La zona cobra relevancia para autoridades porteñas y para el sector privado por su ubicación estratégica; cómo se vive en el barrio popular que queda a metros del Malba
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Son las 11.45 y la parrilla ya está repleta de cortes de carne y achuras. El lugar se llama La Parrillita, y está ubicado en la calle Padre Mugica y San Pedro de Jujuy, en Saldías, un barrio popular porteño cuyo origen está ligado al ferrocarril. Aquí, ya casi no hay mesas libres. Algunos comensales llegan con su ropa de trabajo a pedir un plato de vacío a $1500. A través del plástico transparente que delimita el salón y protege a los clientes del frío, se ve -a pocos metros de distancia- una hilera de edificios en construcción. Se trata de un nuevo complejo de viviendas de lujo lindero a Barrio Parque, en una de las zonas más exclusivas de la ciudad, donde el metro cuadrado puede costar hasta US$ 4000 y el vacío se sirve en los restaurantes, en promedio, a $12.000 el plato.
“La gente nos encuentra en Google, pero cuando ven dónde queda la parrilla, muchos deciden no venir. Acá las casas son de material y el barrio está medio escondido, y la gente le tiene miedo a lo desconocido”, lamenta Tania Gómez, que fundó junto a su familia La Parrillita. Allí sirven, según las reseñas online y el comentario de los comensales, uno de los mejores cortes de carne de Buenos Aires.
Saldías está en el limbo. Por un lado, muy cerca del Barrio Padre Carlos Mugica, más conocido como la Villa 31. A su vez, la plaza central está a solo unos metros del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) y del Alcorta Shopping. Los que desconocen la zona, cuando avanzan por Jerónimo Salguero hacia la Costanera Norte, no suelen doblar a la derecha, donde se encuentra La Parrillita.
A pesar de estar en Recoleta, Saldías es una especie de isla. Por eso, los vecinos quieren tender puentes para que el barrio empiece a formar parte del circuito por el que transitan porteños y turistas que recorren la zona. La gran incógnita es si el futuro del barrio será más parecido a un apéndice de la Villa 31 o si llegarán proyectos que urbanicen y desarrollen la zona, sin que eso signifique renunciar a la identidad que aún conserva.
Parte de esa conexión con el resto de la ciudad, podría generarse con el modelo Punta Carrasco y Costa Salguero: después de décadas de explotación privada, la Ciudad busca recuperar la costa rioplatense y generar espacios públicos donde antes había un club de golf privado, concesionarias de autos, gimnasios, boliches, salones para eventos y otras actividades. En la medida en que se venzan los contratos del centro de convenciones también esa superficie se integrará al plan final que incluye, además, edificios de viviendas, oficinas y comercios con el objetivo de “llevar ciudad donde antes no había”, como explican desde el gobierno porteño cada vez que tienen oportunidad.
A pesar que la autopista Illia actúa como una barrera urbana, el barrio Saldías aparece como la continuidad de Punta Carrasco y Costa Salguero en el proceso de transformación que nace en la costa. Esa es la estrategia sobre esta zona porteña, durante años postergada, en la que hoy hay un interés creciente por parte de las autoridades porteñas y del sector privado. Los vecinos no lo viven como una amenaza y esperan con expectativa el desarrollo del barrio.
“Hay muchas cosas vinculadas a la infraestructura para mejorar. Por ejemplo, el viejo tanque de agua está en muy mal estado y es un peligro. Los vecinos acá no tenemos cloacas, falta iluminación y un colectivo”, describe Elizabeth Fernández, una de las referentes del barrio que se entusiasma con la urbanización.
Reunir ideas urbanísticas para aplicar en Saldías es el disparador de un concurso nacional de ideas lanzado por la Ciudad hace algunas semanas. Un jurado especializado evaluará la factibilidad de cada una de ellas ya que se pretende abrir el juego y poner en debate los posibles usos de acuerdo a la normativa de la zona.
“Este es un buen ejemplo de cómo con la eficiencia de la infraestructura del transporte se puede generar tierra pública que antes no estaba disponible. Este no es un concurso de proyectos, sino de ideas para escuchar a aquellas personas que tengan algo para aportar en un lugar de la ciudad con una oportunidad única porque es una pieza urbana no consolidada”, explica el secretario de Desarrollo Urbano, Álvaro García Resta. “Para nosotros es un lugar importante por la conexión que puede generar entre la ciudad y el río”, agrega.
Por su parte, Laureano Bielsa, que recorre el barrio hace 10 años, primero como comunero y ahora como precandidato a diputado nacional de Unión por la Patria, elaboró junto a los vecinos un proyecto llamado Saldías 2030, para pensar el futuro del barrio. “De una primera ronda de conversaciones podemos ver que los principales puntos de interés para el desarrollo son la seguridad, el deporte, la cultura, la innovación y el turismo. Este último punto cobra particular importancia ya que el barrio se encuentra a 200 metros del único aeropuerto de la ciudad, se trata del km 0 del turismo porteño y está completamente desaprovechado. Nuestro objetivo será tratar estas propuestas con todas las fuerzas políticas para que los vecinos puedan gozar de los mismos derechos que el resto de los habitantes, y al mismo tiempo logren mantener su esencia de barrio familiar”, asegura Bielsa.
“Un barrio como los de antes”
En el centro de las mesas hay pequeños recipientes plásticos con ramas de canela y una cabeza de ajo. Es una costumbre que Rocío Rivadeo, de 30 años, trajo de su Salta natal. Esa combinación, dicen, trae abundancia. Y lo cierto es que, ya sea por la magia o por la calidad de la comida, en El Rincón de Güemes, el restaurante de su familia, nunca faltan comensales.
