La única fuente con la que cuentan los historiadores para reconstruir su vida son los evangelios, que fueron escritos décadas después de su muerte por personas que nunca llegaron a conocerlo
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Pudo haber sido un 13 de abril. O el 14 de octubre. O el 3 de julio... Es probable, además, que si el monje medieval al que se encargó determinar la fecha de su nacimiento no hubiera errado el cálculo, ahora mismo estuviéramos en 2026. Más o menos.
Es imposible saber con certeza en qué fecha nació Jesús de Nazaret. La única fuente con la que cuentan los historiadores para reconstruir su vida son los evangelios, que fueron escritos décadas después de su muerte por personas que nunca llegaron a conocerlo en vida y que eran propagandistas de la fe en Jesús como mesías.
Su relato llega de segunda, tercera o quinta mano, narrado por cristianos de primera generación interesados, según los historiadores, en la muerte y resurrección de Jesús, no tanto en su nacimiento.
Los textos de los evangelistas, sin embargo, dan pistas para situar a Jesús -sobre cuya existencia como personaje histórico existe un consenso amplio entre los investigadores- en un momento concreto de la Historia.
Las fuentes
Las principales fuentes, explica a BBC Mundo el historiador español Javier Alonso, son los evangelios de Mateo y de Lucas, escritos aproximadamente en torno a los años 80-90 d. C.
Mientras que los textos más antiguos del Nuevo Testamento, como el Evangelio de Marcos y las siete cartas del apóstol Pablo de Tarso consideradas auténticas, no mencionan nada de sus primeros años de vida, los evangelios de Mateo y Lucas incluyen lo que se conocen como los “relatos de la infancia” de Jesús.
“El problema es que, desde el punto de vista cronológico, son incompatibles”, afirma Alonso, que también es filólogo semítico y biblista.
Marcos asegura que Jesús nació durante el reinado de Herodes el Grande, poco antes de su muerte. “Como ahora sabemos que Herodes falleció en el 4 a. C., según el Evangelio de Mateo, Jesús debió nacer en el 4, 5, 6 o 7 a. C.”.
Posiblemente se hayan dado cuenta de la incongruencia de que Jesús naciera varios años antes de Cristo, es decir, de él mismo. Pero paciencia, llegaremos ahí.
Lucas, sin embargo, no habla de Herodes, pero relaciona el nacimiento de Jesús con el censo de Quirino. Según su relato, María y José, los padres de Jesús, tuvieron que viajar desde Galilea hasta Belén para poder registrarse en el censo.
El evangelista asegura que se trata del recuento realizado por Publio Sulpicio Quirino, gobernador romano de Siria, que en ese momento incluía Judea, y que la pareja tuvo que viajar hasta allí, a pesar del avanzado estado de gestación de María, porque era el lugar de nacimiento de José.
El censo existió, como lo testimonió el historiador Flavio Josefo, lo que nos permite dar una fecha: el año 6 d. C. “Es decir, hay una diferencia de mínimo 10 años entre Mateo y Lucas”, argumenta Alonso.
A todo esto hay que añadir una circunstancia más: la posibilidad de que estos capítulos, Mateo 1 y 2, y Lucas 1 y 2, fueran añadidos a los evangelios respectivos una vez que estos estaban ya circulando, explica a BBC Mundo Antonio Piñero, catedrático emérito de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, cuyo estudio se ha centrado en la lengua y la literatura del cristianismo primitivo.
“Sabemos que los pegaron porque los personajes del evangelio posterior, de Mateo 3 y Lucas 3, no tienen ni la menor idea de lo que ha pasado en los capítulos anteriores, y hay incluso datos contradictorios”, argumenta Piñero, quien asegura que los historiadores sitúan la redacción de esos relatos a principios del siglo II.
Así que es posible que, para cuando se escribió sobre el nacimiento y la infancia de Jesús, hubieran pasado más de 60 años de su muerte. Para entonces, señala Piñero, se estima que había unos 3.000 cristianos en el mundo, dispersos, además, en distintas comunidades.
