MAR DEL PLATA. Se animan a avanzar más allá de su hábitat y espacio de confort cotidiano, que es la Laguna de los Padres. Los carpinchos se sienten dueños casi exclusivos de ese paisaje natural, a casi 20 kilómetros al oeste de las playas, caminan y se arriman ya sin temor a predios y paradores que en condiciones habituales estarían cubiertos por familias, en el uso recreativo que tiene este maravilloso lugar, en particular los fines de semana.
Comparten este territorio ampliado con coipos, conocidos como "falsa nutria" que como los carpinchos es de la familia de los roedores y tienen hábitos acuáticos. Se mueven por la orilla de ese espejo de agua que se nutre del arroyo De los Padres y allí encuentran su principal alimento, hierbas frescas.
"Es una fauna que permanece siempre en un sector intangible, hacia el sur de la laguna, y que ahora ganó terreno al no ver movimiento humano", explica a La Nación la bióloga Natalia Martino, del área de Recursos Naturales y Guardaparques del Emte Municipal de Servicios Urbanos (Emsur).
Desde siempre estos animales conviven a prudente distancia con infraestructura recreativa en la que abundan fogones, juegos y algunos salones para reuniones. Todo eso está inactivo, y ante el silencio, salen a husmear lo que hay más allá de la laguna.
Esa suerte de reserva en la que habitan no tiene permitido el ingreso de gente. Allí se los busca preservar en su estado natural, aunque cada tanto los responsables del cuidado de este escenario deben lidiar con algunos cazadores.
Cuenta Martino que previo a esta cuarentena, que dejó sin visitantes a Laguna de los Padres y demás paseos cercanos, también era posible ver a algunos de aquellos animales más allá de sus límites habituales. Algo que solo se podía advertir entre semana, lejos del alboroto que suele ser este lugar en particular los domingos.
En la frondosa arboleda que rodea a la laguna se escucha más que nunca el trinar de las aves. También se hacen notar y mucho las de mayor porte, que se mueven también bien cerca y hasta con patas en el agua. Garzas blancas y moras y patos imponen un colorido que excede lo normal.
El fenómeno que se da en Laguna de los Padres se da en otros puntos de la ciudad donde el escaso movimiento peatonal y vehicular le cedió espacio a los animales. Así se pueden ver cientos de aves en las lagunas que acompañan el complejo de balnearios de Punta Mogotes y, más vistoso aún, los lobos marinos que antes solo se animaban a la Banquina Chica y ahora se mueven con comodidad en sectores comerciales e industriales del puerto.
Fotos: Mauro V. Rizzi
Informe: Darío Palavecino
Edición Fotográfica: Enrique Villegas
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