"En la quimio, cerraba los ojos y pensaba en todo el amor que recibía"
Carmen Chouciño Storani tiene 31 años y a los 29 le diagnosticaron cáncer de mama. Sus afectos más cercanos fueron los pilares que le permitieron transitar su recuperación. Aquí su historia de vida
“Marta me dio la posibilidad de llevar una vida normal durante la quimio. No la odio, no le tengo resentimiento, todo lo contrario: Marta es lo más. Por eso se la pasé a la mamá de una amiga a la que diagnosticaron ahora, para que siga su camino y que sirva para alguien más”, cuenta entre risas Carmen.
Marta se llama su peluca, así la bautizó una de las mejores amigas de Carmen un día que la visitó en su casa del norte del gran Buenos Aires. Tiene apenas 31 años, pero su diagnóstico fue cuando tenía 29. Su novio, Byron, fue el que le detectó la bolita, como una “canica”, y por eso decidió ir al médico.
Nunca pensó que una chica de su edad podía llegar a tener cáncer, pero fue así.“Vos vas a poder con esto, Carmen. Vas a salir”, le dijo su papá frente al escritorio del médico en el momento del diagnóstico. Ella levantó ese mensaje como bandera y transitó los peores dos años de su vida con el cuerpo, la cabeza y el alma. Cuando supo que iba a tener que hacer quimio, automáticamente pensó en la maternidad y hubo mil preguntas al respecto: finalmente, optó por congelar óvulos.
“Una de mis grandes preocupaciones era el pelo. Yo lo tenía largo, rubio, me importaba mucho mi flequillo. Pregunté si se me iba a caer y me dijeron que sí… ahí me largué a llorar, fue horrible. Soñaba que me despertaba pelada, creo que esa fue la peor etapa. No podía imaginarme cómo iba a verme mi novio, cómo me iba a ver yo, cómo iba a hacer con el trabajo y mis actividades”.
Si bien hubo dificultades (la sexualidad, por ejemplo, se volvió un tema complejo), su vínculo con Byron se fortaleció muchísimo. “Terminás conociendo a quien está al lado tuyo mucho más, porque a la noche te abraza, te mira y te dice que te ama, pase lo que pase, cuando vos estás llorando. Yo me conecté con él de una manera única e irrepetible”.
Para Carmen hubo varios factores que hicieron que pudiera salir adelante. Primero, su fuerza. Luego, su psicóloga, a quien iba a ver todas las semanas y era su espacio para enojarse, llorar y putear. “Y mis vínculos, sobre todo. Mi papá, mi mamá, mi hermano, mi hermana y mis tíos. En la quimio, cerraba los ojos y pensaba en todo el amor y la protección que recibía. Nadie puede pasar por esto solo”.
Dedicarle tiempo al arte, las manualidades y la escritura, sobre todo, fue una vía importantísima para tener la cabeza ocupada y pasar los días que no iba a trabajar. “Además, hacerme un grupo de amigos que estaban pasando por lo mismo hizo el proceso más ameno y llevadero. Se armaba un ambiente de compañerismo y sostén que fue muy importante”.
En el medio de la charla comparte un mate, se detiene y observa: “Cuando volví a tomar una copa de vino, un café o un mate, entendí cuánto valen los pequeños placeres de la vida. Atravesar situaciones extremas te enseña a valorar esas cosas”.
Leé la editorial de Susana sobre la importancia de la prevención y mirá más notas sobre la campaña para la detección precoz de cáncer de mama en la edición de octubre de Revista Susana
Para quienes están atravesando la enfermedad
Los grupo de ayuda contienen, acompañan y sirven para escuchar a otras personas que pasaron o están atravesando por situaciones similares. Más información M.A.C.M.A: (011) 4786-4549 /
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