Daniel Pi: enólogo mirando al sudeste
El creador de los vinos de trapiche es un hombre en la búsqueda constante por renovarse; tanto, que logró un sauvignon blanc en el lugar menos pensado
Me han pedido varias veces escribir sin jamás convencerme.
Tratándose de una persona que ha logrado emocionarme al tomar sus vinos no me puedo negar, por más difícil que me resulte la tarea.
Recuerdo una cata en el restaurante Oviedo, donde no lograba entender el trabajo de Daniel. Estaba tan sereno y humilde como sus palabras a la hora de hablar de los vinos de su creación. ¿Dónde quiere llegar este hombre? ¿Estará preocupado por vernos a todos tan expectantes de lo que nos va a contar?
Luego de probar la primera copa sentí una terrible vergüenza por mi interrogación anterior. No había mucho más que hacer. Sólo probar el vino y sentir lo que no necesitaba más que ser tomado para entender la orientación de su trabajo, su estilo, su manera en hablar con sus vinos; para comprender que por más que Daniel Pi sea el enólogo de Trapiche sigue siendo un simple hombre enamorado de su trabajo y de las infinitas interpretaciones que puede dar la vid para llegar a un resultado diferente según cada terruño.
Ese conocimiento de la tierra le ha dado muchos títulos, justamente dados y más que merecidos. Pero lo que más le interesa es el vino, no los reconocimientos. En la vida uno toma decisiones buenas o malas. Pero las toma. Daniel es una persona que va por adelante con estilo propio. Marca la diferencia. Eso es el arte que lo hace tan especial.
Pruebo uno de sus vinos y enseguida vuelvo a escuchar su voz diciendo lo que pensó cuando los hizo. Logró mi admiración cuando, en una cena en el restaurante Sarasanegro de Mar del Plata, probé un vino que me dejo impactado. ¡Un vino blanco de Chapadmalal! ¡Caramba, ni siquiera sabía que se hacen vino ahí!
Tampoco sabía que era un vino de Daniel. Un Sauvignon Blanc Costa y Pampa que no tenía nada que envidiar a un vino francés.
Pregunté por la bodega. Frente a mi entusiasmo me trajeron un Gewürztraminer, también digno de los mejores vinos argentinos. Sabía que estaba frente a unos vinos que serían parte del patrimonio de la cultura argentina. Esa autenticidad se refleja en muchos de sus vinos.
Cuando vean acercarse a este tan amable y plácido gigante recuerden que su secreto está basado en la eterna búsqueda de renovarse. Es más joven que muchos sólo por eso.
Busca, mira, sigue aprendiendo. Se entusiama con recorrer varias regiones del país -o de otros países- para descuburir cómo otros piensan su trabajo y lo interpretan al a hora de tener que decidir qué vinos hacer.
Las palabras humildad y gracias han sido manchadas por ser tantas veces mal usadas. Recuerden mirar a los ojos a Daniel, ese enólogo argentino. Los escuchará serenamente cuando le den las gracias por los placeres que les confieran sus vinos.
Daniel Pi es un enólogo que busca dar placer siendo auténtico haciendo sus vinos.
Eso es lo que lo hace más feliz y a nosotros más aún.
Del editor: ¿por qué es importante? Es el primer enólogo en lograr vinos en la costa atlántica, una región no vitivinícola del país
Christophe Krywonis
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