Entonces, ¿qué relato se acerca más a la realidad, Mateo o Lucas?
Para determinarlo, los historiadores han estudiado los otros anclajes históricos que aparecen en los Evangelios, especialmente un personaje fundamental en la vida de Jesús: Poncio Pilato.
Se sabe que Jesús murió durante la prefectura del prefecto Poncio Pilato, que tuvo lugar del 26 al 36 d. C., y que comienza a predicar en el decimoquinto año del emperador Tiberio, explica Alonso. “Si hacemos caso a Mateo, y Jesús nace en el año 4 a. C., tiene sentido. Moriría en el año 30 y tendría, quizás, unos 34 años”, argumenta el historiador, autor de obras como “Las cinco caras de Dios” o “La resurrección, de hombre a Dios”.
Sin embargo, si hacemos caso a Lucas, las cuentas no salen. “Por fechas, lo que encaja es Mateo, es decir, que Jesús naciera aproximadamente en el 4 a. C., en los últimos años de Herodes el Grande. En cambio, lo del censo de Quirino no encaja, y se entiende que Lucas lo utilizara como excusa para mover a unos personas que son de Nazaret, en el norte de Israel, hasta Belén, que es donde tiene que nacer el mesías, pero nada más. Es un artificio literario”, concluye Javier Alonso.
Antonio Piñero está de acuerdo con que se trata de un recurso profético: “Una vez que se cree que Jesús es el mesías, se está de acuerdo con la profecía de Miqueas, capítulo 5:1, que de Belén, de la ciudad en la que nació David, de ahí saldrá el mesías”. La profecía, que estaba en el Antiguo Testamento, se cumple entonces si Jesús nace en Belén.
¿Existen más fuentes?
La respuesta es no. Los evangelios ofrecen otros anclajes cronológicos que nos permiten situar a Jesús en el tiempo, pero no existen otros textos donde quedara registrada su vida. Flavio Josefo, el historiador judeorromano del siglo I, “menciona a Jesús en su ‘Historia de los judíos’, que escribió en torno al año 95, pero lo hace de forma general, no menciona su nacimiento”, explica Piñero.
“Se podía saber el día en que había nacido el emperador Augusto, pero no cuándo lo había hecho un predicador galileo, nadie lo sabría. Y, en realidad, las fuentes que tenemos no están escritas hasta mucho después”, añade Javier Alonso.
¿Y por qué los primeros cristianos no se interesaron por la infancia de Jesús? ¿Cómo es que Pablo no contó nada sobre los primeros años de su existencia? ¿Por qué Marcos, que escribió el Evangelio más antiguo, unos 40 años después de la muerte de Jesús, no menciona nada de su nacimiento?
Según Piñero, hay que tener en cuenta que, para los primeros cristianos, el mensaje de Jesús era que la llegada del Reino de Dios era “inminente”. No era algo que ocurriría en un futuro, en el fin de los tiempos o tras el juicio final. Por eso no había interés en recordar momentos o hechos concretos de las enseñanzas de su maestro.
“Para el cristianismo primitivo, la llegada del Reino era inminente, así que ¿para qué se iban a preocupar? Ni de la tumba de Jesús, ni de la fecha exacta de su muerte, ni mucho menos de la de su nacimiento”, asegura el catedrático.
Sin embargo, conforme los coetáneos de Jesús murieron y las siguientes generaciones se dieron cuenta de que el Reino no llegaba, surgió la necesidad de dejar por escrito lo que se sabía sobre él para transmitirlo a las siguientes generaciones.
“El nacimiento de Jesús en la religión cristiana primitiva no tiene ninguna importancia porque el mensaje original es que Jesús muere por los pecados de la humanidad y resucita. Y ese es el triunfo sobre la muerte. Todo lo demás son adornos”, argumenta el historiador.
Pero, con el aumento de su popularidad, nace la necesidad de saber más del personaje, de llenar los huecos de la biografía que no se tienen.
