En la primera línea: el equipo de emergencias que administra 336 camas de terapia intensiva
Se trata del Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias de la sección sanitaria N°7, que abarca Tres de Febrero, Morón, Hurlingham, Merlo, Moreno, Marcos Paz, Ituzaingo, General Rodríguez, Luján y Las Heras; se encargan de la derivación de pacientes para que no colapsen los hospitales
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La sala del Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias (SIES) está dentro del predio donde se encuentra el Hospital Zonal General de Agudos Doctor Ramón Carrillo, en Ciudadela. Es pequeña; tiene tres metros por dos, no mucho más. Hay tres computadoras con sus respectivos radioperadores, más los coordinadores que van, vienen, llaman, cortan. Tienen a su cargo la derivación de los pacientes de 23 centros de salud, entre los nacionales, los provinciales y los municipales de los partidos de Tres de Febrero, Morón, Hurlingham, Merlo, Moreno, Marcos Paz, Ituzaingó, General Rodríguez, Luján y Las Heras. Entre todos esos distritos, manejan 336 camas de cuidados intensivos y ahora solo hay 10 desocupadas. La tarea parece titánica, agotadora.
“Yo me acostumbre a estar con el celular prácticamente debajo de la ducha. He llorado en mi casa a las dos de la mañana porque no podía encontrar una cama libre para un paciente. En ese momento uno piensa en la familia que hay atrás de la persona”, se lamenta Constanza Yanguas, coordinadora médica del SIES de la sección sanitaria N°7.
El SIES depende de la Dirección de Manejo de Emergencias Sanitarias, Catástrofes y Red de Asistencia Hospitalaria de la provincia de Buenos Aires. Ellos no solo se enfocan en derivar pacientes para descomprimir las terapias intensivas e intentar que haya, al menos, una cama libre en el shockroom de los hospitales, sino que además llevan pacientes de un lado al otro para que puedan ser atendidos con el tratamiento que necesitan. No todos los hospitales cuentan con, por ejemplo, un tomógrafo.
Sergio Clarión, de 55 años, es uno de los radioperadores. Entre una llamada y la otra, se hace el tiempo para explicar de qué se trata el trabajo que hacen entre las tres guardias las 24 horas al día.
“Mirá, lo que hacemos son traslados de hospital a hospital. Solo hay derivaciones extrahospitalarias cuando hay una catástrofe, como el descarrilamiento de un tren u otro tipo de circunstancias complejas. Nosotros, según la necesidad, buscamos la cama o el tratamiento. Las necesidades son muy diversas; por ejemplo, si nos llaman del hospital de Marcos Paz porque ingresó un paciente accidentado con un traumatismo de cráneo severo y allá no tienen neurocirujano, nosotros nos tenemos que encargar de llevarlo hacia un hospital que tenga los recursos para atenderlo. Lo mismo si un bebé prematuro nace en un lugar cuyo hospital no tiene la capacidad para asistirlo. Por eso, los pacientes con coronavirus se suman a una larga lista de personas que padecen otras situaciones”, describe Clarión.
Darío Aizenscher, de 61 años, es el coordinador del SIES de la región sanitaria N°7. Dice que junto a Yanguas son un “dúo dinámico”. Él está acostumbrado a trabajar al límite, pero asegura que ahora la situación es crítica. “Acá se nos actualiza la información todos los días, pero lo que tenés son fotos. Puede pasar que, como me sucedió el otro día, de pronto te llama el jefe de alguna guardia porque acaba de colocar el último respirador de la última cama que tenía que era la del shockroom; a ese tipo le tengo que liberar ya la cama porque no tiene resto”.
Explica que están trabajando al borde de la saturación y que deben derivar pacientes hacia el segundo cordón del conurbano. En el primer cordón los servicios están prácticamente llenos. “El otro día mandamos a un paciente desde General Rodríguez hasta San Andrés de Giles. Muchas camas se liberan por los fallecimientos; la pandemia es una tragedia. De las 336 camas que tenemos, un poco más que la mitad están ocupadas con pacientes con Covid. En las últimas semanas el trabajo se duplicó”.
Por día les llegan, en promedio, 50 pedidos de derivaciones. Pero ahora son recién las 10.30 y ya tienen 40 solicitudes acumuladas. “Nunca tuve tantos pedidos pendientes, está tremenda la situación”, agrega Aizenscher. Tienen todas las solicitudes y la disponibilidad de cada hospital cargada en un sistema, pero como conocen en detalle el sistema sanitario bonaerense saben casi de memoria a qué hospital recurrir si el paciente necesita un tratamiento específico.
Cuentan con móviles disponibles para hacer las derivaciones o llevar insumos. Según describe Diego Avecilla, de 42 años, que es el jefe de enfermeros de esta central del SIES, cada vez que trasladan a una persona con coronavirus todo el trámite les lleva tres horas entre que se visten, desvisten y desinfectan tres veces la ambulancia.
Como el sistema privado de salud también está al borde del colapso, y en algunos establecimientos ya no hay con camas libres, todos los pacientes que desbordan esas terapias recaen sobre el sistema público. Según Yanguas, el 45% de las derivaciones que hacen a diario son pacientes que tienen obra social. “Nosotros recibimos toda la presión. Un día teníamos a 20 pacientes con coronavirus para derivar. Es una vorágine constante. Otro día llegaron dos pacientes con Covid al Hospital Güemes de Haedo y no había camas; por suerte en media hora lo pudimos resolver, pero se vive una mezcla de adrenalina y angustia todo el tiempo”.
Anoche, según el Ministerio de Salud bonaerense, la ocupación de las unidades de terapia intensiva promediaba el 69% en toda la provincia y trepaba al 75% en los partidos del área metropolitana de Buenos Aires.
A diferencia del año pasado, Yanguas observa que ahora están conectando a los respiradores mecánicos a muchos jóvenes de 20 a 40 años. Advierte que si la gente no respeta las restricciones y extrema el nivel de cuidados la situación podría desbordarlos.
“Estamos viviendo un momento muy duro. Muchas veces con Darío son las 4 y todavía estamos despiertos buscando una cama. Mi vida está totalmente dedicada a esto. Ahora tenemos accidentes y otro tipo de enfermedades respiratorias circulando, que durante el año pasado casi no existieron. Es importante que se frenen los contagios antes de que llegue el frío. Es posible que en algún momento tengamos que dejar nuestro rol de coordinadores e ir a ayudar a algún hospital que se haya quedado sin recursos humanos”, relata Yanguas.
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