En San Martín de los Andes: aislados, así vive la pareja que abandonó a dos mellizos adoptivos en una comisaría
Cuando se conoció la noticia en 2020, en esa ciudad de unos 28.000 habitantes perdieron sus trabajos y debieron recluirse; el lunes fueron detenidos y hoy, liberados
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NEUQUÉN.- A pesar del crecimiento demográfico acelerado de los últimos años, San Martín de los Andes sigue siendo, en el imaginario de muchos, una aldea de montaña. Una ciudad pequeña de esta provincia que registraba 28.000 habitantes en el censo de 2010, donde aún no hay semáforos y donde, de una u otra manera, todos parecen conocerse. Por eso, allí generó una fuerte conmoción la noticia de que dos de sus habitantes, Natacha Perrig y Eduardo Rucci, habían dejado a sus hijos adoptivos en una comisaría de Bahía Blanca en noviembre de 2020 al aducir que no podían conectarse con ellos en la crianza. De hecho, quienes los conocen afirman que la comunidad no tardó en condenar el hecho, por lo que los dos afrontaron la pérdida de sus trabajos y se recluyeron, sin participar casi en actividades sociales. El lunes pasado fueron detenidos y acusados por el abandono de los dos chicos que habían adoptado en República de Guinea-Bissau, en África, en 2019. Finalmente, esta tarde fueron liberados.
Según relataron los vecinos a LA NACIÓN, la pareja había llegado a San Martín de los Andes desde Bahía Blanca en febrero de 2020. Quienes los trataron afirman que en noviembre de 2019 habían adoptado a dos mellizos africanos de seis años, que traían un historial de conflictos familiares, traslados forzados y otras dificultades en su Guinea-Bissau natal. Además, tenían una hija biológica.
A la nueva organización familiar y la mudanza a San Martín de los Andes se sumó el encierro, a partir del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) decretado en marzo de 2020 por el presidente Alberto Fernández. De acuerdo al relato de los vecinos, el choque cultural y las dificultades de adaptación con los niños adoptados se marcaban más al no poder salir de casa y no tener actividades fuera del hogar. Vivían junto a los tres chicos en una casa muy pequeña del centro de San Martín de los Andes. Con las primeras flexibilizaciones de las medidas sanitarias, hacían salidas junto a los mellizos para supervisar la casa que estaban construyendo en Noregon, un barrio cerrado a unos 20 kilómetros del centro de la ciudad, donde se estima que un lote tiene un valor de 40.000 dólares.
En esas salidas esporádicas y de cercanía, comenzaron a interactuar con los vecinos. Algunos habitantes de San Martín de los Andes que los trataron señalaron que, en los primeros encuentros, ya se notaba cierta tensión entre los mellizos y los adultos a cargo. Los chicos habían aprendido español con suma rapidez. Por lo poco que supieron los vecinos de la pareja, los chicos habían quedado huérfanos de madre y tanto ellos como su padre habían sido perseguidos en la nación africana. Después de muchas dificultades, lograron llegar a un centro de contención donde comenzó a tramitarse la adopción. La pareja se conectó con ellos mediante videollamadas y luego hicieron un viaje especial para buscarlos. Pero era poco lo que se sabía sobre el proceso de adopción.
Según señalaron los vecinos, ellos afirmaban que los retrasos burocráticos de la pandemia de coronavirus también jugaron en contra de la vinculación, ya que no podían tramitar los documentos de los mellizos para poder avanzar con ciertos aspectos relativos a la organización familiar y su inserción en la localidad. Sin embargo, tras el abandono de los chicos salieron a la luz otras irregularidades en el proceso de adopción, lo que podría haber explicado los problemas para que tengan nuevos documentos.
Perrig aún trabaja como fotógrafa profesional y, antes de que se hiciera público su caso, brindaba talleres de fotografía. Sin embargo, cuando se supo del abandono de los mellizos, los dos recibieron la condena social de la comunidad y tanto ella como él se quedaron sin trabajo. “Él tenía trabajos en publicidad, hacía cosas también en Villa La Angostura y cuando pasó lo que pasó, se le cayó todo”, expresó un vecino que los conoce.
Las cosas tampoco fueron fáciles para la hija mayor de la pareja, que tuvo complicaciones para insertarse en el colegio y encontró en la educación virtual una oportunidad para seguir su trayectoria escolar.
Aunque trascendió que Perrig trabajaba en una empresa constructora, los vecinos solo saben que hoy tiene trabajos informales y que vende productos de cosmética de manera independiente. Rucci también pasó mucho tiempo recluido en su casa, y los dos optaron por no hablar con los medios.
Como fotógrafa, Perrig se presenta en redes sociales como especialista en fotografía de familia e infantil, y afirma: “Amo captar los momentos más importantes en la vida de las personas”. Tiene 238 seguidores en Instagram y retratos de niños pequeños y recién nacidos, en la tendencia de fotografía new born.
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