En el Hospital Garrahan, convirtieron el resonador magnético en una "nave espacial"
Para que los chicos no tengan miedo de hacerse el estudio, se ambientó la sala como si fuera una isla mágica
La resonancia magnética es uno de los estudios más temidos, tanto para los más chicos como para los más grandes. La persona tiene que ingresar adentro del artefacto, lo que en muchos casos genera miedo, ansiedad o hasta ataques de pánico. Por esta razón, en el Hospital Garrahan, ambientaron la sala donde está el resonador magnético como si fuese una isla mágica.
Al llegar a Combate de los Pozos al 1800, al sur de la Ciudad de Buenos Aires, uno ingresa al Hospital Garrahan. Tras cruzar el pasillo principal y atravesar las distintas especializaciones, se encuentra un espacio totalmente distinto: la aventura espacial.
Antes de ingresar a la sala, los chicos reciben un mapa con los dibujos de todos los obstáculos que deberán afrontar. Con cuidado, hay que pasar en medio de las minas abandonadas, hasta donde están los fósiles. Luego, se encuentran los diamantes. Aunque para llegar a ellos hay que tener cuidado con las vías del tren. Y por último, al cruzar la cascada encantada, se descubre lo más esperado: la puerta hacia la nave espacial, donde está el resonador magnético.
“Cualquier estudio te da ansiedad, angustia, no sólo a los más chicos, también a los papás. Por eso es que con creativos del Ministerio de Salud llevamos a cabo esta idea que se realiza en muchos lugares pediátricos del mundo. Para que toda la familia pueda participar del cuento y estar más tranquila”, explicó José Lipsich, médico pediatra, coordinador de diagnóstico por imágenes.
Con simpatía, el doctor pide recorrer el lugar con precaución, al momento de cruzar las vías o la cascada encantada. Según cuenta, construir la sala llevó dos años, y esperan que dentro de dos semanas los chicos puedan utilizar el nuevo resonador magnético devenido en nave espacial.
“Cada detalle se pensó. El fin último de todo esto es ayudar a los más chicos. Y, al mismo tiempo, igualar este hospital público con lo mejor de la medicina mundial”, concluyó.
En medio de la recorrida, una chica en silla de ruedas atraviesa las vías del tren que están en el piso. Le pide a su mamá bajar la voz, para que no la vean investigando. Al llegar a la nave espacial, grita: "¡La encontré!". Esta vez, la mamá no deberá atravesar los nervios y el estrés de tener que convencer a su hija de hacerse los estudios.