En la víspera de Nochebuena. Aún quedan árboles sobre casas y muchos vecinos porteños cambian de lugar sus festejos
Aunque pasaron seis días del temporal que tumbó centenares de ejemplares en casi todos los barrios, la recuperación es lenta; los cortes de energía y de serivicios de internet modificaron hábitos laborales y complicaron la cena tradicional
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En una recorrida de LA NACIÓN por algunos barrios de la Ciudad de Buenos Aires, varios denunciaron que siguen sin servicio de energía eléctrica, muchos lamentaron la pérdida de alimentos y otros conviven entre las ramas y los árboles.
En Villa Pueyrredón, la situación mejoró, pero sigue habiendo algunas calles cortadas, árboles caídos y ramas que formaron montañas. Roberto Vitelli y Nora Fernández, a quienes se les cayó un árbol en el techo de su hogar, hoy están más tranquilos. “Ayer terminaron de sacarlo, de talar el tronco, las ramas, fue mucho trabajo, pero por fin terminaron”, contó el señor, de 81 años, que días atrás había expresado su preocupación, por la situación de su casa, a LA NACIÓN.
“Una vez que levantaron todo, las compañías que tenemos contratadas pudieron venir a arreglar el wi-fi y la televisión”, detalló. Y agregó: “Nora está poniendo en orden la terraza, que va tomando forma nuevamente”.
La rama de un árbol colgaba de la ventana de una casa ubicada en ese mismo barrio. La vecina de la casa de la izquierda se detuvo a observar la situación. “Hace 40 años que vivo en el barrio. Nunca pasó una cosa así. Pasamos por muchas tormentas, pero ninguna como esta. Yo tomo pastillas para dormir, es muy poco probable que me despierte, pero esa madrugada fue imposible no despertarse con el ruido. Tuvimos un miedo bárbaro”, contó Leonor Jiménez, vecina de 72 años, quien vive con su hija.
“Del árbol que se ve ahí colgando sacaron una parte, pero el tronco no lo quieren sacar. Es impresionante. Es muy peligroso porque se puede caer. A la vecina de al lado el árbol le destruyó parte de la casa. Y después hay otro que está torcido, al borde de caerse”, denunció.
Lara Krivonovigich, de 30 años, pasó todo el viernes trasladando cajas con comida, ropa y herramientas de trabajo a la casa de su tía: “Desde el domingo que no tengo luz. El martes volvió un rato, pero después se cortó. Íbamos a pasar Navidad con mis amigas en casa. Teníamos todo en el freezer, lo mantuve con botellas de agua congeladas, pero la situación no daba para más. Así que mude todo”, reveló. Además, contó: “Gasté fortunas en café porque tenía que laburar con wi-fi y tampoco tuve en estos días. Así que estuve de café en café”.
En Villa Santa Rita, la situación no es muy diferente. Un árbol de la vereda cayó sobre uno de los puestos de diarios del barrio; su copa aún reposa sobre el techo del kiosco.
“Llamamos muchas veces para que saquen el árbol porque es peligroso, cada vez se nos viene más encima, está haciendo presión en el techo. Pero nos dijeron que primero tienen que resolver la situación de las calles y después las veredas”, reveló Nahuel, el diariero, que trabaja en ese puesto hace 3 años.
A pocas cuadras, Fabián, quien vive en el barrio hace 30 años, estaba cortando ramas que hay en su vereda: un árbol cayó en una parte de su casa. “Llamamos para que lo saquen, pero todavía no tuvimos respuesta. Así que nos pusimos a cortar nosotros lo más que pudimos, pero es complicado”, expresó.
Susana y Pablo, están sin electricidad desde el domingo. “Íbamos a pasar las fiestas en casa con amigos y familia. Habíamos comprado la carne para hacer asado, pero tuvimos que tirar todo, no lo pudimos conservar por más de que compramos hielo”, lamentó el señor de 52 años.