“Por eso el cristianismo escribe la biografía de Jesús hacia atrás. Los textos más antiguos se refieren a la muerte y a la resurrección. Luego se empieza a hablar de su vida pública, de los 3 años de predicación. Y los dos textos que hablan del nacimiento son los más recientes, los de Mateo y Lucas”.
El monje Dionisio
Entonces, si las evidencias históricas nos acercan más al año 4 a. C., ¿de dónde viene la fecha del año 1? Aquí entra en escena un monje bizantino del siglo V, Dionisio el Exiguo.
Como explica Piñero, a Dionisio, estando en Roma en torno al años 497, el Papa le encarga que determine la fecha de la Pascua para ponerse de acuerdo con las iglesias orientales. Y, una vez determinada la fecha de la Pascua, se le pidió que investigara cuándo nació Jesús exactamente.
Dionisio era un cronógrafo, es decir, estudiaba la cronografía a partir de los textos de la época. “Él no contaba con las fuentes con las que cuenta hoy en día un historiador, así que lo hizo como Dios le dio a entender, y se equivocó”, argumenta Javier Alonso.
El monje determinó que Jesús nació 753 años después de la fundación de Roma, y señaló el 754 como el año 1 de la era cristiana. Esta forma de numerar los años se impuso con el tiempo y, con él, el error de la fecha de nacimiento de Jesús.
En aquel entonces, en el mundo romano el tiempo se medía por el número de años del emperador (por ejemplo, el año 5 de Tiberio, o el 4 de Nerón) y, en algunas ciudades, por su fecha de fundación, como es el caso de Roma.
¿Y el 25 de diciembre?
En esto, Dionisio no tuvo nada que ver, ya que se estableció antes de él. Se trata, explica Piñero, de un “invento cristiano”: el emperador Teodosio I el Grande estableció después del año 380 el cristianismo como religión exclusiva del Imperio Romano “y cuando la iglesia pasa de ser perseguida a ser perseguidora, intenta asimilar dentro del cristianismo todo lo que le sea posible del paganismo”.
El 25 de diciembre en el imperio se celebraba la fiesta del “sol invicto”, el día en que Zeus, el sol, vencía a las tinieblas. Ni más ni menos que el solsticio de invierno, el momento en el que los días empiezan a ser más largos.
El solsticio es el día 21, “pero los antiguos lo celebraban el 25 porque era la fecha en la que ya se notaba que el “sol invicto”, es decir, Zeus, estaba venciendo a las tinieblas. ¿Y quién era el sol invicto? Pues Jesús. Por eso se cristianiza esa fecha y se determina que el nacimiento de Jesús fue el 25 de diciembre”, explica Antonio Piñero.
En ese mes los romanos también celebraban los saturnales, una fiesta dedicada al dios Saturno “en la que se colgaban guirnaldas, se hacían regalos e incluso había árboles como los nuestros de Navidad. De esta forma se calcan, se suplantan las fechas y muchas veces las costumbres”, añade Alonso.
Así que hasta el siglo IV no se empieza a celebrar el nacimiento de Jesús.
¿Y cuándo toma relevancia como festividad cristiana?
El arte nos puede servir de pista, explica el historiador: en la iglesia de San Vital de Rávena, del siglo VI, de la época del emperador Justiniano, “ya hay imágenes, por ejemplo, de la adoración de los Reyes, por lo que ya se está dando importancia a episodios de los evangelios relacionados con el nacimiento de Jesús”.
Si la fecha que celebramos no es realmente en la que nació Jesús, ¿qué otros datos de su nacimiento dan por probados los historiadores?
Antonio Piñero considera que, siendo los capítulos de Mateo y de Lucas en los que se habla de la infancia de Jesús tan diferentes entre sí, “hasta el punto de que parece que están hablando de dos personas diferentes”, podríamos considerar presuntamente histórico aquello en lo que coinciden. Básicamente, que sus padres se llamaban María y José, que era una familia muy religiosa y que Jesús era galileo.
Para Javier Alonso, prácticamente ninguno: “Me parecen dos textos casi mitológicos”.
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