Desde 2006. Afirman que aumentó el ingreso de estudiantes universitarios: las causas
El dato se desprende de una trabajo en base a estadísticas oficiales; advierten que las tasas de egresos son bajas
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El sistema universitario argentino se encuentra en expansión, con un aumento significativo de la cantidad de estudiantes desde 2006, tanto en el sector público como en el privado. Pero este panorama general incluye una serie de claroscuros: según un informe realizado en conjunto por la Universidad Austral y la Universidad Nacional de Río Negro, el aumento de los alumnos se da en un contexto de baja retención de los estudiantes, en el que se consolida a su vez una baja tasa de egresos.
Con este telón de fondo, Ángela Corengia, secretaria académica y docente investigadora de la Escuela de Educación de la Universidad Austral, y Graciela Giménez, directora de la Oficina de Aseguramiento de la Calidad de la Universidad Nacional de Río Negro, publicaron un informe realizado a partir de estadísticas de la Subsecretaría de Políticas Universitarias (SSPU), donde incluyen datos sobre lo que denominan la “masificación” de las casas de altos estudios la cantidad de alumnos extranjeros y el nivel educativo de sus familias, entre otros.
Las cifras oficiales de 2022 marcan un incremento de los alumnos en instituciones privadas. Ese año los de las privadas superaron los 550.000 y representaron el 25% del total de estudiantes universitarios del país. Para las investigadoras este porcentaje representa un “aumento significativo”, dado que en 2006 tenían menor representación: eran el 15% del total, y desde entonces han crecido progresivamente hasta llegar a ser el 25% en 2022.
Este crecimiento, sin embargo, no parece ocurrir a expensas de la universidad pública, cuyo alumnado también subió en las últimas décadas. En 2022, último año con estadísticas oficiales, las instituciones públicas tenían un total de 2.162.947 estudiantes, un 48,79% más que en 2010. Así, de acuerdo con los anuarios de la SSPU, la matrícula en las universidades privadas ha aumentado a un promedio del 2.2% anual, frente al 3.5% de las instituciones estatales.
En 2022, por otro lado, los alumnos de origen extranjero representaban un aproximado del 4% del total.
Las investigadoras hablan de una masificación del acceso a la universidad en la Argentina, donde en 2022 el total de alumnos superaba al de países como México, Brasil y Colombia.
Esta masificación, consideran, se ve reflejada en un dato sobre el hogar de los estudiantes que ingresaban ese año a la universidad. En 2022, el 21% de los inscriptos en las instituciones privadas provenían de hogares sin formación universitaria, dato que ascendía a 46% en el caso de los ingresantes a estatales.
“Los egresos son bajísimos”
El aumento de los estudiantes universitarios en la Argentina responde, según ellas, a un crecimiento de la oferta universitaria y, a la vez, a la suba en la cantidad de egresados del nivel secundario que de observó en las últimas décadas. Pero destacan, a su vez, una problemática que se arrastra desde el nivel medio e impacta directamente en el desempeño universitario de los alumnos, especialmente en las altas tasas de discontinuidad.
“Hay problemas en el nivel universitario que tienen su origen en la etapa anterior: hoy hay una mayor cantidad de egresados del secundario, pero muchos alumnos no egresan con los saberes básicos e ingresan a la universidad sin las habilidades básicas para desempeñarse en este nivel”, sostiene Corengia, que destaca la importancia de que en ambos niveles educativos la masificación esté acompañada de una mayor calidad educativa y académica.
En 2022 egresaron de carreras de grado y pregrado argentinas más de 145.000 nuevos profesionales, lo que representó un aumento del 32% respecto de los graduados una década antes. Las investigadoras destacan, sin embargo, que este incremento de los egresos es significativamente menor a la suba de los ingresos, lo que da a entender que hay niveles significativos de discontinuidad y deserción en el sistema, tanto en el sector privado como en el público. Si bien no es posible calcular los porcentajes de deserción por complicaciones estadísticas, el informe compara los ingresos y los egresos de cada año académico. A modo de contraste, afirman que en el sector privado, en 2022 los egresos fueron tan solo el 27% de los ingresos de ese mismo año, y en el estatal, apenas del 18%.
“Los egresos son bajísimos. La tasa es una de las más bajas del continente”, afirma Giménez. Los datos oficiales muestran que solo el 63% de los alumnos del sector privado que ingresaron a la universidad en 2021 se reinscribieron al año siguiente en el segundo año de la carrera, porcentaje que disminuye al 54% en el caso de las universidades estatales. “Estas cifras marcan una ligera disminución en comparación con el desempeño publicado en un estudio de 2006, que registraba una tasa de retención del 70% en las universidades privadas y del 59% en las estatales”, se lee en el informe.
A su vez, la última publicación de la SSPU afirma que el 38% y el 23% de los egresados de universidades privadas y públicas respectivamente se gradúa en el tiempo teórico previsto por las carreras.
Giménez atribuye el fenómeno a una variedad de causas. “Se debe, en parte, a la problemática de las trayectorias interrumpidas: los alumnos se van y vuelven del sistema universitario. La mayoría trabaja, entonces no tiene un desempeño alineado con los planes de estudio de su carrera. Muchas veces también hay obstáculos en los diseños académicos de las carreras de grado, como las tesinas, que no se condicen con las tendencias internacionales, donde ese tipo de trabajos solo se exigen en programas de posgrado”, sigue la investigadora.
Destaca, a su vez, que la masificación de la universidad ha permitido el ingreso a este nivel de personas de hogares vulnerables, pero que este segmento de estudiantes “no se ve representado de igual manera en los egresos universitarios”. Y agrega: “En los egresos, la universidad continúa siendo muy excluyente, incluso la pública, donde el acceso a becas, al igual que en el sector privado, es muy marginal”.
“Los más perjudicados terminan siendo siempre los que menos tienen, porque son a los que más se les complica terminar la universidad, tanto por cuestiones académicas como económicas”, suma Corengia.