Este fue el tercer viaje del navegante, en 1914; la expedición quedó frustrada cuando la nave se encalló en el hielo y se sumergió en las gélidas aguas del sur
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Aunque su padre había decidido que su hijo sería médico, Ernest Henry Shackleton tenía otros planes para sí: a sus 16 años se unió a la marina mercante.
Shackleton viajó por distintas partes del globo, pero el sueño de este joven aventurero nacido en Irlanda en 1874 y educado en Londres, era explorar los polos.
En 1901 fue elegido por el oficinal naval de la marina británica Robert Falcon Scott para participar en una expedición a la Antártida a bordo del Discovery.
Después de recorrer junto a Scott y otro explorador el Polo Sur en condiciones climáticas extremas, acercándose al polo como nunca nadie lo había hecho antes, Shackleton se enfermó gravemente.
No tenía fuerzas siquiera para arrastrar su trineo y había empezado a toser con sangre. Scott decidió entonces enviarlo de regreso.
Pese a que Scackleton vivió esto como una humillación, el viaje le dio una experiencia invaluable. Y a partir de allí, su destino quedó ligado para siempre al continente blanco.
En agosto de 1907, acompañado por una tripulación compuesta por marineros, científicos, civiles e incluso invitados que pagaron por un espacio en la nave, Shackleton partió rumbo a la Antártica en el Nimrod, un antiguo barco en condiciones precarias, con la determinación de demostrarse a sí mismo que era un auténtico explorador polar.
En el viaje se hicieron importantes descubrimientos científicos y el explorador sentó un nuevo récord al acercarse aún más al Polo Sur que antes.
Sus logros le valieron el nombramiento de caballero cuando regresó a Gran Bretaña.
Pero no fue sino hasta 1914 que Shackleton emprendió su tercer viaje a la Antártica, esta vez a bordo del Endurance, una expedición que quedó frustrada cuando la nave acabó encallada en el hielo hasta que finalmente se hundió en las gélidas aguas del sur.
El barco -que se convirtió en una verdadera leyenda por la penosa travesía que sus tripulantes debieron hacer en bote y a pie para escapar de él- fue hallado finalmente el pasado fin de semana en el fondo del mar de Weddell, una amplia porción del océano Atlántico Sur en Antártica.
A pesar de que ha estado hundido a más de 3000 metros de profundidad durante más de un siglo, las imágenes grabadas en video lo muestran prácticamente igual que el día en que se hundió en noviembre de 1915.
La expedición
El 8 de agosto de 1914 el Endurance zarpó del puerto de Plymouth, en el suroeste de Inglaterra rumbo a Buenos Aires, Argentina. Allí, se sumaría el resto de la tripulación para emprender el viaje hacia la Antártica.
Hacia allá partieron el 5 de diciembre de 1914, después de hacer una parada en las islas de Georgia del Sur, un territorio británico al sur del Océano Atlántico.
Pero cuando llegaron en enero del año siguiente al Mar de Weddell, tras de soportar un viento inclemente durante 6 días, la nave quedó atrapada en el hielo comprimido a su alrededor por la fuerza de la corriente de aire.
En febrero de 1915, los 28 marineros a bordo del Endurance se dieron cuenta de que el hielo alrededor de la nave no permitía que se moviese e intentaron liberarla de distintas maneras, pero sin éxito.
Los 10 meses siguientes, estuvieron a merced de los vientos inclementes y las corrientes marinas que movían de un lado a otro la inmensa masa de hielo en la que estaban atrapados.
Para octubre la presión que ejercía el hielo sobre la nave era tal, que el agua comenzó a filtrarse en el barco, por lo que la tripulación no tuvo más remedio que abandonarlo y acampar en la superficie congelada de alrededor.
“Fue una experiencia aterradora”, le dijo a la BBC la historiadora antártica Meredith Hooper. “Tenían que mover sus tiendas de campaña hasta dos veces en una noche. Oían cómo el hielo se rompía. Y escuchaban el sufrimiento del barco, que parecía que lloraba, como un animal herido”.
Hasta que el 21 de noviembre de 1915, el bergantín se hundió.
Lo que sigue es una historia de supervivencia. En abril de 1916 la tripulación logró huir en tres botes salvavidas hasta llegar la inhabitada Isla Elefante, flanqueada al norte por el Paso de Drake y al sur por el Mar de Waddell.
Milagrosamente, toda la tripulación sobrevivió. Tras llegar, Shackleton y cinco miembros de la tripulación zarparon de nuevo rumbo a Georgia del Sur para organizar el rescate del resto de los marineros… les esperaba un trayecto de más de 1.200 kilómetros.
Regresaron en agosto para llevar a tierra firme al resto de la tripulación, que finalmente fue rescatada por el rompehielos Yelcho, de la Armada de Chile, y fue así como llegaron a Punta Arenas, en la Patagonia chilena.
Objetivo fallido
La misión de la expedición del Endurance era hacer la primera travesía terrestre del continente antártico.
“Se buscan hombres para viaje peligroso. Salarios bajos, frío extremo, largos meses de completa oscuridad, peligro constante, retorno ileso dudoso. Honores y reconocimiento en caso de éxito”, decía el anuncio para encontrar tripulantes publicado por Shackleton en la prensa londinense en 1914.
Muchos más hombres de lo esperado respondieron a la oferta y, tras un proceso de selección, Shackleton eligió a los 27 que integrarían las expedición.
Acabaron siendo 28: un polizón de Gales -Perce Blackborow- se coló a último momento. Para cuando lo descubrieron ya era demasiado tarde.
En misiones como estas, cuando la comida escasea, “los polizones son los primeros en ser comidos”, le dijo al parecer un furioso Shackleton.
“¡Creo que la tripulación obtendría más carne de usted, señor!”, fue la petulante respuesta de Perce.
No hizo falta comerse a ninguno de los dos, la tripulación sobrevivió comiendo focas y pingüinos hasta ser rescatada.
Aunque el objetivo de la misión no se cumplió y desde este punto de vista la expedición del Endurance podría considerarse un fracaso, Ernest Shackleton logró una de las mayores hazañas de la exploración polar de principios de siglo: regresó con todos sus hombres sanos y salvos.
El accidentado viaje no le quitó su deseo de regresar al sur.
A bordo del Quest, se propuso circunnavegar el continente antártico. No llegó a hacerlo.
Falleció el 5 de enero de 1922 antes de partir de un ataque cardíaco, cuando se encontraba en su cabina a bordo de la la nave anclada en Georgia del Sur.
Tenía 47 años. Su cuerpo está enterrado en la isla.
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