Los fines de semana, cuenta Rivadeo, sus “pibes” juegan en la vereda o en la cancha de césped sintético que está a pocos metros del restaurante. En Saldías todo parece marchar a un ritmo distinto al de otros barrios populares de la ciudad. “Es un barrio como los de antes. Acá nos conocemos entre todos. La gente de afuera piensa que no, pero Saldías, dentro de todo, es seguro, acá se vive bien”, indica Rivadeo.
Saldías está enfrascado entre vías, calles y depósitos. Por su ubicación, es un barrio que, a diferencia de otros, no se expande, y gracias a esa especie de quietud es que mantiene su esencia. Casi todas las familias viven aquí hace décadas. Sin embargo, Saldías no escapa a las falencias que dificultan la vida de los vecinos en los barrios populares.
“Cuando vivíamos en Salta, mi padre trabajaba en el Tren de las Nubes, pero lo despidieron y decidió venir para Buenos Aires. Llegó acá en 1997 y consiguió un trabajo en Ferrovías. Un amigo le dijo de comprar una casilla en Saldías, él dijo que sí y la fue mejorando. Luego nos trajo a nosotros y así llegamos todos a Saldías”, relata Rivadeo.
“A través de la investigación que hicimos junto con la comunidad del barrio, está claro que hay un núcleo de identidad ferroviaria muy fuerte. Los vecinos, en su mayoría llegados de distintas provincias, se fueron instalando a partir de los 80. Dentro del proyecto Recoleta para armar, el Museo Roca empezó a trabajar con la comunidad de Saldías y su relación particular con el entorno, al tratarse del único espacio de la comuna que no está urbanizado y donde hay grandes diferencias sociales respecto al resto de la comuna”, describe Carolina Carman, directora del Museo Roca.
El asentamiento surgió en 1914 como un lugar de viviendas para trabajadores ferroviarios y fue bautizado como Parada Kilómetro 3. La estación Saldías, que luego le dio nombre al barrio, formaba parte del recorrido del tren Belgrano Norte. El proyecto actual de transformación incluye el corrimiento de esa estación, algo que los vecinos no ven con buenos ojos.
Allí se estableció el empalme de los trenes que circulaban junto al río hasta Puerto Madero y los de pasajeros que seguían a la estación Retiro. Fue una zona de maniobra de las formaciones ferroviarias de carga y donde se armaban las formaciones. Con el aumento de su actividad, en 1919 se construyó allí la estación de trenes. Si bien el flujo de coches disminuyó, hoy por Saldías siguen circulando trenes.
Ciudad al río
Los terrenos sobre los que se montó Saldías son del Estado, entre los ferroviarios de Nación y los correspondientes a Autopistas Urbanas SA, donde se focalizará el concurso de ideas. Se apunta a una superficie de 29.000 metros cuadrados (que pueden ser más si se cuenta la superficie construible) y un edificio de 5000 metros cuadrados perteneciente a AUSA, cercano a las viejas cabinas de peajes que están en desuso desde que comenzaron a utilizarse los lectores inteligentes. En las próximas semanas, habrá un llamado a licitación para terminar de desmontar las que aún quedan en pie.
“Es un proyecto de gran importancia para la ciudad porque es comenzar a hacer ciudad hacia el río”, señala Carlos Frugoni, titular de AUSA. “Sería lógico que en 15 años toda esa zona sea integrada en un espacio verde con diferentes usos de recreación. En su momento era lógico que estuviesen los contenedores allí, pero ya no”, plantea el también arquitecto urbanista.
Las propuestas que lleguen no son vinculantes porque la modificación de normativas sería necesaria para avanzar en cualquiera de las iniciativas. Sin embargo, AUSA ya está pensando en lanzar una licitación para darles diferentes usos al edificio y todo su perímetro, más allá del concurso. “Imaginamos una gran urbanización que podría llegar al sector del ferrocarril con usos deportivos, teatros, museos...”, adelanta Frugoni.
Las mansiones de Barrio Parque se encuentran a escasos metros de las casas ferroviarias y del resto de las viviendas que llegaron más tarde cuando creció el barrio. Los desarrollos inmobiliarios se están acercando a Saldías en los espacios ferroviarios que salen a la venta en subastas y que son verdaderas oportunidades para las constructoras. Es el caso de Line Ocampo, de Anchezar/Santagada Arquitectos, edificado entre vías ferroviarias, en Ortiz de Ocampo y Juez Tedín, con nueve pisos, tres subsuelos y 117 unidades. En la misma línea, ya funcionan Working Ocampo y Line Park Office, cerca del Alcorta Shopping.
“La continuidad es algo deseado en la ciudad. En el caso de Saldías intentamos que sea una pieza como de acupuntura urbana, que permita conectar lo que pasa de un lado y del otro. A diferencia de lo que venimos haciendo en los parques de Costa Salguero y Punta Carrasco, es una oportunidad de conexión”, afirma García Resta.
Saldías evolucionó de manera sostenida con actividades culturales y musicales, por ejemplo, con la gran sala de ensayo que funcionó durante años en las oficinas administrativas de un viejo depósito que contaba con un auditorio en memoria de Luis Alberto Spinetta, visitante ilustre del lugar. También con los festivales que un puñado de vecinos organizaban en La Canchita, el potrero del barrio. Hoy, Saldías está expectante para ver de qué lado caerá la moneda: del lado de Recoleta o de la Villa 31.
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