "Estas observaciones confirman que hay una buena probabilidad que el habla normal provoque la transmisión vía aérea del virus en ambientes cerrados", dice el trabajo firmado por investigadores de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos y una científica de la Universidad de Pensilvania.
De nuevo, por más que las condiciones de laboratorio busquen simular las condiciones reales, no deja de ser eso: una simulación. Y tampoco quiere decir que al minuto 15 estemos todos liberados.
"Esta publicación podría significar que puede haber transmisión por compartir una misma habitación entre gente que habla, aunque no tosa ni estornude", dice Claus. El investigador argentino señala que se hace en condiciones de laboratorio. "El laboratorio da una idea, pero no es lo que sucede en la vida real, donde todo puede suceder de otra manera", añade Claus.
Jarne coincide: "La dinámica de fluidos, desde lo ingenieril, es sumamente complicada". No solo eso: también luce sumamente complicada la biología de un virus que parece guardarse todavía varios misterios.
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