“Un árbol que se cayó arruinó los cables y hasta que no resuelven lo del árbol no va a volver la luz. Es una tristeza terminar el año así. No solo perdimos mucha plata en alimentos que habíamos comprado con anticipación para ahorrar, sino que no podemos pasar las fiestas en nuestro hogar, como todos los años”, expresó Susana, angustiada.
Cecilia De La Pina, ingeniera en seguridad, estaba en el parque ubicado sobre la avenida Dorrego. Junto a sus compañeros de trabajo armaban mesas con manteles azules y rosas. Además estaban decorando el espacio con globos de los mismos colores. Alrededor de ellos, el temporal había modificado el usual paisaje, y se sucedían ramas, árboles caídos y troncos.
“Nosotros trabajamos en una obra en construcción en Colegiales y el jefe de obra va a tener un hijo, entonces queríamos hacerle la revelación [del género] en el Parque Ferroviario que es muy lindo, pero era imposible, estaba lleno de árboles, de ramas, no se podía estar ahí, no se podía pasar. Nos vinimos acá dos horitas para esta celebración”, dijo la mujer.
Y agregó: “Hay destrozos por todos lados, pero por lo menos acá está un poco mejor y nos pudimos acomodar. No queríamos dejar pasar este momento. Ya los papás quieren saber, así que con árboles caídos, ramas por todos lados, vamos a saber el género del bebé”.
En el Rosedal de Palermo la situación mejoró, pero a la vista todo parece igual. Según dijeron los empleados es una tarea de hormiga: “Desde el domingo estamos trabajando para poder limpiar todo. Apenas terminó la tormenta empezamos a trabajar, pero es mucho lo que hay que hacer y lleva tiempo. Calculamos que en un mes va a estar todo listo, pero no podemos decir con exactitud porque es un trabajo coordinado también”, contó Hernán Britez, empleado de Parquizar, quien se encuentra haciendo tareas de limpieza en el lugar.
“Hay muchos palos borrachos caídos, eucaliptos, sobre el piso o sobre las rejas. Lo que estamos haciendo es limpiar hasta que el servicio de recolección y limpieza, Cliba, saque toda la basura para poder seguir sacando a la vereda y despejar un poco el lugar para que vaya quedando en condiciones”, describió.
“El personal que tiene que colaborar con la limpieza no está viniendo por el desastre de afuera. Primero hay que poner en condiciones las autovías, eso es prioridad. Una vez que se finalice esa obra, recién vendrán para este lado. Los chicos ya empezaron a trabajar con nosotros, a sacar todo lo que es riesgo de altura”, dijo.
En el Parque Tres de Febrero, entre un gran árbol caído y ramas, Lucas y Alejandro aprovechaban una de las postas aeróbicas de la ciudad para ejercitarse. “Acá hay muchos árboles caídos. Es todo un desastre. Por suerte una semana antes pude conseguir garage para guardar el auto porque todavía hay muchos autos aplastados, parabrisas rotos”, dijo mientras hacía su rutina.
Alejandro estaba usando una de las máquinas, iba por la mitad de su rutina diaria: “Soy del centro, pero vengo todos los días a hacer ejercicio. Es muy triste ver cómo quedó todo”, expresó. Algunas de las máquinas quedaron bajo un gran árbol caído por el temporal. “Ahí abajo quedaron unas barras paralelas que usaba”, dijo mientras las señalaba.
En la zona de Paraguay y Medrano, Federico, que vive en Estados unidos, pero llegó una semana antes del temporal para pasar con su familia las Fiestas, se cansó de hacer reclamos a la empresa que le provee el servicio de Internet: desde el domingo está sin wi-fi. “Tuve que irme toda la semana a la casa de mi hermana, porque trabajo remoto, a pesar de los reclamos que hice”, contó a LA NACIÓN.
En el mismo edificio, María Esther, una señora viuda de 75 años, contó: “Siempre paso Nochebuena sola viendo películas, pero mañana va a ser imposible porque no tengo televisión, ni Internet. Menos mal que tengo una radio a pila, escucharé FM”.
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