"Hoy mi aplauso será para los niños. Ellos necesitan salir de casa, y nos están demostrando una entereza y una capacidad de adaptación enorme. En esta situación en la que muchos adultos están nerviosos y sensibles, ellos son capaces de sonreír y aguantar la cuarentena mucho mejor que nosotros. Esta noche voy a aplaudir por ellos".
El mensaje llega vía WhatsApp a uno de los tantos grupos que Marina Estévez tiene abiertos, y al rojo vivo desde que se decretó la cuarentena por el nuevo coronavirus. Como madre de tres hijos en edad escolar, que de un día para otro dejaron de ir a la escuela, al club, a la casa de sus amigos, ella coincide con el mensaje y decide reenviarlo. La intención, dice, es que esta noche sean muchos más los que aplaudan por los chicos. "Me sorprende la entereza con la que se adaptan a esta situación. Ellos también se merecen un aplauso", dice convencida.
¿Por qué aplaudimos todas las noches? Hoy se cumplen diez días desde que la iniciativa comenzó a circular por las redes sociales, el jueves 19 de marzo pasado, cuando se decretó la cuarenta obligatoria por el coronavirus. Diez noches de aplausos ininterrumpidas. Un registro del confinamiento que ya se volvió un hábito.
Daniela Arano, que tiene 50 años y una neumonía reciente que la ubica como una paciente de riesgo ante el avance del coronavirus, lo hace por otros motivos. "Es una forma de conectarme con la gente vecina, para darnos fuerza y alegría dentro del momento difícil y desesperante. Además, mi hijo mayor trabaja en el Hospital Alemán preparando la medicación para los internados, y viaja todos los días en colectivo. Es nuestro héroe y lo aplaudimos a él. Anoche lloré de emoción, y también por la incertidumbre de no saber si es lo último que estamos viviendo", confiesa con angustia.
Aplaudir, todas las noches a la misma hora, se transformó en un ritual urbano. Algunas veces las palmas se escuchan con más fuerza; otras noches suenan débiles. Pero desde que en la Argentina se propuso el aplauso como un gesto comunitario y reparador, importado de otros países que ya lo habían puesto en práctica antes, como Italia o después España, donde los primeros aplausos fueron dedicados a todo el personal de salud que seguía trabajando a destajo, la iniciativa local sigue en pie cada noche.
Múltiples destinatarios
Las intenciones de esos aplausos, en realidad, son múltiples, y a la lista de destinatarios a los que va dirigido el reconocimiento se suman nuevos protagonistas. Como los chicos, o también los abuelos.
"Es una voz solidaria que evidencia que el aislamiento no es social, y es un reconocimiento a los que ponen el cuerpo para asistir a otros, como lo hacen los médicos, los enfermeros, el personal de limpieza de los hospitales –señala la psicóloga Susana Kuras Mauer, especialista en familia-. Un aplauso es una voz que expresa signos de vitalidad, fuerza y cohesión ciudadana. Da cuenta de nuestra capacidad de reconocer al otro, de valorarlo, de agradecerle. Es un momento de emoción que nos hace vibrar".
Ayer a la noche, minutos antes de las 21, Horacio Díaz estaba con su mujer, cocinando. De repente, comenzó a escuchar los aplausos. "Dejé todo y salí al balcón para sumarme. La primera vez que vi los de los aplausos fue en un video de una mujer en Italia. Para mí es un homenaje sentido y espontáneo para todo el personal de salud, y también para los que salen a trabajar como los policías, los gendarmes, los empleados de las fábricas de alimentos, los farmacéuticos, los periodistas. La otra noche, después de los aplausos, un vecino sumó al final una grabación del Himno Nacional, y te juro que no pude esconder las lágrimas", reconoce este vecino de Núñez. .
Por las redes sociales también comenzaron a circular nuevas propuestas, como la que organizó la Red Solidaria hace unos días para que más de 30 artistas, antes de aplaudir, se juntaran virtualmente a cantar la canción Como la cigarra, de María Elena Walsh.
Justo 10 minutos antes de que se repitiera el habitual aplauso que reconoce el esfuerzo de todos los profesionales de la salud, el video comenzó a circular por las redes y por la TV.
Al finalizar la canción, y como todas las noches, llegaron los aplausos: por los chicos, por los abuelos, por el personal de salud. Cada uno, como ya es costumbre durante la cuarentena, sumó sus intenciones en el clamor de las palmas.
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